La credulidad no es un signo de mente pobre. De lo contrario, ¿cómo explicar el hecho de que Sir Arthur Conan Doyle, toda su vida haya creído en la existencia de las hadas? ¿O qué cientos de espectadores hayan pensado que el árbol de las pastas realmente existe?
Hemos encontrado para ti 15 pruebas históricas de que las personas, incluso las escépticas, son capaces de creer casi cualquier farsa con una condición: debe ser contada de manera convincente.
“La madre de los conejos”, Mary Toft, 1726
Una inglesa de Surrey logró engañar nada menos que a los médicos. Mediante cierta clase de manipulaciones, la mujer pudo convencer a varios galenos de que daba a luz… conejos. Después del “nacimiento” del conejo número 15, decidieron poner a Mary Toft bajo observación y, como resultado, su engaño fue descubierto. Luego de este incidente, la sociedad se burló durante mucho tiempo de la credulidad de los médicos, ya que en esos años pensaban que las mujeres podían modificar al feto en su útero con el poder del pensamiento.
“El gran engaño de la Luna”, 1835
“El gran engaño de la Luna” fue una serie de artículos publicados en el periódico Sun de Nueva York, en los cuales se informaba sobre la supuesta construcción, en el Cabo de Buena Esperanza, de un gran reflector telescópico, mediante el cual los científicos habían podido ver detalladamente la superficie de la luna. Decían que había sido descubierta “la civilización de los habitantes lunares”: unos “hombres-murciélago” inteligentes. El fraude fue descubierto varias semanas después de la primera publicación, que, sin embargo, no afectó la circulación y credibilidad del periódico, ya que el público se había divertido con su propia credulidad.
“El gigante de Cardiff”, 1869
El gigante de Cardiff era la escultura de un hombre de más de 3 m de altura, a la cual se hizo pasar, con bastante éxito, como los restos fosilizados de un gigante real que, supuestamente, había vivido en la prehistoria. Según la leyenda, dos trabajadores de Cardiff (Nueva York, EE. UU.) habían descubierto el “cuerpo” mientras cavaban un pozo. Se declaró que eran los restos bien conservados de un nativo de Norteamérica, y el dueño del terreno inmediatamente comenzó a cobrar a los que deseaban ver al gigante.
Pero el “hombre prehistórico” resultó ser un engaño: un ateo llamado George Hull, decidió molestar y poner en ridículo a cierto sacerdote que defendía, persistentemente, su creencia de que la Tierra, según La Biblia, había estado habitada por gigantes. Para ello hizo cortar una escultura de yeso y ordenó enterrarla en unas tierras de su hermano, luego contrató a los trabajadores para cavar un pozo de agua y, de esa manera, encontrar al supuesto gigante y completar la farsa.
“La papa ’Maggie Murphy’”, 1895
La leyenda de la papa gigante “Maggie Murphy” fue creada en Loveland (Colorado, EE. UU.) por el editor del periódico de la ciudad, Thorndyke, que de este modo quería llamar la atención sobre la próxima feria local. El “tubérculo de papa” fue hecho de madera y dado a conocer como una papa de verdad, supuestamente cultivada por el granjero local Joseph Swan. La gente de todo el país creyó el cuento fácilmente y hasta comenzó a pedirle al agricultor trozos de la legendaria papa para cultivarlos y obtener su propia “cosecha gigante”.
“El engaño del Dreadnought”, 1910
¿Quién de esta foto crees que, en realidad, es un estafador? Tal vez sería más correcto preguntar cuál de ellos no lo es. Todos son estafadores o, como los llamarían en nuestro tiempo, bromistas, disfrazados de invitados extranjeros. Es más, el noble del turbante, ubicado a la izquierda, ni siquiera es un hombre, sino la escritora Virginia Woolf, y el hombre del bigote de la derecha es el aristócrata William Horace de Vier Cole, el “líder” de esta pequeña pandilla de amantes de las bromas.
Los “gamberros atrevidos” decidieron jugar más bromas y, mediante un engaño, organizaron una visita al buque insignia HMS Dreadnought de Gran Bretaña, pretendiendo ser miembros de la familia real de Abisinia, acompañados por un “intérprete” (Cole). Los “honorables visitantes” inspeccionaron el barco expresando su admiración mediante galimatías, con predominio de la exclamación “¡bunga bunga!”, y a pesar de que el oficial que los acompañaba conocía a Virginia y a Horace, no pudo reconocerlos.
Esta travesura, como muchas otras, le fue perdonada a Cole, aunque fue amenazado a recibir latigazos a modo de castigo, a pesar de su noble origen. Cole ignoró esta amenaza y respondió que los oficiales debían, en primer lugar, castigarse a sí mismos por haberse dejado engañar tan fácilmente.
“La historia de una bañera”, 1917
En 1917, un periodista y escritor satírico estadounidense, Henry Luis Mencken (foto) publicó un artículo titulado “El aniversario olvidado”, donde presentó la “historia” del invento de la bañera moderna, hecho ocurrido, supuestamente, 75 años antes, en Cincinnati. En el artículo, Mencken argumentaba que antes, en los Estados Unidos, era ilegal tomar baños porque los médicos los consideraban peligrosos para la salud.
Por supuesto que las bañeras, parecidas a las modernas, aparecieron mucho antes y para nada en los EE. UU. (Un ejemplo es esta bañera del museo chipriota), pero resultó que muchos ni siquiera lo sabían. A pesar de que el periodista solo quería bromear y volver a corroborar la credulidad de los lectores, la gente consideró su artículo tan verdadero que continuó refiriéndose a él como una fuente seria de información, hasta muchos años después de la refutación oficial.
“Las hadas de Cottingley”, 1917-1921
Estas fotografías fueron tomadas en 1917 y 1921 por dos adolescentes: Elsie Wright, de 16 años, y su prima Frances Griffith, de 10. Debían demostrar que las “personas pequeñas” (hadas, elfos y gnomos) realmente existen. Sorprendentemente, estas figuras bidimensionales fueron consideradas reales incluso por Sir Arthur Conan Doyle, quien creyó en la autenticidad de las fotografías hasta el día de su muerte. En cuanto al origen de la última foto, donde las “hadas” parecen más voluminosas, la controversia continúa hasta nuestros días.
“Trucha peluda”, 1929
Esta criatura supuestamente fue capturada en Islandia, en Canadá y en algunos estados norteamericanos, particularmente Arkansas, donde un tónico para el crecimiento del cabello se vertió accidentalmente en el río. Los periódicos publicaron historias sobre los pescadores que atrapaban “truchas peludas” para coserse unas pantuflas, y pronto también apareció un ejemplar embalsamado; por supuesto, falso. Se desconoce quién comenzó a difundir historias sobre los peces cubiertos de pelo. Pero se puede suponer que la causa del mito fue el hongo Saprolegnia (o “moho de algodón”), que provoca la aparición, en el cuerpo de los peces contaminados, de unos hilos parecidos a la piel esponjosa.
“Una liebre con cuernos”, 1932
Ya en la Edad Media, la gente creía en las criaturas quiméricas llamadas “Volpinger”, “jackalope” o “lebrílope”. O al menos se mencionaban en libros y se representaban en grabados. Pero en los EE. UU. la leyenda de una liebre con cuernos ganó popularidad cuando el taxidermista Douglas Herrick, de Wyoming, hizo en broma un animal embalsamado de este espécimen ficticio.
La broma fue un éxito y, de ahí en más, el taller de Herrick produjo miles de animales de peluche de ese tipo. La ciudad donde se encontraba comenzó a emitir “licencias” a modo de souvenir para cazar liebres con cuernos. Dichas “licencias” se pueden obtener hasta el día hoy. Son válidas por 2 horas después de la medianoche del 31 de junio, y para conseguir una hay que pasar una prueba de coeficiente intelectual y no obtener más de 72 puntos, por lo que es poco probable que una persona inteligente la consiga.
“El árbol de espaguetis”, 1957
La broma, organizada el 1 de abril de 1957 por la BBC, resultó ser mucho más exitosa de lo que uno podría imaginar. Suecidó que muchos espectadores no tenían idea de dónde venía realmente la pasta, y se creyeron la historia sobre la “cosecha sin precedentes de espagueti” en Suiza. La compañía de televisión recibió un aluvión de llamados telefónicos de personas que estaban interesadas en cómo hacer crecer el árbol milagroso en sus casas. En respuesta, el personal de la BBC les aconsejaba “poner un espagueti en un frasco con salsa de tomate y esperar que floreciera”.
“El mensaje de Vrillon”, 1977
En esta foto se ve el transmisor Hannington, Inglaterra, a través del cual el 26 de noviembre de 1977 se hizo una “invasión alienígena” al aire. A las 17:10, durante la transmisión de las noticias de la noche, el sonido del programa fue interceptado. Las pantallas de los televisores mostraron fallas, mientras se escuchaba una extraña voz “electrónica” que decía ser un alienígena llamado Vrillon del Comando Galáctico de Ashtar.
En su mensaje, Vrillon advirtió a los habitantes de la Tierra sobre una catástrofe que amenazaba al planeta en caso de que la humanidad no cambiara de rumbo y no se deshiciera de sus “armas del mal”. El evento se considera un engaño, pero la identidad de la persona que lo llevó a cabo se desconoce hasta el día de hoy.
“Monóxido de dihidrógeno”, 1990
¿Cómo reaccionarías a una advertencia de mantenerte alejado del agua, porque contiene una “peligrosa concentración de hidrógeno”? Esta broma demostró claramente cómo la falta de conocimiento básico y las actitudes prejuiciosas hacia la ciencia, pueden llevar al pánico. Todo comenzó en 1990, cuando los estudiantes de la Universidad de California distribuyeron panfletos advirtiendo sobre la contaminación del agua con monóxido de dihidrógeno. En realidad, ese es uno de los nombres científicos del agua, que tiene por fórmula H2O.
Posteriormente, se crearon varios sitios web con información sobre el “peligro” del monóxido de dihidrógeno, y en 1997, Nathan Zohner, un colegial de Idaho, de 14 años, realizó un experimento para reunir votos entre sus compañeros de clase y lograr la prohibición de la “sustancia nociva”. Como resultado, de 50 personas 43 votaron a favor. En reconocimiento de este experimento, se inventó el término “zohnerism”, que significa “el uso de un hecho que lleva a conclusiones falsas a un público no versado en ciencia y matemáticas”.
“Archaeoraptor”, 1999
Archeoaptor es un nombre genérico dado extraoficialmente, en el artículo de la revista National Geographic, a los restos fosilizados del “eslabón perdido” entre las aves y los dinosaurios terrestres. Dicho hallazgo se produjo en China. Desafortunadamente, el “eslabón” resultó ser falso: fue recogido de fragmentos de los restos de varios animales. Este evento conllevó un gran escándalo y volvió a demostrar que cualquier hallazgo arqueológico debe ser revisado cuidadosamente.
“El engaño marciano”, 2003
Es difícil de creer, pero muchos usuarios de Internet, hace relativamente poco, se han pasado entre sí información acerca de un próximo acercamiento de Marte a la Tierra, durante el cual el Planeta Rojo tendría el mismo tamaño, en nuestro cielo, que la Luna. Por supuesto que Marte periódicamente se acerca a la Tierra, pero sigue siendo un objeto relativamente pequeño, como se ve en la foto (el punto rojo a la derecha de la Luna). Por cierto, la convergencia de Marte y la Tierra más espectacular en los últimos 15 años tendrá lugar en 2018.
“El incidente del globo en Colorado”, 2009
Y finalmente, uno de los engaños más recientes tuvo lugar el 15 de octubre de 2009 en Fort Collins (Colorado, EE. UU.). El matrimonio formado por Richard y Mayuni Heene lanzó al cielo un globo en forma de platillo volador, lleno de helio, e informó que su hijo Falcon estaba en él. Inmediatamente, se organizó una operación de rescate, los medios difundieron esta noticia y, como resultado, mucha gente creyó que el niño de 6 años había hecho un viaje peligroso a una altitud de 2 100 metros.
Todo resultó ser mucho más simple: Falcon no había volado a ninguna parte, por supuesto, sino que simplemente se había escondido en el ático de su casa durante todo ese tiempo. La historia fue inventada por sus padres para atraer la atención y tener una oportunidad de ganar dinero. Como resultado, los Heene fueron sentenciados a prisión y trabajos comunitarios, y a pagar una gran multa; también fueron obligados a presentar disculpas formales a las instituciones que se habían movilizado para “salvar” a su hijo.