Las buenas relaciones con la gente son importantes, porque las conexiones sociales constituyen una parte significativa de nuestras vidas. Pero no siempre la simpatía de los demás vale el tiempo que se dedica a esto. Si notas que gastas más en los asuntos de otras personas que en los tuyos, es momento de detenerse y reflexionar.
1. No sabes decir que no
Qué sucede: en la lista de tus asuntos pendientes, hay más tareas de otras personas que tuyas. Ayudar, comprar, solicitar, aconsejar, cuidar, prestar… Cada pequeña cosa ocupa tu tiempo invalorable. Si te preguntas qué ha hecho toda esta gente por ti y que requiere una atención infinita, probablemente no encontrarás la respuesta.
Qué hacer: pon tus tareas en primer lugar. Si sientes que eres un egoísta o un ingrato, lo más probable es que se deba a la manipulación de tus emociones. Antes de tender ciegamente una mano, piensa: tal vez a esta persona le gusta estar en problemas todo el tiempo.
2. Buscas aprobación
Qué sucede: no te sientes seguro y tratas de obtener la aprobación de personas importantes. Las acciones en respuesta a las cuales recibes los elogios del jefe, de tus compañeros de trabajo, de tus amigos y parientes son “buenas”, pero para las cuales no hay tal respuesta no son valiosas o “malas”.
Qué hacer: decide que ya eres bueno y no necesitas probarlo. En lugar de buscar aprobación, esfuérzate por alcanzar tus objetivos. Crecer en la profesión, cuidar tu salud, amar y ser amado. La confianza será tu fiel ayudante, y la necesidad de caer bien a los demás desaparecerá.
3. Suavizas las cosas
Qué sucede: no discutes, no peleas, no te quejas y no defiendes tus intereses. Es más fácil estar de acuerdo, soportar o permanecer en silencio, para algún día recibir la aceptación de los demás. Pero esto es una ilusión. Si no defiendes tu postura, nadie sabrá que la tienes.
Qué hacer: permítete tener tu propia opinión. No necesitas buscar soporte en la persona cuya voz suena más fuerte y con más confianza. Expresando abiertamente tu pensamientos, muestras tu individualidad. El respeto merecido es más honorable que una sola sonrisa.
4. Te culpas por las emociones de los demás
Qué sucede: a menudo te disculpas si no pudiste cumplir el pedido de otra persona, no adivinaste sus pensamientos, expectativas y sentimientos. Ira, resentimiento, tristeza, molestia: cualquier manifestación de emociones negativas en otros te asusta y te hace sentir mal.
Qué hacer: quítate este peso de encima: la responsabilidad por los sentimientos, las expectativas y los problemas de los demás. Cuando te sientas culpable, piensa en lo que la otra persona hizo para resolver su problema y por qué tiene tiempo para lloriquear y sufrir, si el dilema aún no está resuelto.
5. No tienes límites
Qué sucede: estás disponible para hacer cualquier cosa por todos casi las veinticuatro horas del dìa. Si alguien tiene un asunto urgente, es una excusa para renunciar a todas tus tareas, cruzar la mitad de la ciudad y resolver el problema del otro de forma gratuita. Puedes posponer fácilmente tus asuntos, pero negarte a ayudar a otro es difícil.
Qué hacer: determina cuál es la norma para ti y haz llegar esta información a los demás. ¿Te vas para el fin de semana? Di que puedes trabajar en ese proyecto hasta el viernes. No deberías poner excusas. Tienes que convertirte en una prioridad de una vez por todas.
6. Haces lo que no te gusta
Qué sucede: otras personas: padres, parientes, amigos y conocidos, te indican lo que “debes” hacer. Como rara vez dices que no, tu tiempo está fragmentado en muchas piezas pequeñas y ninguna de ellas te pertenece.
Qué hacer: separa tu espacio personal: tiempo para descansar, tiempo para trabajar, para el trabajo doméstico, para pasear, para sentirte feliz, para viajar. Asigna un día cuando solo haces lo que quieres. Establece un orden de prioridades y piensa bien antes de aceptar o no el trabajo de otra persona.