Una transformación inspiradora.
Alice Toleman de Melbourne, Australia, tenía un grave, aunque tristemente común problema. Tras una infancia medianamente normal, su adolescencia fue violentamente afectada por emociones demasiado fuertes para ella y como muchos, en lugar de buscar ayuda y apoyo, decidió distraer a sus sentimientos con un vicio que a la larga le trajo horribles consecuencias.
No soy de esos que igualan la comida rápida con veneno, pero es bien sabido que no son exactamente beneficiosas para la salud y nadie debería hacerlas la base de su dieta.
Lamentablemente Alice fue mucho más allá y consumía la dieta de una familia entera por si sola. Confesó en redes sociales que a veces iba a McDonalds y se pedía un festín, sólo para luego pasar al supermercado y armarse con “lollies, patatas fritas, galletas y chocolates” antes de llegar a casa.
“Además de todo eso me comía una caja de pizza Shapes todas las noches. Ese ritual [McDonalds y después supermercado] pasaba tres veces a la semana. Siempre había un ‘tesoro’ en mi habitación. Era mi lugar seguro, mi paraíso. Lo que más me gustaba era sentarme en mi cama, sola y tragar hasta que no podía moverme, girarme y tomar una siesta”.
-Alice Toleman-
Pero en Junio del 2015, se llevó una terrible sorpresa. Conoció a una chica que se había hecho un bypass gástrico y fue a ver a un médico para saber si sería una opción para ella.
“El doctor me dijo que si continuaba viviendo como lo estaba haciendo, no pasaría de los 30 años. Me dejó en shock. Llegué a casa esa noche y me sentía abrumada por mis emociones, pero mi adicción a la comida aún estaba ahí.
Comencé a darme cuenta del problema en el que estaba metida y sabía que el doctor tenía razón— no pasaría de los 30 si no cambiaba”.
Su decisión fue absoluta, fulminante y absolutamente extraordinaria.
Primero hizo un esfuerzo casi sobrehumano para tratar de dejar la comida rápida, pero a pesar de que perdió más de 10 kilos, era demasiado difícil. Por fin escogió pedir ayuda y se hizo un bypass gástrico.
Entre la operación y su nueva dieta, logró dejar la comida rápida. Después de todo, durante las primeras semanas ni siquiera podía comer sólidos.
Descubrió que le encantaba ir al gimnasio y que cada kilómetro nuevo que podía agregar a sus carreras matutinas era una victoria mucho más dulce que cualquier caramelo.
“Ya no cuento calorías. Como cuando tengo hambre, hasta que estoy satisfecha y nutro mi cuerpo con comida deliciosa que no tiene nada de chatarra.
He tenido que volver a entrenar a mi cerebro para que vea y respete la comida como una fuente de nutrición y que deje de relacionarlo con cosas negativas y con comer de más emocionalmente”.
-Alice Toleman-
En 13 meses, bajó ¡70 kilos!
“Quiero inspirar y motivar a la gente con mi viaje.
Quiero que sepan que pueden luchar contra la obesidad y vencerla”.