Sobre los crímenes perpetrados por el régimen nazi contra la humanidad se han narrado mucho. Esto debe recordarse constantemente, para que no se vuelva a repetir en el futuro.
En 1940, el fotógrafo polaco Wilhelm Brasse se negó a jurar fidelidad a Hitler, por lo que recibió 3 años de prisión. El hombre huyó, pero de nuevo fue atrapado y enviado a Auschwitz.
En ese lugar terrible, Brasset se vio obligado a tomar imágenes sobre varios de los experimentos que los médicos locales, entre los cuales estaba Josef Mengele, llevaron a cabo sobre las personas. Entre 1940 y 1945, Brasse realizó más de 40 mil tomas diferentes.
Después del final de la guerra, quiso volver a su trabajo favorito, pero no encontró la fuerza suficiente para volver a mirar el visor, y tuvo que buscar otra ocupación.
Brasse tuvo la desgracia de conocer al famoso médico Josef Mengele, quien se hizo célebre por sus espeluznantes experimentos con los prisioneros. Periódicamente, Wilhelm tuvo que documentar los resultados de esas torturas.
Una vez este hombre se vio obligado a fotografiar las torturas de los prisioneros que murieron bajo la influencia del gas «Ciclón B».
Esta es la famosa foto de Czesław Kwoki, un polaco de 14 años. Fue gracias a él que el mundo conoció el libro de la poetisa Theresa Edwards y a la artista Lori Schreiner, por su «Painting Czeslaw Kwoki», dedicada a los niños víctimas del Holocausto.
Brasset dijo que estaba muy avergonzado por los pobres prisioneros. Todo lo que podía hacer por ayudarles era tratar, de alguna manera, de calmarlos, ya que de lo contrario el hombre correría el riesgo de ser asesinado.
Muchos años después del final de la guerra, Brasse volvió a visitar Auschwitz, y les contó a los visitantes sobre los horrores que habían sucedido en aquel campo de concentración. Brasse llevó consigo una cámara, pero no pudo hacer una sola foto… De hecho, nunca más en su vida…
Murió en 2012, a la edad de 94 años, en su ciudad natal de Żywiec, Polonia.
Este testigo obligado de los crímenes de la humanidad tuvo que soportar una durísima prueba para sobrevivir. Me imagino su impotencia, al no poder ayudar a las víctimas del régimen nazi.
Asegúrate de compartir este recuerdo, en memoria de todos aquellos que perdieron la vida en los campos de concentración… Un triste recuerdo, sí, pero que no debe ser olvidado nunca…