“¿Quién no querría estar al lado de Marilyn Monroe toda la eternidad?”, esa fue la explicación que Hugh Hefner dio en una entrevista en 2009 luego de que se le preguntara sobre la compra del nicho que se encuentra al lado del sepulcro de Marilyn Monroe.
75.000 dólares fue la suma que pagó el creador de Playboy para poder yacer al lado de la famosa actriz.
“Supe por casualidad que el sitio de al lado se había quedado libre y actué de inmediato (…) Creo en lo simbólico (…) Pasar la eternidad junto a Marilyn es demasiado dulce para no hacerlo”, dijo en entrevista a un diario alemán.
Desafortunadamente, la realidad fue otra. Aunque la primera edición de la revista del conejito tuvo a Monroe en su portada como también en sus páginas centrales, las fotos habían sido tomadas para un calendario cuatro años antes, en 1950, cuando la rubia era prácticamente desconocida.
El magnate compró las imágenes en 1953 por 500 dólares y para ese entonces, ya Monroe estaba bien plantada en la palestra pública. Sin consentimiento alguno, las imágenes salieron a la luz vendiendo más de 50.000 copias para ese entonces.
“Nunca recibí siquiera un gracias de todos aquellos que hicieron millones con una foto de Marilyn desnuda (…) Incluso tuve que comprar una copia de la revista para verme en ella”, escribiría la actriz en sus diarios
Pavoso, horripilante, escalofriante, espeluznante… Son algunas de las traducciones de la palabra en inglés “Creepy”. La más usada para catalogar todo el acto de Hefner.
El millonario fue sepultado finalmente el sábado en una ceremonia privada donde asistieron su esposa, Crystal Harris, sus cuatro hijos y varios directivos de Playboy.
Pero no es el único
Quien le puede ganar a “Hef”cuando de lugares privilegiados se trata, es el fallecido Richard Poncher, un viejo millonario que compró el nicho que se encuentra sobre el de Monroe. Las exigencias no terminaron ahí. Poncher pidió ser sepultado boca abajo para estar cara a cara con Norma Jean.
“Cuando estire la pata, si no me pones boca abajo sobre Marilyn, te perseguiré el resto de mi vida”, dijo Poncher a su esposa Elsie antes de morir. La viuda, escéptica, puso en subasta el nicho en internet.
“Dios, ni siquiera después de muerta puedes estar tranquila sin que un hombre se acerque a decirte ‘¿Hay alguien aquí sentado?‘ al tiempo que se sienta a tu lado”, tuiteó la escritora Sarah Nicole Prichett. Sólo un ejemplo de varios comentarios en redes sociales sobre el pertubador incidente.
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Vía: El País