En la época de los nazis, Alemania era un país muy peculiar, en el que exaltaban la pureza racial, especialmente entre la élite de la nación. Los miembros del NSDAP y los SS tenían que casarse con una mujer que tuviese el certificado especial que confirmara que se había graduado de la escuela especial para las futuras esposas.
¿Qué podrían aprender en esta educativa institución?
La primera escuela se abrió en 1937, y en 1944 ya existían 32 en todo el país. Todas las instituciones educativas estaban en la oficina de Gertrude Scholz-Klink, directora de la Organización Nacional Socialista de la Mujer.
El curso fue diseñado para 6 semanas (más tarde aumentó a dos meses). El costo de la capacitación fue de 135 Reichsmarks. Si la niña se casaba posteriormente con un hombre de pura raza, la familia recibiría un préstamo sin intereses del estado de 1.000 reichsmarks, que debía ser devuelto gradualmente. Es cierto que por cada niño nacido, la deuda disminuía automáticamente en 250 Reichsmarks.
No todas podían estudiar allí. La niña debía tener el pelo castaño claro, piel clara, ojos azules o verdes, y una estatura de unos 180 cm. Eran muy raras las excepciones. Por otra parte, si había más de 1/8 de sangre judía que fluyera por sus venas, o si alguno de sus padres padecía de esquizofrenía, no habría ni la mínima posibilidad de entrar a esta escuela.
¡Para estas féminas las puertas estaban cerradas!
La institución educativa inculcó principios, declarados incluso antes de Adolfo Hitler: kinder, kirche, küche (los niños, la iglesia y la cocina). Por lo tanto, a las niñas se les enseñó el bordado, la limpieza (tanto en la casa como en el jardín), a educar a los niños, así como comportarse correctamente en la sociedad. Las materias habituales eran historia, ciencia y política, así como lecciones obligatorias de educación física dos veces al día.
El gobierno tenía un interés bastante grande en el crecimiento de la población. Por cada niño, la familia recibía una asignación mensual de aproximadamente 30 marcos. Las familias grandes eran admitidas a la medicina preferencial. De hecho la propaganda tuvo sus resultados, tanto así que en 1934 nacieron alrededor de 1 millón de niños, y el número aumentó 1,5 veces en el 1939.
Las mujeres fueron obligadas en todos los sentidos a quedarse en casa y criar a sus hijos. Aquellas que dejaran el trabajo para el propósito antedicho, recibían un préstamo sin interés de 600 Reichsmarks. Los «estudios de la mujer» se basaban únicamente en ser vendedoras y ayudantes domésticas.
Incluso la educación superior no preferenciaba a la mujer. Ya en 1934, habían quedado apenas 1.500 estudiantes femeninas en las universidades alemanas (cuatro años antes, su número alcanzaba 32 mil). Además se alentó para que trabajaran en la agricultura. Bajo el poder de Hitler, se creó un programa, que les otorgaba a las familias pequeños huertos.
Vale la pena mencionar que las alemanas solteras menores de 25 años debían trabajar por el bien de la patria. A menudo trabajaban como sirvientas en algún lugar de las aldeas. En cuanto a las representantes de las clases bajas, éstas fueron enviadas a campos de trabajo. Allí se les dio un uniforme con un símbolo en sus mangas, y tenían que trabajar al menos 20 horas a la semana.
Como puedes ver, las exigencias en ese país eran muy duras. Incluso las mujeres no podían ejercer la medicina porque se creía que no se podía confiar una ocupación tan importante como el cuidado de la salud a un «sexo débil». ¡Qué tontería, diríamos hoy! Pero así eran aquellos tiempos…