20 personas revelan sus cicatrices y de dónde vienen en un potente proyecto fotográfico

Las cicatrices tienen mala reputación. A menudo se ven como feas, peligrosas, criminales y algo que esconder o de lo que avergonzarse. En la cultura popular, son los chicos malos los que tienen cicatrices.

Con razón tanta gente se siente insegura sobre ellas. Sophie Mayenne, de Londres, Inglaterra, está trabajando para cambiar estas percepciones a través de su proyecto de fotografía ‘Detrás De Las Cicatrices’, una serie de conmovedoras fotografías de gente con sus cicatrices y las historias que hay detrás.

1. Maya

Los últimos meses han sido todo un reto a medida que el estado de mi piel se deterioraba enormemente. Desde los 18 meses de edad, cuando fui diagnosticada con epidermolisis bullosa, hasta principios de este año, pude vivir una vida casi normal a pesar de mi piel, era fácil de esconder y de tratar. Pero a principios de este año empecé a empeorar rápidamente y ahora puedo hacer menos cosas que antes. Mi seguridad en mi misma y mi autoestima son casi inexistentes al mayor parte del tiempo. Una gran parte de mis días la paso tratando mi piel o sufriendo por ella. Pero ahora, más que nunca, necesito recordarme que sigo siendo la antigua yo.

Sigo siendo preciosa y esta enfermedad con la que tendré que lidiar durante el resto de mi vida no me define como persona. Siempre será una gran parte de mi vida pero nunca dejaré que la domine. La EB es tan rara que hay muy poca concienciación sobre ella y en muchos casos pone en peligro tu vida, así que publico esto no solo por mi sino para todo aquel que está sufriendo. Por la falta de conocimiento, los fondos destinados a pruebas e investigación son tan limitados que yo probablemente nunca tenga acceso a una cura. Por mucho que eso me enfade, tan solo espero que los niños del futuro tengan acceso a más tratamientos y una posible cura. Si a alguien le importa lo suficiente como para saber más sobre la EB, que busque en Google “Debra eb”.

2. Mercy

“Mis cicatrices son de un incendio relacionado con la violencia doméstica. Me quemé a los 29 años y el proceso de asimilarlo ha sido complicado. El consuelo que recibo de mis cicatrices es que me han hecho quien soy ahora. Las llamo la joya más preciosa y cara que poseo. He sobrevivido y, si que me hagan una foto y exponer mis cicatrices puede ayudar a alguien más, ¡eso me vale!”

3. Agnes

“En 1997, a los 7 años, sobreviví a una explosión de gas. He recibido 27 cirugías reconstructivas. Siempre me he sentido cómoda con mis cicatrices, para mi son preciosas y te cuentan historias diferentes. Son especiales.”

4. Tracey

“Mi nombre es Tracey. Soy una madre de 45 años. En 2012, mi médico de cabecera me diagnosticó un resfriado común que empeoró drásticamente. Se me administró medicación para el resfriado, la cual me hizo sentir fatal. Llamé al 999 y alguien vino a verme. Dijeron que todo estaba bien. Todo estuvo bien durante 40 minutos o algo así. Le pedí a mi hija que hiciese la cena, y después me fui al piso de arriba a tumbarme -y no me desperté. Mi hija llamó al 999 y ella y mi amiga Chyle se subieron en una ambulancia de camino al Kings College Hospital.

Cuando desperté, me sentía confusa. No reconocía a mi hija ni a mi amiga. Me hicieron un escáner y descubrieron que tenía dos tipos de meningitis. Se me indujo un coma durante un mes. Cuando desperté, no podía hablar. Mi hija venía a verme a diario -podía escucharla pero no podía responder, lo cual me enfadaba. Después descubrí que me habían puesto tubos de alimentación en la garganta -me dijeron que no dejaba de intentar arrancármelos.

Estuve en cuidados intensivos durante más de dos meses antes de tener un ataque al corazón. Mientras sufría el ataque, los médicos encontraron un tumor en una válvula de mi corazón y un agujero en el corazón. Reemplazaron la vávula con una de titanio que hace tic tac como un pequeño reloj. Después de la operación me pasaron de vuelta a cuidados intensivos, pero esta vez estaba en una habitación aislada por la meningitis y la recuperación. Después de un mes me hicieron una traqueotomía, la cual me permitió hablar y comunicarme con los médicos, las enfermeras y mi familia. Durante un tiempo no pude hablar bien y solo podía comunicar lo básico y hablar un poco.

Me resultaba difícil entender a los otros, pero lo intentaba con respuestas de una palabra. En abril me enviaron al ala de neurología del hospital Lewisham, donde los médicos me enseñaro cosas básicas como contar, hablar, caminar, comer, beber, lavarme y vestirme. Durante el primer mes no podía andar bien así que me dieron una silla de ruedas -y después un andador para caminar por los pasillos del ala llamado “Frank Cooksey”. Los cocineros del ala no dejaban de alimentarme ya que tenía una talla 2-4. Después de semanas caminando por el ala del hospital, me dejaron caminar por el hospital con familia, amigos y equipo del hospital.”

5. Megan

“Cuando tenía 14 años rescaté a un caballo llamado Fly, e inmediatamente me enamoré de él. Una mañana me encontraba alimentando a los caballos en el campo (como cada mañana). Fly intentó golpear a otro caballo que tenía detrás, pero falló y me golpeó a mi en la cara, justo debajo de mi sien izquierda. Al principio me quedé en shock, era joven y estaba sola en un campo cubierta de sangre. No obstante, después de algunos viajes al hospital la cicatriz es ya parte de mi cara. Ya han pasado 4 años desde el golpe, la cicatriz se ha adherido al hueso del pómulo y por eso se nota tanto. Aunque se me presentase la oportunidad de quitar la cicatriz, nunca lo haría. ¡No creo que la belleza tenga que ser simétrica!”

6. Isabella

“Hoy estoy un poco enfadada con el mundo. Me enfada que hayan pasado 2 años y 2 días y todavía no me sienta completa. Me han abierto y me han cosido y puesto grapas, pero hoy no me siento entera. Me enfada que mis recuerdos y sueños de lo que pasó se mezclen con el presente. Han pasado 2 años y 2 días y hoy no me siento bien. Pero lo haré.”

7. Bintu

“Cuando era joven, tiré una taza de té hirviendo de la encimera. Como resultado, me quemé el hombro izquierdo hasta el pecho izquierdo y el estómago. Mi cicatriz lleva conmigo desde que tenía 11 meses de edad -es todo lo que conozco, ni siquiera recuerdo mi cuerpo sin cicatriz. Tengo días más seguros en los que digo “No es más que una cicatriz”. Estoy segura de que todo el mundo tiene una cicatriz. Sin duda he tenido mis días malos, pero solo cuando conozco a alguien nuevo y se me quedan mirando con disgusto. Me hace pensar, Dios mío, ¿tengo algo en el cuerpo? Y después recuerdo “la quemadura” lol. Llevo esta cicatriz porque forma parte de mi. No es más que una cicatriz.”

8. Chloe

“Empecé a autolesionarme a los 13 años y siempre he luchado con ello desde entonces. El problema con las autolesiones es que empeoran progresivamente y acabas haciéndote cada vez más daño a ti misma del que creías posible cuando empezaste. Es una verdadera adicción y llegas al punto en el que los cirujanos te dicen que la cirugía plástica no puede arreglar el aspecto de las cicatrices, así que lo único que puedes hacer es quererlas tanto que las connotaciones negativas que vienen con las autolesiones desaparezcan poco a poco junto a todo el dolor relacionado con las cicatrices. Mis cicatrices cuentan mi historia, y nunca dejaré que las ideas u opiniones de nadie cambien eso.”

9. Zuzanna

“Yo nací sin ambos radios. Cuando tenía un año pasé por la primera cirugía en mi mano derecha. Un año después, los médicos decidieron operar la izquierda. Dos médicos diferentes operaron mis manos. La primera operación fue bien. Durante la segunda, hubo algunas complicaciones. Los médicos no sabían que los huesos de mi mano izquierda eran diferentes de los de la derecha. A los 15 años, me di cuenta de que en mi muñeca izquierda pasaba algo. Tuve que pasar por cirugía de nuevo.

Esta enfermedad se llama hemimelia y un caso como el mío se da en 1 de cada 100,000 personas. Siempre he tenido un gran problema con mis cicatrices -no podía aceptarme a mí misma por ellas y el resto de gente también tenía problemas con ellas. Ahora pienso que esto es lo que soy. Por fin siento que no tengo que esconderlas, porque esta soy yo de verdad.”

10. Sam

“A los 14 años jugué con un arma y eso me llevó a toda una vida en silla de ruedas. Pero, a pesar de lo que puedas pensar, nunca he encontrado una razón para ser victimizada por mi condición. Mis cicatrices espirituales y físicas me han hecho más fuerte, empoderada. Quería ser jugadora de tenis, así que me convertí en jugadora de tenis. Quería ser modelo y, adivina… soy modelo. Como modelo de diversidad, trabajo en la industria de la moda representando a personas que tienen limitaciones pero que no están limitadas. Aman, luchan, ganan, pierden. Son reales y mi historia las ayuda a ver lo preciosas y significativas que son. Incluidas todas las cicatrices.”

11. Isabella

“Durante el verano del ’15 estuve en un incendio en una casa. Mi ropa y mi forma de vida se incendiaron. Pasé el verano en la unidad de quemados en Fulham Road. Mis cicatrices y el tejido cicatrizado siguen cambiando, pero yo nunca me he sentido más bonita.”

12. Adele

“En 2014 fui diagnosticada con Ewings Sarcoma, un cáncer de huesos. Recibí quimio durante casi un año y varias cirugías para trasplantar huesos en mi brazo. Me sacaron trozos de hueso de la pierna y el muslo. En una ocasión, el trasplante se rompió, así que pasé por una importante cirugía que llevó 8 horas. En dos años he tenido 10 operaciones y tengo una programada para noviembre de 2017.”

13. Abi

“Cuando tenía 27 años me diagnosticaron un tipo de cáncer raro y extremadamente agresivo llamado Osteosarcoma. Los médicos creen que tenía el tumor desde que tenía 26. Me dolía el brazo derecho al dormir, siempre que cortaba verduras y me vestía. Fui a ver a un quiropráctico, él me movió el brazo y yo grité. Me dijo que tenía un músculo dañado y que era muy dramática. Sin él saberlo, lo que se encontraba detrás de mi grito “dramático” era algo bastante siniestro.

Estaba viviendo en Sudáfrica, Ciudad del Cabo, y acababa de recibir mi visa para vivir allí. Estaba trabajando con víctimas del tráfico sexual de mujeres y apoyando a mujeres y niños maltratados. Acababa de empezar a ayudar en un grupo de apoyo cuando una de las niñas se acercó a mí y me dijo: “Tú no me conoces pero quería hacerte saber que he tenido 3 sueños seguidos muy reales sobre ti. En ellos vienes a mi casa, y cuando me despierto siento la presencia de Dios, así que creo que tienes que venir a mi casa.”

Yo soy una persona bastante espiritual, y había tenido sueños durante mi infancia que se habían hecho realidad, así que pensé en ir a verla. El día que fui a su casa, ella no estaba. Mientras caminaba por su jardín, sentí que su perro iba a venir a por mi. El perro parecía tranquilo, así que simplemente cerré la puerta y, mientras metía el brazo para cerrarla, escuché al perro ladrar y saltar para morderme, así que salté hacia atrás y mi brazo se partió con la caída.

Mi amiga me llevó al médico. Me hicieron un escáner y mostró que la rotura había sido muy limpia. La cara del médico cambió cuando vio mi escáner. Me citó para ver a otro médico la mañana siguiente. A mí me dolía tanto que en realidad ni me pregunté por qué me enviaba a otro médico. Cuando lo vi la mañana siguiente me hizo todas las preguntas típicas del cáncer: has perdido peso, has sangrado, y así. Dijo que algo había estado erosionando mi hueso -el corazón me latía fuerte pensando en todo lo que podría ser. Entonces dijo esas palabras tan temidas que, literalmente, me dejaron sin aliento: lo más probable es que tengas cáncer.”

14. Leo

“Cuando tenía 20 años iba a tomar un atajo a través del parque local cuando me di cuenta de que la valla había sido cerrada. Decidí escalar por encima de la reja, me resbaló el punto de apoyo y se me enganchó la cara por dos sitios. Los barrotes me atravesaron la cara. Por suerte, el trabajador del parque se dio cuenta de qué había pasado y llamó a una ambulancia. Sentía que mi aspecto había sido arruinado por el accidente, pero seguí como si nada. A menudo la gente piensa que he estado en una pelea o he sufrido un ataque de cuchillo, así que piensan que soy una mala persona.”

15. Iris

“Hoy soy una mujer fuerte e independiente gracias a mi madre y por lo que ha pasado. Todo ha sido parte de mi proceso. Todo empezó cuando tenía 5 meses. Mientras echaba una siesta, un lado de mi cama empezó a arder y perdí dos dedos. Llevó un año de recuperación en el hospital y 25 años para aceptarlo. He pasado por incómodos apretones de mano y miradas, susurros de niños y por esconderlo a toda costa, lo cual significaba usar siempre mi otra mano. Por lo que pasó, mi madre crió a una luchadora que ya no tiene miedo de quién es. No voy a esconderlo, aunque sigue doliendo cuando muevo la mano y, a veces, es una lucha mental aceptarlo por completo.”

16. Barbara

“En 2014 fui diagnosticada con angiosarcoma del pecho, un raro y agresivo cáncer. Tres cirugías y dos tratamientos de quimioterapia después estas son las cicatrices que llevo. La operación más reciente fue una cirugía innovadora que incluía retirar el esternón y cuatro costillas, que son reemplazadas por cemento quirúrgico, músculo de mi espalda y un injerto de piel. Me llevó mucho tiempo poder aceptar mis cicatrices. Documentan mi viaje y el coraje y la fuerza que no pensé que tenía. Recientemente supe que el cáncer había vuelto. Sorprendentemente, me siento en paz.”

17. David

“Las cicatrices de mi brazo izquierdo son de autolesiones durante los últimos 7 años. La cicatriz en la parte superior derecha del abdomen es el resultado de una cirugía para extraer cartílago de las costillas para reconstruir mi oreja izquierda.”

18. Hannah

“Mi cuerpo es un carrusel de cicatrices -las nuevas llegan, escogen una parte y hacen un nido en la constelación que tengo grabada en la piel. Con el tiempo, algunas desaparecerán hasta que ni siquiera recuerde la primera vez que apreté mi dedo contra la piel arrugada y le di la bienvenida al grupo. Hay cicatrices de autolesiones que se remontan más allá de lo que puedo recordar, algunas tan difusas que olvido que están ahí hasta que un cambio de luz me las muestra otra vez, otras son firmes sobre el tejido con manchas. Son burbujas de biopsias de piel, cicatrices de cirugía y un tapiz de señales de desaciertos alcoholizados que nunca olvidaré.

Es un lienzo que, en líneas generales, he llegado a aceptar, reírme de él y aprender de él. La capa más profunda de cicatrización, no obstante, siempre ha sido la más compleja de domar. Las cicatrices que atraviesan mi cuerpo son un regalo intercambiable de una enfermedad autoinmune llamada morfea. La naturaleza de esta enfermedad significa que mi piel probablemente nunca deje de adquirir estos nuevos colegas; en su lugar, vienen y van en tonos “que te jodan”.

Hay antiguos moratones que poco a poco se difuminan en una red en mi estómago a partir de los dos primeros brotes, zonas blancas calcificadas que alcanzan un límite y lesiones brillantes que acaban de surgir. Si fuesen estáticos, estoy segura de que estaría más cerca de aprender a amar la piel dentro de la que estoy, pero su naturaleza tempestuosa hace que sean difícil de ignorar.

Algunos días son tan sensibles que un roce de tela puede provocarme escalofríos y ducharme se ha convertido en una estraña danza que nunca quise aprender, saltando entre la sensibilidad al agua caliente, después el agua fría y después frotar. No obstante -con un pequeño empujón y un intento de verlos desde una perspectiva externa- estoy aprendiendo a amar cada uno de ellos a medida que aparecen.

Son parte de mi: cada peca, lunar, cicatriz, tatuaje, moratón y lesión están entrelazados en un arcoiris que se extiende por mi piel. Así que voy a abrazar cada nueva marca porque son un recordatorio de cada batalla que he luchado en este cuerpo. A medida que colecciono nuevas cicatrices, aprenderé a navegar entre la evolución a medida que surge.”

19. Jessica

“Tenía solo 8 años cuando tuve un accidente de tráfico. Estaba con mi amiga y su madre, sentada en el asiento de detrás del coche. No llevaba cinturón. De pronto, un coche apareció de la nada y vino hacia nosotras. Chocamos de forma violenta y el coche dio dos vueltas. Por desgracia, fui yo quien sufrió las peores heridas -cuando el coche daba vueltas, rompí la ventanilla cayendo sobre ella.

Me golpeé con la cabeza en el suelo (perdiendo parte de mi pelo), y el coche quedó sobre mi con medio cuerpo dentro y la otra mitad fuera. Me llevaron al hospital en helicóptero. El médico me indujo un coma y me operó el hígado dañado. Sufrí traumas en el pecho y la cabeza. Estuve en coma durante 10 días, y al décimo el médico le dijo a mi madre que no había nada más que hacer y que no sobreviviría a aquella noche.

El día siguiente me desperté con una temperatura de 42º por la medicina que me habían dado. El médico le dijo a mi madre que había sido un milagro. Llevo 22 años de mi vida cargando con esta cicatriz y ha sido como un tatuaje que representa un capítulo nuevo.”

20. Grace

“Me las arreglé para pasar entre 1993-2004, hasta que tuve 21 años, sin ningún problema de salud. Ningún hueso roto, ninguna enfermedad seria y, de pronto, estaba pasando por cirugía cerebral. Me alegré de forma muy estúpida de no perder tanto pelo cuando tuve las 2 operaciones con un año de diferencia. Ni siquiera perdí demasiado durante la radioterapia. Ahora tengo una línea que da la vuelta a un lado de mi cabeza por la que nunca crecerá pelo. Me encanta. La veo cada día y la abolladura en mi cabeza por debajo, y el bulto donde el músculo se soltó y reagrupó. Me recuerda por lo que he pasado y cómo no solo sobreviví, sino cómo arrasé.

A principios del año que viene (2018) me “reabrirán” la cicatriz de la cabeza -van a reconstruir mi cara abollada. Espero el mejor resultado, pero también conservar esta línea casi perfecta y pronunciada. La cicatriz de mi barriga s más reciente. Esa ha sido más difícil de asimilar -pero estoy intentando no darle demasiado poder. Yo mando. Mi cuerpo es una colección de marcas y recuerdos. Es un mapa de mí misma. Algún día dejaré este mundo, escaparé de mi piel y dejaré atrás toda forma amada, tan amada, por mí y por otros, ¡habrá estado habitada!”

¿Y tú qué opinas?

Vía: Panda Curioso