El primer ejemplar descubierto del hombre de Cromañón tenía la cara llena de nódulos benignos debido a una enfermedad genética, según un equipo de investigadores franceses.
Hallado en 1868 en una cueva de Les Eyzies de Tayac, en el suroeste de Francia, el primer esqueleto de cromañón es el de un Homo Sapiens varón de unos 28.000 años de antigüedad.
Con ocasión del 150º aniversario de su descubrimiento, el fósil, cuyo cráneo se conserva en el Museo del Hombre en París, ha sido reexaminado por el forense y antropólogo Philippe Charlier y otros investigadores como el paleoantropólogo Antoine Balzeau.
A raíz de esos estudios, “hemos hecho una propuesta de diagnóstico: padecía una neurofibromatosis de tipo 1”, explicó Charlier a la AFP.
Esa enfermedad genética provoca el desarrollo de tumores benignos de los nervios periféricos, tanto superficiales como profundos (neurofibromas), así como la aparición de manchas en la piel.
La investigación fue publicada este viernes en la revista médica The Lancet.
El equipo de expertos hizo un examen antropológico y médico sobre el hombre de Cromañón y utilizó un escáner en el Museo Nacional de Historia Natural.
Luego compararon los datos extraídos con los de distintos registros anatómicos y patológicos en Francia, lo cual les permitió hacer su diagnóstico.
El cráneo del hombre de Cromañón “presenta una lesión al nivel de la frente que corresponde a la presencia de un neurofibroma”, que habría desgastado el hueso, indicó Charlier.
“Su conducto auditivo interno izquierdo también resultó dañado, presumiblemente por un tumor que engordó”, añadió.
Con esa propuesta de diagnóstico, “hemos realizado una reconstitución realista de la cara de ese hombre de edad mediana, teniendo en cuenta su patología”, explicó.
Y su rostro apareció lleno de neurofibromas: un gran nódulo en la frente, otros más pequeños en las cejas y algunos cerca de la nariz y de los labios. “Tenía en todas partes”, dijo Charlier.