A muy poco tiempo del fallecimiento del fundador de la revista Playboy, Hugh Hefner, uno de sus ex asistentes personales, Stefan Tetenbaum, brindó una entrevista en la que reveló los secretos más oscuros de las fiestas de la mansión Playboy.
Stefan reveló que en las “Noches puercas” que organizaba el empresario en la legendaria propiedad participaban prostitutas de alto nivel y los hombres más exitosos del mundo. Y es que allí, los poderosos encontraban un refugio para poder dejar volar su imaginación y cumplir sus fantasías más salvajes.
El ex asistente es hoy en un escultor y lleva una vida muy diferente a la que tenía por aquellos días, en compañía de Hefner. Entre las cosas que reveló, Stefan dijo que Hugh siempre le demandaba tener a su disposición una Pepsi a la temperatura perfecta y limpiar sus juguetes íntimos después de ser usados.
The New York Post publicó en los últimos días la entrevista con Stefan y ya ha generado una gran repercusión. El ex asistente confesó también que Hefner solo se limitaba a ver lo que sucedía a su alrededor en las fiestas y casi nunca tenía intimidad con las esculturales mujeres que pasaban cada noche por su propiedad. Mientras a su lado sucedían todo tipo de situaciones escandalosas, el fundador de Playboy solo disfrutaba de observar, fumar marihuana y saborear sus dulces de regaliz.
Stefan expresó también que uno de sus labores más siniestros era el de acompañar a las mujeres a salir de las habitaciones, cuando en muchos casos ellas no podían siquiera caminar por su propia cuenta, debido a la intensidad de los actos que consumaban. Además aclaró que ellas recibían bonos de parte de Hefner, como pago por sus participaciones.
Hugh grababa todos los encuentros con dos cámaras sobre su cama y esas imágenes eran transmitidas directamente a dos enormes pantallas sobre el otro lado de la habitación. Tenía una videoteca de estos encuentros íntimos, en donde aparecían distintos empresarios y celebridades.
Stefan reveló también que toda la mansión estaba monitoreada y hasta las líneas telefónicas estaban intervenidas para tener control total de lo que sucedía dentro de la propiedad. Además confesó que Hugh no era una persona muy agradable y que él nunca se aprendió su nombre.
Hefner era hipocondríaco y tenía un menú específico para cuando se sentía enfermo. Se trataba de una Pepsi –con la temperatura perfecta-, una sopa Campbell’s de pollo con fideos y confites M&M.
Las confesiones más preocupantes en realidad tienen que ver con el presunto protagonismo de drogas en sus fiestas y el maltrato que Hefner ejercía sobre “sus chicas”. Se aseguraba que todas tuvieran implantes de senos -lo que a fines de los setenta no era una práctica segura- tras décadas de mejoras en las prótesis.
Algunas sufrían movimientos indeseados y muchas veces sus siliconas explotaban, generándoles un tremendo dolor y un gran riesgo para su salud. Según Stefan, Hefner las mandaba al hospital y las reemplazaba rápidamente por otras mujeres: “No le importaba, para él eran descartables”.
“Comenzó siendo un innovador, un hombre liberal a favor del aborto, los derechos gay y la marihuana. Cuando se mudó de Chicago a Holmby Hills se convirtió en otro sucio viejo rico”, sintetizó Stefan y confesó que no sintió nada al enterarse de su fallecimiento.