10 Cosas locas que hicieron nuestros antepasados y probablemente no sabías

Si crees que el mundo, se está volviendo cada vez más loco, entonces tienes algo de razón. De hecho, siempre han existido cosas extrañas, y aún más raras han sido las acciones humanas. Nosotros encontramos evidencias convincentes sobre eso.

Hoy te presentamos a continuación 10 hechos históricos que te harán ver a nuestros antepasados y a su forma de vida de una manera diferente, echa un vistazo:

1. Duelo de esposos

En la Alemania medieval, un esposo y una esposa podían resolver sus disputas de una manera bastante cruel: un juicio por combate. Según las reglas, el hombre tenía que luchar, sentado hasta la cintura en un pozo. Una de sus manos debía estar atada a su cuerpo, y en la otra debía sostener un garrote. Las mujeres podían moverse dentro de un área limitada y usar una bolsa con piedras como arma.

2. Una victoria después de la muerte

Incluso su propia muerte no evitó que el héroe nacional de España, El Cid, ganase su última batalla contra los moros. Fue herido antes de la batalla por una flecha envenenada y murió, pero para que el ejército no se diera cuenta del fallecimiento de su líder y no perdiera su espíritu de lucha, su esposa, doña Jimena, vistió el cuerpo de su marido con la armadura y lo sentó en el caballo. Curiosamente, el truco funcionó, y el ejército bajo el “mando” del héroe fallecido ganó la gran batalla.

3. Monumento a la pierna izquierda

Hay muchos monumentos extraños en el mundo, pero los escultores y artistas del pasado hacían extravagancias tanto como los actuales. Por ejemplo, en el parque histórico nacional de Saratoga en los Estados Unidos, se erige un monumento en honor al pie izquierdo herido del Mayor General Benedict Arnold, un participante en la Guerra de la Independencia.

Cabe señalar que Arnold es una figura muy controvertida. Aunque se hizo famoso siendo héroe en las batallas al lado de los estadounidenses, esto no le impidió en el futuro pasarse del lado de Gran Bretaña.

4. Los juicios de los animales

En la Edad Media, los juicios no solo eran para las personas, sino también para los animales. Muy a menudo, los acusados ​​eran mascotas: los gatos fueron culpados ​​de hacer brujería; vacas, pollos (en particular, un gallo que tuvo un huevo) y cerdos.

Por ejemplo, en este grabado se ve a un cerdo que fue declarado culpable de matar a un niño. Al tribunal no le importaba que los animales no pudieran decir nada en su defensa, ya que los testimonios de los testigos fueron tomados en consideración.

5. La campana que fue mandada a Siberia

No solo los animales eran castigados. Incluso los objetos inanimados en otros tiempos no podían evitar ser condenados. Así sucedió con la campana de Uglich (Rusia): su “crimen” fue que, en 1591, informó a los vecinos de la ciudad sobre la muerte de Tsarevich Dmitri, lo que provocó levantamientos populares.

La campana “culpable” fue sentenciada a cortarle el badajo y azotarla, y luego fue mandada a la ciudad siberiana de Tobolsk, donde permaneció en el “exilio” durante 300 años, después de lo cual fue devuelta. Hoy, se puede ver en el Museo del Estado de Uglich.

6. Muerte por la belleza

La moda de la blancura de la piel, combinada con un rubor brillante que existió en los siglos XVII-XVIII, fue realmente devastadora. El albayalde solo empeoraba la condición del rostro, lo que obligaba a las amantes de las tendencias a aplicar cada vez más cosméticos. Pero lo peor fue que la fascinación por el maquillaje tóxico, a veces, llevaba a la muerte.

La hermosa condesa que se ve en este retrato, llamada María Coventry, a quien recuerdan como “la víctima de los cosméticos ”, murió el 30 de septiembre de 1760 (con tan 27 años) por una intoxicación con plomo. Pero incluso tales incidentes no pudieron detener a las mujeres en su búsqueda del atractivo.

7. Ohaguro

Esta extraña tradición era común en los pueblos del sudeste de Asia, América del Sur, África, Japón (de allí viene este término), Rusia y Europa Occidental, en los siglos XVI y XVII. Curiosamente, en algunos lugares, esta costumbre sigue presente hasta el día de hoy.

Hay varias versiones de su aparición: el deseo de ocultar el mal estado de los dientes, la necesidad de protegerlos contra los daños con un barniz especial o, por el contrario, para crear la ilusión de los dientes afectados por caries, ya que esta enfermedad afectaba solo a los ricos (porque eran los únicos que tenían suficiente dinero para comprar dulces y azúcar).

8. Atravesar el cuerpo con varias armas

El artista y diseñador holandés Mirin Dajo (cuyo verdadero nombre era Arnold Gerrit Henskes) se hizo famoso por su capacidad de atravesar su cuerpo con espadas y otras armas sin dañarlo. También comía vidrio, lo que tampoco lo lastimaba.

Muchos espectadores, a menudo, se desmayaban ante el rechinido que emitía la espada al tocar los huesos (no había flujo de sangre). Todavía no hay ninguna explicación de cómo podía Dajo hacer estos peligrosos trucos, pero es cierto que él, desafortunadamente, no era completamente invulnerable: el artista murió por una aguja tragada.

9. Retratos sin cabeza

Con la llegada de la era victoriana, la gente se aburrió con los retratos habituales y, gracias al desarrollo de la fotografía, apareció una nueva forma relativamente rápida de capturarse en todo su esplendor. Y, como ahora, en esos días había una especie de “flash mobs”, por ejemplo, imágenes sin cabeza. La falta de Photoshop se vio compensada por el ingenio de los fotógrafos y por métodos como la combinación de negativos y retoques.

10. Momia de los tiempos modernos

Jeremy Bentham, un filósofo inglés del siglo XIX, era una personalidad sobresaliente. Fue el primero en introducir el concepto de la responsabilidad del Estado ante los ciudadanos, fue partidario de la igualdad de los géneros, abogó por los derechos de los animales y defendió el principio de mayor felicidad para el mayor número de personas.

Pero como suele ser en el caso de las personalidades extraordinarias, Bentham tenía algunas rarezas. En su testamento, el filósofo pidió poner su esqueleto en la misma posición en la que estuvo sentado durante su vida en la University College de Londres, donde él enseñaba. La solicitud inusual se cumplió exactamente, aunque la cabeza de Bentham fue reemplazada por una copia de cera (por el bien de la “presentación”).