La historia de Pat Manuel es un reto constante de superación. Primero, la de una mujer que derribó todos los cánones y se dedicó al boxeo de forma profesional. Después, la de no esconder su identidad de género y llevar a cabo su transformación transgénero.
Ahora, se prepara para una pelea profesional (ya lo ha hecho en amateur) de la que, sea cual sea el resultado, saldrá como ganador. Cuando suba al ring, se convertirá en el primer boxeador transgénero en disputar combates oficiales como hombre tras haberlo hecho antes como mujer.
El camino para llegar hasta ahí no ha sido nada sencillo.
Comenzó su carrera pugilística con 16 años. En aquel entonces, se llamaba Patricia y todavía no sabía que terminaría por cambiar de género. Pero lo que sí tenía claro, es que quería convertirse en boxeadora profesional.
Trabajó muy duro y se formó junto a las mejores. Su objetivo era convertirse en una de las grandes luchadoras de Estados Unidos y entrar en el equipo olímpico norteamericano. Lo terminaría consiguiendo, pero una grave lesión en el hombro le impidió cumplir su sueño a las puertas de las Juego Olímpicos de Londres en 2012.
Fue entonces cuando decidió dar el cambio de su vida. Desde hacía tiempo, se sentía un hombre encerrado el cuerpo de una mujer. Sabía que si quería convertirse en luchador masculino, debía aprender a boxear prácticamente desde cero. Sus condiciones físicas serían radicalmente diferentes. Era el momento propicio para afrontar el cambio de género.
“Decidí hacer la transición médica y continuar mi carrera como boxeador al mismo tiempo. No creo que pudiera verme como un hombre si dejara de ser boxeador, ambos están conectados”, comentó en una entrevista a agencia EFE.
Así, comenzó su tratamiento de sustitución hormonal en septiembre de 2013. Funcionó a las mil maravillas y, solo 18 meses después, se sometió a una operación de cirugía estética para completar la transformación.
“Cambié tanto mi físico que tuve que volver a aprender mi estilo y mi centro de gravedad”, reconoce, al mismo tiempo que manifiesta las dificultades que tuvo que afrontar con su nueva identidad de género. “Tuve muchas dificultades, algunos gimnasios no querían trabajar conmigo. Además, mucha gente que había estado conmigo antes dejó de apoyarme en la esquina del cuadrilátero”.
Sin embargo, todo ese esfuerzo tuvo recompensa y después de que el Comité Olímpico Internacional (COI) cambiase sus reglas el año pasado y determinase que los atletas transgénero tienen derecho a competir, llegó su momento.
En unos meses, se subirá a un cuadrilátero por primera vez en la modalidad de boxeador masculino. Será el triunfo de un sueño hecho realidad. Y, si gana, la reanudación de una prometedora carrera que detuvo cuando llevaba un balance de 49 victorias y solo dos derrotas.