Un estudiante de origen guaraní le escribió una carta a su profesor del colegio secundario para explicarle que su dificultad radica en que no comprende bien el idioma y que, por eso, le resulta muy difícil desempeñarse satisfactoriamente en su rendimiento escolar.
La carta que envió el alumno al profesor Manuel Beccerra dice textualmente: “Perdón profesor por no competar es que no entiendo nada y tengo mucha vergüenza para hablar porq no se ablar mucho en castellano solo en guaraní te pido una disculpa profe perdón. Espero que me entienda profe porque es muy difisil empezar de 0 en otro pais” (sic).
El profesor contó que el taller de acompañamiento funciona como resultado de que el colegio recibe a muchos chicos migrantes, que aprendieron a hablar en guaraní o quechua y que su lengua materna no es el castellano sino una lengua originaria americana. “Los pibes que tienen problemas de lectura y escritura los tienen por causas diferentes: cuando detectamos esto, empezamos a pensar que una experiencia posible era la enseñanza del castellano como segunda lengua”, relató.
Becerra planteó la inquietud de que, como país “no estamos formados para esto, ni el Estado financia este tipo de actividades, aunque llegamos a una justificación pedagógica dando más forma a lo que surgió de manera intuitiva, y logramos que nos paguen un par de horas más por semana para armar estos espacios de acompañamiento”.
Contó también que el espacio es demandado por algunos alumnos a los que les interesa tener una herramienta más. “Hay pibes que están viniendo de Haití y hablan francés”, agregó. El docente refirió que “una intervención netamente pedagógica es animarlo (al estudiante) a que se atreva a expresar”.
Explicó: “Uno como docente registra que hay alumnos más callados; se da un debate grupal y siguen callados. Se les pregunta ¿te da vergüenza hablar?, para tener un diagnóstico y decir ‘no te preocupes que estamos en la escuela para esto’, y necesito comunicárselo para que la escuela diseñe una estrategia”.
Un pibe que, incentivado por sus profes a expresar las dificultades que tiene, ¿está aprendiendo? Para mí sí, y una monstruosidad.
— Manuel J. Becerra (@CheMendele) May 17, 2017
Becerra destacó que, cuando el alumno presentó esta nota, la escuela no se quedó paralizada sino que todos los adultos intervinieron para diseñar el taller. “Los idiomas americanos originarios están escondidos bajo un manto de vergüenza en los chicos. El resto de los pibes se da cuenta de la complejidad y le resulta interesante porque observa una riqueza cultural que la escuela ha tapado durante años”, consideró.
Para Becerra, “la necesidad es hacer aflorar cuestiones que no pueden ser eludidas, porque antes, esto era un 1 en Literatura, repetía, dejaba la escuela, se iba a laburar y se terminó, y todavía queda ese residuo. Hasta que preguntás por qué no se adecua y aparece un subsuelo de riqueza”.
Por su parte, el rector del colegio Sarmiento, Paul Dani, “el dato interesante es que se animó a exponerse”, esto se debe a que, por lo general, tienden a oculta que no saben castellano, “y esto genera una lectura equívoca por parte de los adultos, una tendencia a sentenciar que no entienden”. El rector -que asumió en el cargo en febrero de 2016- también aclaró que la necesidad de darle entidad a los saberes de las culturas originarias en un ámbito escolar urbano es “un reto” y una oportunidad para generar caminos diferenciados de aprendizaje.
El rector contó que “algunos docentes trabajan en un taller de fortalecimiento de la segunda lengua y Manuel Becerra es uno de ellos”. Y, a continuación agregó que, para ellos, “es una oportunidad de volver a valorar las culturas originarias que están ancestralmente ocultas y de generar trayectorias de aprendizaje diferenciadas”.
El instituto está ubicado en Juncal y Libertad, en el barrio porteño de Recoleta, y allí asisten unos mil alumnos, más del 80% de los cuales en la Villa 31 de Retiro.