“Decidí dejar que la viga cayera sobre mí. Sentí que prefería perder mis brazos en vez de soltar a mis hijos”.
Fue hace cinco años cuando Stephanie Decker tomó una decisión que le cambiaría la vida para siempre: Un tornado se desplazaba velozmente a través de Henryville, su pueblo en Indiana. Cuando éste golpeó con fuerza su hogar y ella se vio atrapada entre los escombros que caían, tuvo las tristes opciones de salvarse a sí misma o a sus hijos. Se inclinó por ellos y, como resultado, perdió ambas piernas.
Su historia de rehabilitación tiene a todos conmovidos. Especialmente porque no se arrepiente para nada de sus acciones.
Stephanie, ahora de 42 años, había recién llegado a casa con sus dos hijos Dominic y Reese en marzo de 2012. No alcanzaron a tener un respiro cuando la catástrofe decidió atacar su hogar.
“No lo pensaría dos veces. No lo cambiaría ni por un millón de dólares. Las cosas pasan por una razón, era mi momento de actuar. Miré hacia arriba y vi un trampolín que solía estar fijo en el suelo volando sobre el patio. La casa entera comenzó a sacudirse. Me congelé por un segundo y entonces las ventanas explotaron”.
Stephanie Decker.
Fue entonces cuando se percató que una viga de acero de seis metros comenzaba a caer hacia ella. En ese momento sujetaba a sus pequeños mientras los protegía de los escombros.
“Pude ver todo en cámara lenta. Estaba cubierta de ladrillos y piedras. Podría haber dejado a los niños ir, sacarme todo de encima y escapar de la viga, pero me di cuenta que no podía hacerlo de forma segura, así que decidí dejar que ésta cayera sobre mí. Sentí que prefería perder mis brazos en vez de soltar a mis hijos”.
Stephanie Decker.
Así perdió ambas piernas, pero la cosa no se detuvo ahí. Otro tornado se dirigía hacia ellos y levantó un pilar de su casa amenazando con golpear a su hija.
Ella no lo permitió. Al ver que golpearía eventualmente su cabeza, se movió hacia ella para protegerla teniendo sólo movilidad en su miembros superiores. Se rompió 8 costillas y perforó su pulmón, pero su hija fue puesta a salvo.
Después de que todo acabó sus hijos fueron por ayuda y ella hizo el juramento de que si sobrevivía, buscaría la forma de hacer un impacto.
Así fue como un año después comenzó la Fundación Stephanie Decker. En ésta ha ayudado a más de 250 niños que han perdido extremidades a participar en clubes deportivos locales. También corre con sus prótesis, hace charlas motivacionales y vive con su marido Joe, de 47 años, a 15 minutos del lugar donde antes se encontraba la casa que decidieron no reconstruir.
Ahora está enfocada en lograr todos los imposibles en lo que se ha vuelto una verdadero historia de superación a la adversidad y amor materno.