En las últimas horas, una publicación de Facebook de Christopher Roybal perturbó al mundo entero. Es que este hombre combatió en Afganistán, consiguió regresar ileso y murió en la masacre de Las Vegas. Semanas antes, había escrito un mensaje premonitorio en el muro de su cuenta personal en la red social.
El pasado 18 de julio Christopher escribió en su Facebook un mensaje, sin saber que sería el último. Su título era: “¿Cómo es que te disparen?” y narraba algunos de sus recuerdos de la guerra.
Traducción:
“¿Cómo es que te disparen?
Es una pregunta que la gente hace porque es algo que menos del 1% de nuestra población estadounidense experimentará alguna vez. Especialmente, cuando ocurre diariamente. Mi respuesta es siempre la misma, no una llena de un sentimiento de orgullo o ego, sino una respuesta llena de verdad y auténtico miedo y enojo, que por cierto, van de la mano. Según mi nivel de intoxicación, respondo con nada más que la verdad, de mi experiencia de primera mano.
Al ingresar en lo que los canales de noticias llamaban en ese momento como “el lugar más mortífero del planeta”, estaba excitado por probar cómo sería un combate real. Como sería convertirse en un guerrero armado en el Lejano Oeste de nuestros días. Mi primer combate fue algo que nunca olvidaré.
Al terminar lo que se suponía que sería un patrullaje rápido a pie de 4 horas, recuerdo poner la mano sobre Bella y decirle lo bien que lo había hecho, cuando comencé a oír el sonido de un látigo sobre el metal de la parte exterior del vehículo, algo que la mayoría ve en las películas.
Recuerdo que el primer día no estaba seguro de cómo sentirme. Nunca fue miedo, para ser honesto, sino una gran confusión. Sobrecarga sensorial… seguida por una cantidad de adrenalina que nunca podría ser duplicada por una aguja. Estaba excitado, enojado y maníaco. Listo para seguir en lo que se convertiría mi vida normal de cada día durante los meses siguientes. Tomando el toro por sus astas.
Desafortunadamente, cuando el combate continúa y se incrementa el número y la violencia, la excitación decae y lo que queda es la bronca. La bronca queda, mucho después de que tus compañeros han muerto, las vidas que te has llevado están enterradas y tus botas son guardadad limpias en un galpón militar. Todavía cubiertas de polvos, has rechazado lavarlas, por miedo a olvidarte las emociones más crudas que puedas sentir como ser humano.
¿Qué se siente al ser disparado? Es una pesadilla de la que ninguna cantidad de drogas, ninguna terapia ni ninguna borrachera con tus compañeros veteranos de combate te hará posible escapar.
Saludos.”