Cuando Bruce Campbell promediaba los 20 años, compró por 23 mil dólares las 4 hectáreas en las que descansa su avión. Hoy esa parcela de bosque en Portland, Oregon, es su hogar. En 1999, después de escuchar hablar a un peluquero de Mississippi sobre una curiosa transacción aeronáutica, adquirió un enorme Boeing 727 por 100 mil dólares.
Durante años, se encargó de refaccionar el avión para convertirlo en su casa. Un hogar que en realidad es un avión comercial de tres motores y ahora cuenta con un futón, una cocina, un área de lavandería y una ducha. Allí, dice, vive al menos durante seis meses de cada año desde hace década y media.
Hoy Campbell tiene 66 años, pero sus inquietudes por explorar horizontes desconocidos comenzaron desde joven. Se graduó como ingeniero y desde entonces quiso llevar una vida alejada de lo convencional. Nunca se casó. De hecho, se reconoce “socialmente bastante inepto”. La mayor parte del tiempo la pasó “entretenido con actividades y juguetes técnicos“.
Al pago inicial de 100 mil dólares, le debió agregar otros 120 mil por el costo de la remoción de alas y colas. Por entonces, la aeronave estaba estacionada en un muelle japonés. Campbell pidió que la trasladaran hasta Portland y la remolcaran hacia sus 4 hectáreas de bosque.
A bordo, el ingeniero lleva una vida modesta. Duerme en un futón, se baña en una ducha improvisada y cocina con un microondas o tostadora, casi siempre alimentos enlatados y cereales. “Mi idea es elegir el camino que me hace más feliz”, le dijo a Daily Mail.
De acuerdo a Campbell, se requiere valentía para alejarse de “una vida de tedio” en una típica cabaña de madera, tal como lo indicaría “el rebaño”. “El rebaño es intrínsecamente incapaz de abrir nuevos caminos a nuestro futuro. Solo los pensadores independientes y audaces pueden hacer eso. Por eso, ignorá al rebaño”, remarcó.
A su vez, el ingeniero comparó los materiales de construcción de una tradicional cabaña con los de una aeronave. “No quiero ofender, pero la madera es, en mi opinión, un terrible material de construcción”, señaló. “Las casas de palos rectangulares no pueden soportar vientos fuertes. Cuando se incendian, a menudo, matan a sus comensales, son fácilmente accesibles para los ladrones, tienen fugas y se degradan rápidamente”, agregó.
La transición no fue sencilla. Mientras refaccionaba y ponía en condiciones al avión, Campbell vivió durante años en una casa móvil. Debido a las pésimas condiciones de higiene, su hogar provisorio se infestó con ratones. No tuvo alternativa más que acelerar el proceso y mudarse a su nave, pese a carecer de un permiso de construcción.
El tiempo pasó. 15 largos años y todavía busca mejorar su hogar. Sigue restaurando los elementos originales de su interior, como asientos y luces. La otra mitad del año la pasa en Japón. Allí también busca comprar un fuselaje de un Boeing 747. Su objetivo: vivir los 365 días en un avión.
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Vía: Infobae