Cada día el ser humano se vuelve adicto, por así denominarlo, a las sustancias que le parecen agradables a su degustación. No hay nada mejor que ese burbujeo en tu boca, el sabor dulce y refrescante que ocasiona una gaseosa recién salida del refrigerador.
La Coca Cola, es la bebida gaseosa número uno de todo el mundo. No puede haber una reunión familiar en la que falte esta gaseosa que ha conquistado el paladar de cada uno de nosotros. Pero, todo en exceso es malo, y para probarlo, tenemos la historia de Donna.
Donna Gunner, es una señora de 51 años, residenciada en Somerset, Reino Unido. Gunner, tenía el mal hábito de consumir 30 latas de Coca Cola diarias, un hábito que mantuvo por 20 años de su vida.
Imagínense consumir 30 latas diarias de gaseosa. ¿Cuántas calorías diarias estaríamos hablando?, 4.170 calorías diarias, prácticamente 1 Kg de azúcar por día.
“No tenía idea de que tenía un problema, pero me despertaba un par de veces por la noche y abría una lata, anhelando el azúcar y la cafeína”, comentó Donna.
El consumo compulsivo de esta gaseosa ocasionó en ella graves problemas de salud, llegando a convertirla en una paciente diabética tipo II y a tener problemas de la presión arterial, junto con un aumento de peso.
Esta bebida contiene sustancias nocivas para nuestro organismo, a los 10 minutos de haberla ingerido es como tomar 10 cucharadas de azúcar. A los 20 minutos, el hígado trasforma la azúcar en grasa, en 40 minutos, el hígado produce más azúcar de lo debido poniéndonos más activos y a los 45 minutos, producimos la misma cantidad de dopamina que al consumir heroína.
Con esta gaseosa es posible limpiar desde motores de automóviles hasta destapar cañerías, imagínense lo que puede ocasionar a nuestro organismo.
Si hablamos del gasto que debe conllevar esta adicción, no debe ser nada económico costearse 30 latas diarias durante 20 años. Donna, reconoce que este hábito compulsivo la llevo a gastar más de 60 mil dólares desde que tomo la decisión de empezar a consumir esta gaseosa.
“Era totalmente adicta. Cuando traté de salir, literalmente me volví loca”, confiesa Donna.
Gunner, habla de que intentó en muchísimas ocasiones dejar el hábito que tenía por la Coca Cola pero al final del día siempre terminaba sucumbiendo de nuevo a ella. Fue muy difícil para ella terminar con lo que en un principio fue solo un gusto. Donna llegó hasta pasar por un síndrome de abstinencia, sintiéndose como una drogadicta.
En primer instante, cuando se propuso hacer ejercicio para dejar el sedentarismo, pasó por un momento vergonzoso con la caminadora del gimnasio. Ella dijo: “Las máquinas de ejercicio simplemente se apagaron cuando puse mis manos sobre el probador de presión arterial. Le pregunté al instructor qué pasaba con la cinta, pero dijo que era mi presión arterial”.
Después de un hábito que la perjudico bastante, con una gran fuerza de voluntad salió de la adición, cambiando su manera de comer y empezando a participar en maratones. Debido a que dejó de consumir la bebida gaseosa, perdió peso y poco a poco se deshizo de todo aquello que le causaba daño.
Hoy en día, se siente muy disgustada por todo el daño que ella misma se ocasiono a su cuerpo y todo el dinero mal gastado.
Esta bebida es sumamente perjudicial. Haz la prueba, coloca el hueso de un pollo en un vaso con Coca Cola y verás como el hueso se deshace. ¡Recuerda compartir con tus amigos esta historia y advierte de los efectos de esta bebida!