Un portal web conversó con algunos pilotos, que nos han contado algunos detalles desconocidos de su trabajo. A continuación compartimos parte de sus testimonios:
1. A veces ni pisan el país al que viajan.
Cuando hacen tanto la ida como la vuelta, tienen unos descansos mínimos que tienen que respetar por normativa y dependen del tipo de vuelo: en vuelos intercontinentales, por ejemplo, son de unas 24 horas.
Sin embargo, si únicamente hacen la ida, pueden volver en el mismo avión que han llevado (volado por otra tripulación) ocupando una plaza de pasajero. Esto “supone llegar a un país, esperar el tiempo que tarda una escala (entre una y tres horas) y volverte. ¡Hay países de los que solo conozco la plataforma, ni siquiera la terminal!”.
2. Pero también puede que se queden una semana en un hotel en la playa con todo incluido.
En temporada baja, puede ocurrir que entre la ida y la vuelta pase una semana y, en esos casos, es la compañía la que paga el hotel de su tripulación.
3. A veces el avión va o vuelve vacío.
“Se pueden hacer vuelos con un propósito concreto, como pueden ser el de llevar peregrinos, en los que llevas pasajeros en un sentido o en otro. Es decir, vas con el avión lleno para llevarlos y dejarlos allí y vuelves en vacío a por más o al revés: vas en vacío para traerlos de vuelta a su país de origen”.
En otros casos simplemente llevan el avión de un sitio a otro para empezar a operar desde ahí.
4. Normalmente no comen lo mismo que los pasajeros.
Depende de la compañía, pero no siempre tienen el mismo menú que los pasajeros, aunque sí hay diversas opciones. Otras veces les dan a elegir entre su comida y la de los pasajeros. “Suelen decirnos qué tiene mejor pinta”. Y también les dan cacahuetes o almendras.
5. Y es verdad lo de que la tripulación no puede comer los mismos platos.
“Los pilotos no pueden comer el mismo plato durante el vuelo para evitar que los dos queden incapacitados por intoxicación alimentaria”. Si hay más de dos pilotos sí pueden repetir plato, aunque lo normal es que traten de evitarlo.
6. En la cabina hay camas.
Casi todos los aviones grandes tienen una o varias estancias (conocidas como crew rest) en las que suele haber literas para el descanso de las tripulaciones.
Aparte, “algunos aviones, como el Boeing 747, tienen una cama dentro de la cabina para que el piloto de relevo pueda descansar”.
7. Los pilotos hacen guardias (y no pueden beber).
“Aparte de los días de vuelo programados, hay días en los que estamos de Imaginaria o de Reserva. Esto son días en los que durante un periodo de unas horas (suelen ser 12) estamos de guardia o localizados para que, en caso de que salga un vuelo que no estaba previsto, estemos disponibles para hacerlo”.
Es decir, que tienen que estar a una distancia razonable del aeropuerto y en condiciones óptimas para volar, así que nada de tomarse una copa de vino con la comida.
8. Hay que examinarse cada año.
La licencia de vuelo dura más, pero los pilotos se especializan en volar un determinado tipo de avión y cada año tienen que aprobar esta habilitación. Por otro lado, las aerolíneas suelen realizar entrenamientos cada seis meses para que se enfrenten a situaciones a las que normalmente no se enfrentan (fallos de motor o de sistema, por ejemplo). “Así estamos familiarizados y entrenados para enfrentarnos a cualquier situación critica que pueda ocurrir en el avión, aunque sea la primera vez que nos pase de manera real”.
9. Difícilmente vas a aterrizar un avión aunque te estén dando instrucciones desde la torre de control.
Y no solo por quien esté aterrizando, sino porque cada avión es distinto, así que quien diese las instrucciones tendría que conocer muy bien la cabina. “Si la persona que está a los mandos tiene unos conocimientos mínimos de aeronáutica, por ejemplo un piloto privado, y quien le da las instrucciones tiene un conocimiento de la cabina y de los procedimientos a seguir y sabe explicárselos a través de la radio de manera precisa, quizá el desenlace podría no ser tan trágico aunque tampoco creo que fuese un buen aterrizaje… ¡Si ya es difícil poner la lavadora tal y como te está explicando tu madre o tu padre por teléfono (y eso que solo tiene un cajetín, una ruleta y 2 botones), imagínate aterrizar un Jumbo!”.
10. La gente sigue intentando fumar en el baño… Y se pueden meter en un problema.
“Intentarlo desde luego que lo intentan pero normalmente se les pilla enseguida. Los baños tienen detectores de humo instalados lo cual hace que en cuanto alguien se enciende un cigarrillo salten las alarmas. Es un riesgo bastante tonto ya que está considerado un delito contra la seguridad y hay que reportarlo a las autoridades aeroportuarias a la llegada del avión y pueden no solo ser multados sino también detenidos y procesados”.
11. Y no es lo único que hacen.
“Por mucho que se tapen con la manta se ve el vaivén… ¡y son más de los que te imaginas!”
12. También es común que algún pasajero se emborrache.
Hay que tener en cuenta que el alcohol afecta más en un vuelo por la presurización… Y esto hace que a veces haya pasajeros que se peguen (o lo intenten) o falten al respeto a la tripulación, que es quien se encarga de solucionarlo. Si la cosa se pone complicada, avisan a cabina y a veces esto supone que el avión tenga que aterrizar en el aeropuerto más cercano para que detengan al pasajero. “Normalmente la compañía denunciaría a esos pasajeros y tendrían que pagar todos los costes”
13. Y sí: la gente tiene intimidad en el baño.
“El otro día el pasaje llamó la atención a los auxiliares porque el baño llevaba mucho tiempo ocupado, llaman a la puerta a ver qué pasa, y sale una pareja de unos 70 años descojonados de la risa, imagínate por qué tardaban tanto…”.
Vía: Buzzfeed