¿Implantes de pecho en una niña de 4 años? Así es la vida de Maddy, la modelo infantil con copa C

Es modelo desde los 13 meses y su madre está orgullosa de que su hija sea “glamorosa” con implantes de pecho y trasero. ¿Qué piensas tú?
Hace poco hablábamos de cómo los concursos de belleza infantil han distorsionado (aún más) el concepto de infancia. Hoy es posible ver cómo padres son capaces de inyectar con bótox a niñas de 8 años para que luzcan “más bellas” y ganen en las participaciones. Pero el caso de “Maddy” es igual o aún más espeluznante.
Maddy Jackson tiene 4 años y de acuerdo a varios portales, participa en concursos de belleza desde los 13 meses.
No obstante, su belleza no es solo natural, sino que kilos y kilos de maquillaje y preparación son parte de su rutina a sus cortos 4 años. El estrés, por supuesto, es parte de su deformada infancia.
Detrás de ella se encuentra el interés de sus padres que, a muy corta edad, la comenzaron a producir y poco a poco generar ese ánimo de competición por los concursos de belleza.
Uno de los tantos concursos en los que ha participado causó gran polémica por su atuendo. En él vistió con implantes de pecho de copa C, así como un trasero aumentado simulando el aspecto de una mujer de 20 años, en una niña de 4.
De acuerdo al medio Daily Mail, el intento de su madre y Maddy Jackson era imitar a la cantante de country Dolly Parton, quien es conocida por tener unafigura curvilínea y  vestir un amplio escote.
¿Cuáles son los motivos para que una niña de 4 años imite a una mujer de 70 años? Los desconocemos.

A pesar de las duras críticas que ha recibido la familia de Maddy por permitir que le hagan eso a la pequeña, su madre defiende este hecho y asegura que “se alegra de que su hija sea glamorosa“.
No tenemos que ser un genio para saber que ponerle implantes de pecho y trasero a una niña de 4 años es algo que está mal. La infancia de la joven de seguro se ha distorsionado, pues más que jugar con muñecas, le interesa ser una de manera integral.
Lamentablemente solo nos queda preguntarnos qué hemos hecho mal para llegar a este punto en donde un negocio de “concursos de belleza infantiles” mueven cantidades de dinero desorbitantes.