Quizá a simple vista te cueste trabajo recordarlo pero te refrescaremos la memoria: Jonathan Brandis dio vida a Bill Denbrough, el líder del ‘Club de los Perdedores’ en la miniserie ‘It: Eso’ de 1990. También dio vida a Bastian Bux en la segunda entrega de ‘La historia sin fin’, también de 1990 y participó junto al legendario Chuck Norris, en Sidekicks, de 1992.
Una ídolo adolescente
Brandis se convirtió en una sensación juvenil de los 90, con un físico encantador, un talento camaleónico y una prometedora carrera. Sin embargo, en un abrir y cerrar de ojos, esta comenzó a desmoronarse. Jonathan no era el típico ídolo adolescente. Claro, tenía unos deslumbrantes ojos azules y proyectaba un gran carisma, pero era claramente un poeta y tenía su propia manera de hacer las cosas.
Amaba acercarse a los fans por lo que tenía su propia columna de consejos en revistas para adolescentes, lo cual le dio una reputación positiva. Brandis evitaba cualquier tipo de escándalo y a diferencia de muchas estrellas del momento, se mantuvo alejado de la droga. Tuvo un romance con Tatyana Ali de ‘El Príncipe de Bel-Air’ y fue de las primeras estrellas en imponer orgullo con un romance interracial.
La caída de una promesa
A finales de los 90 y principios de los 2000, la fama de Brandis se desvanecía y depositó su fe en proyectos que nadie recuerda. A pesar de ello, tuvo la oportunidad de actuar al lado de VBruce Willis y Colin Farrell en ‘En defensa del honor’. Pero durante la edición, los realizadores redujeron al mínimo sus intervenciones, desatando una depresión en el joven, al grado que comenzó a beber y caer más y más.
Fue en 2003 que Jonathan Brandis decidió quitarse la vida; se ahorcó en su departamento de Los Ángeles y aunque fue encontrado con vida, murió en el Centro Médico Cedars-Sinai, a causa de las heridas que se provocó.
El suicidio puede pasar por la cabeza de prácticamente cualquier persona. Jonathan Brandis parecía tener la paz interior que pocos famosos tienen e incluso llegó a escribir en su columna de consejos sobre el suicidio. Jonathan aconsejó a los adolescentes que que siempre buscaran ayuda y que llamaran a la línea directa de prevención del suicidio. Por desgracia, terminó por tomar la dirección contraria.