Para descubrir nuevos enfoques de la educación para nosotros y para nuestros lectores, decidimos contactar a padres que viven en países cuya cultura no se hace pública con demasiada frecuencia. Nuestros interlocutores compartieron con alegría sus observaciones y nos contaron cómo es la paternidad en sus ciudades. Muchas de las características que descubrimos no se encuentran ni en los libros, ni en el cine, pero merecen nuestra atención porque son parte de la cultura mundial, responsable de formar el futuro de la sociedad.
Hoy compartimos los momentos más interesantes de las historias de nuestros encuestados.
1. Holanda
Sobre la vida de los niños en este país nos contó Julia, que vive en Holanda y tiene una hija.
En los Países Bajos, a los niños se les permite vivir la infancia como ellos quieran: saltar en los charcos, correr descalzo, meterse en la arena y, si así lo desean, expresar su descontento en voz alta en lugares públicos sin temor a miradas desaprobatorias de los demás. Todo está permitido. Los niños viven sin preocupaciones y conocen el mundo a su propio ritmo. No corren con su mamá a 48 círculos y talleres de desarrollo temprano antes de cumplir los 3 años. El holandés dirá: “Todo tiene su tiempo”.
Pero, a pesar de la aparente libertad, no se permite cruzar los límites establecidos por los padres. Un “no” a la holandesa es una clara restricción que no puede cambiar a un “sí”.
Algo a lo que todos los padres holandeses prestan atención desde el nacimiento es a acostumbrar al bebé a nadar, al desarrollo de la coordinación (en promedio, los niños aquí saben montar una bicicleta a los 4 años) y fortalecer el sistema inmunológico: un mínimo de medicamentos, mucho aire fresco y el proceso de acostumbrar el cuerpo del niño al frío.
2. Ghana
Natalia Sakado, madre de dos hijos, nos contó sobre la actitud hacia los niños en este país.
En Ghana, muy pocas madres pueden permitirse el lujo de quedarse con el bebé en casa después del parto; en la mayoría de los casos, el niño se queda con la abuela o va a la guardería o acompaña a la madre al trabajo atado a su espalda.
Aquí, toda la familia está dispuesta a trabajar hasta el cansancio para que su hijo o hija pueda obtener una educación y, una vez crecido, a su vez pueda trabajar y mantener a toda la familia. En ocasiones se envía a los adolescentes a la casa de los familiares más adinerados, donde sirven a cambio de la oportunidad de vivir y estudiar, por ejemplo, en la capital.
La vida de los niños de Ghana no es de envidiar. Muchos de ellos se ven privados de la alegría de la infancia y sueñan con crecer pronto para, finalmente, estar entre la “casta privilegiada” de los adultos. Y esto no es sorprendente por las siguientes razones:
En muchas escuelas todavía se practica el castigo físico.
Las cosas más simples, como caramelos o helado, se convierten en algo especial y añorable.
En muchas familias, la limpieza, el lavado de los platos y otras tareas simples son responsabilidad exclusiva de los niños. Los locales hasta bromean: “Por fin, tenemos un hijo y podemos olvidarnos de lavar los platos hasta el final de nuestros días”.
Mi hijo de 2 años, que crece en un ambiente de relativa libertad, causa en los residentes locales una variedad de emociones: algunos lo ven con desaprobación, otros, por el contrario, mirándolo comienzan a lamentar que interfieren con el crecimiento de sus pequeños, encasillándolos en los marcos que dicta la sociedad
Pero también hay cosas que realmente me gustan de los niños ghaneses: el respeto hacia los adultos, la diligencia, la independencia y su gran motivación para estudiar: la única oportunidad para muchos de tener éxito en la vida.
3. Italia
Polina, cuya familia grande y unida vive en Milán, nos contó sobre la vida con los niños en ese país.
Los italianos están muy atentos a los problemas de seguridad, apoyan y controlan al niño a cada paso. Pero al mismo tiempo, están absolutamente tranquilos con respecto a la comida. No les molesta en absoluto que el niño meriende con papalinas, hasta los pediatras recomiendan las palomitas de maíz como bocadillo, y ante un dolor de estómago, prescriben media taza de cola con el estómago vacío.
Los problemas de los niños se equiparan con los de los adultos. Nunca escucharás de los padres italianos frases como: “¡No interrumpas cuando los adultos hablan!”. Conversan con los niños en un lenguaje sencillo, razonan con ellos y resuelven sus problemas como lo harían con una persona grande. Los maestros de escuela tratan a los niños con respeto, no hay estudiantes que cumplen turnos de servicio obligatorios, solo hay niños que ayudan amablemente a ordenar.
Los adultos, conocidos y desconocidos, hacen cumplidos a los niños constantemente y por cualquier motivo. Por eso tienen mucha confianza en sí mismos y saben que siempre encontrarán apoyo entre los que los rodean.
La agresión en la sociedad está a un nivel muy bajo. Una pelea entre escolares es una rareza. No existe la noción “devuelve el golpe”. Pero al ver a un bebé, los adolescentes necesariamente le dirán “¡Ciao!” (“Hola”), y te preguntarán cómo se llama y cuántos años tiene. Un joven de 15 años no dejará de jugar en la calle con un niño pequeño que pasa.
4. Siria
Ekaterina, que regresó de Damasco a Rusia, nos contó acerca de cómo se cría a los niños en Siria.
En las familias sirias esperan con ansiedad la llegada de los herederos varones, que en el futuro se harán cargo de toda la familia. Por eso, si nace una niña, las familias locales siguen buscando hijos hasta que llega un bebé varón.
Antes de la escuela, como norma, los niños están con su madre. Durante el período escolar por lo general estudian según el programa (poca gente puede pagar tutores escolares y talleres para los niños pequeños). En su tiempo libre de la escuela, los niños ayudan a su padre en el trabajo y hacen mandados (el valor de este tipo de labor les es inculcado desde el nacimiento), y las chicas permanecen con sus madres, ayudando con las tareas de la casa.
La mayoría de los niños, al crecer, continúan con el oficio de su padre. Por supuesto, hay algunos que se van a estudiar una especialidad médica o militar en el extranjero (antes de la guerra, la mayoría de los sirios estudiaba en la URSS y en la Federación de Rusia), pero es bastante caro, por lo que no es muy común.
En general, como dice mi esposo sirio: los niños viven de acuerdo al horario de sus padres, nadie se ajusta a ellos y no se molesta particularmente en adaptarse a los horarios de su día.
5. Egipto
Raiana, una periodista profesional cuya familia vive en El Cairo, nos contó sobre la actitud de los egipcios hacia los niños.
Los niños en Egipto son el objeto de adoración universal, independientemente de la edad y del sexo. Donde sea que vayas con un niño, serás bienvenido. Si el niño se pone a llorar, los egipcios sonreirán, tratarán de ayudar a tranquilizar al bebé y nunca te harán un reproche, aunque estés en un restaurante, en el parque o en el transporte público.
Algunos expatriados toman estas expresiones de amor como una violación de los límites personales, pero la mayoría de las madres se sienten libres y seguras donde quiera que vayan con sus hijos. Aunque a veces se relajan demasiado y no le dicen nada al niño incluso en las situaciones en las que deberían hacerlo.
Si me preguntan cómo son las madres egipcias, diré que son relajadas. No les temen a los berrinches de los niños, no corren al hospital ante el primer estornudo, no estudian kilos de literatura, dependen de su propio instinto. Por cierto, aquí desde muy temprana edad alimentan a los niños con papas fritas y Coca-Cola, lo que me asusta un poco.
Pero, a pesar de eso, estoy impresionada por la capacidad de las madres egipcias de soltar la situación, por su calma y su confianza en sí mismas. Son cosas que me gustaría aprender de ellas.
6. Sudáfrica
Kate Kotenkova, cuya familia vive en Johannesburgo, nos contó acerca de la vida de la generación más joven en Sudáfrica.
Muchos niños sudafricanos tienen muy buen sistema inmunológico, ya que desde que aprenden a caminar, corren descalzos por todas partes (comenzando por la hierba cerca de la casa y terminando por el frío suelo embaldosado de los centros comerciales), y con cualquier clima.
Los niños son percibidos aquí como miembros ordinarios de la sociedad, no se los sobreprotege ni se ponen sus intereses por encima de todo. Los parientes juegan un papel muy importante en la crianza de los hijos y pueden interferir sin miramientos en los asuntos de la familia. Nadie les pide lo imposible: se pasan el día jugando y estudiando.
Por cierto, en cuanto al estudio: los gastos relacionados con la educación de los niños, tal vez sea la mayor parte de todos los gastos familiares. Las escuelas públicas y los jardines de infantes son pagados, los privados también son pagados, pero más caros. Y no todas las familias pobres entienden la importancia de la educación, sus hijos aspiran a empezar a ganar dinero lo antes posible. A menudo se los puede encontrar pidiendo limosna en las carreteras durante el horario escolar.
7. Malasia y Noruega
Sobre estos países nos contó Daria, cuya familia cambió el cálido clima de Malasia por las nieves de Noruega.
En Malasia hay jardines de infantes públicos y gratuitos, y privados. Los jardines de infantes privados se dividen en locales e internacionales. Mis hijos fueron a un jardín de infantes privado local.
Todo el sistema educativo se basa en el estudio excesivo: los niños de 3 años tienen una gran cantidad de libros de texto y deberes. En el jardín de infantes, los niños todos los días aprenden matemáticas, dibujo, inglés y malayo. De manera opcional, chino mandarín. Los niños de familias musulmanas deben asistir a clases de religión.
Los jardines de infantes de Noruega son completamente diferentes.
No hay clases en los que los niños deban permanecer sentados detrás de los pupitres. Los niños son libres de elegir: hay un área de Lego con una gran cantidad de diferentes constructores: magnéticos, de velcro, etc. Hay papel y lápices, juguetes de peluche, utensilios de cocina: todo está al alcance, y el niño decide qué hacer.
Hay una sala separada para el estudio del medio ambiente que tiene todo lo necesario: microscopios, lupas, pinzas y frascos. También hay una sala para los juegos de rol: un hospital, una tienda, etc. Hay una sala especial para las manualidades donde hay pegamento, hilo, papeles de color, brillo, y el favorito de todos los niños de 5 años: Pyssla.
En cualquier clima, se sale a pasear dos veces al día. En verano, todas las actividades se realizan en la calle, incluido el almuerzo. Una vez a la semana, se hace una caminata al bosque con termos de chocolate caliente y deliciosos sándwiches.
Los jardines no son gratuitos, pero el precio se fija por el número de días que se visitan. Están abiertos de 6:45 a 17:00 hs.
8. Sri Lanka
Katya Tsoylik, que vive en la isla, nos contó sobre el enfoque de Sri Lanka sobre la crianza de los niños.
En Sri Lanka hay culto a los niños así que, al venir aquí, prepárate para que los habitantes de Sri Lanka, sin pedirte permiso, pellizquen las mejillas de tu hijo, le besen las manos y le conviden golosinas.
Tradicionalmente, las familias de los pueblos tienen muchos hijos. Tres es poco, cinco y siete estará bien. A los niños se les enseñan los conceptos de la familia desde la infancia, por lo que crecen muy unidos. Aquí nadie tiene prisa, los niños se empiezan a encargarse de las tareas domésticas de a poco, desde la edad de 7 años, cuando comienzan la escuela.
De 4 a 7 años, casi todos los niños de nuestro pueblo van al llamado “taller Montessori”: una especie de jardines de infantes en los monasterios, donde, por supuesto, nadie sigue el método de Montessori, los niños simplemente cantan, dibujan, bailan, y cada seis meses arman conciertos de presentación para todo el pueblo.
Los niños comienzan a usar uniformes cuando empiezan el jardín de infantes, y su color varía según la edad y la institución educativa. Los peinados forman parte del uniforme de las niñas: a la guardería van con 2 colas, y a la escuela con 2 trenzas atadas con cintas rojas.
Sri Lanka ocupa el segundo lugar en Asia en tazas de educación. Desde el nacimiento del niño, los padres comienzan a ahorrar dinero para su educación, aunque las universidades y los colegios son gratuitos para los ciudadanos. Pero para ingresar a la universidad, hay que aprobar un examen de ingreso muy difícil, por lo que los niños comienzan a prepararse para la admisión desde los 12 años.
La manera de educar a las chicas es un poco más cerrada que la de los chicos. Se les enseña que no deben competir con el hombre, que cada uno tiene su lugar y propósito en la vida, y creo que hay un grano de verdad en eso.
Tomo de la cultura de Sri Lanka lo que me parece razonable, hago una mezcla de estas costumbres, las sazono con sal y las sirvo con frutas frescas en la mesa de mis hijos. Y creo que todo está bien.
El mundo es tan grande, pero en todos los rincones del planeta hay padres que saben exactamente cómo criar a un niño feliz y están dispuestos a hacer todo lo posible para lograrlo. Cuéntanos, ¿qué enfoque de la crianza te resultó más cercano? ¿Sobre qué países te gustaría leer la próxima vez?