La impresionante documentación fotográfica de una paciente con varios trastornos mentales

Para las personas que no sufrimos este tipo de padecimientos, las enfermedades mentales son un problema muy difícil de imaginar. Nadie quiere ser esclavo de su propio cerebro, y es realmente una idea inconcebible vivir una vida donde no se tiene el control de su día a día al igual que la mayoría de nosotros. Esta valiente chica llamada Kaylee Crawford decidió tratar de ayudarnos al darnos y mostrarnos su testimonio personal.

“Sufro de trastorno de ansiedad generalizada, depresión y convulsiones psicogénicas no epilépticas.”
Empieza su relato.

“Ninguna cantidad de palabras podría explicar cómo me afectan estos trastornos, así que dejaré que las imágenes hablen.” Ya que todos sabemos que una imagen habla más que 1000 palabras.

La valiente termina diciendo “Este proyecto es una especie de catarsis emocional, y no quiero dejar nada por fuera. Espero que estas imágenes sean capaz de compartir el mensaje tanto a las personas con enfermedades mentales como a las que no las tienen. Ser vulnerable es mi mecanismo de confrontación.”

Despersonalización

“Siento una desconexión total, como si incluso hubiese dejado de ser real.”

Otras personas con este padecimiento cuentan historias similares. Richard, de 52 años cuenta que “Lo que experimento es bastante complicado de expresar, pero es como una sensación general de euforia que normalmente se inicia con una especie de déjà vu… Es como si por unos instantes entrara en otra dimensión existencial, un mundo paralelo.”

El despertar después

“Cuando termina un episodio de epilepsia se siente como despertar de una pesadilla y regresar de golpe a la realidad”

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a la epilepsia como un trastorno neurológico crónico que afecta a personas de todas las edades.

Muchas veces las consecuencias para los pacientes y sus familiares van más allá de lo físico. A menudo, ellos son víctimas de la estigmatización y discriminación social, lo que mucha veces basta para que un paciente no busque un tratamiento adecuado.

Ansiedad general

“Trato de llevar muchos pensamientos y luego todos se desploman juntos.”

Este es un aspecto normalmente ignorado de las convulsiones epilépticas: los pacientes que sufren de estos episodios suelen sufrir de otros problemas físicos (tales como fracturas o hematomas, generalmente producto de las convulsiones), además que tienen más posibilidades de contraer enfermedades y trastornos psicosociales, tales como ansiedad y depresión.

Depresión

“Es un abrigo pesado que no me puedo quitar. La oscuridad me consume completamente.”

Ataque de pánico

“Estoy atrapada dentro de mi propia turbulencia y es aterrorizante.”

Pensamientos intrusivos

“Mis pensamientos están vivos y enojados conmigo.”

Paz

“Es ese momento en el que me abro con alguien y en vez de llamarme loca, me aman a pesar del dolor.”

También existen otros testimonios igual de desgarradores y sorprendentes de personas que sufren de esta terrible y compleja enfermedad mental

Joanne es una madre de una chica de13 años que sufre epilepsia desde que tenía cinco

“Sé cuando mi hija está a punto de tener una crisis porque de repente levanta la vista y se pone a mirar algo que nadie más puede ver. También suele tener premoniciones antes y después de las convulsiones. Nos dice cosas que luego ocurren o algo que era imposible que supiera.”

Peter, de 36 años, tuvo su primer episodio a los 14.

“Justo antes de la crisis, siento como si un ser eléctrico intentara poseer mi cuerpo entrando por los hombros. Recuerdo que una vez, antes de las convulsiones, me dijeron que me pasé como veinte segundos caminando sin rumbo. También noto un sabor parecido al que notarías al lamer una pila de nueve voltios. Y percibo un olor a ozono. Es una experiencia muy eléctrica.”

Alicia, de 31 años, sufre graves episodios desde que tenía 22

“Cuando sufro las convulsiones más fuertes, los síntomas son como los de la gripe: me siento débil, necesito que me ayuden a ir al lavabo, siento náuseas y todo huele como ácido.

Una vez me quedé totalmente catatónica tras un coma epiléptico y fue horrible. Recuerdo que intenté llamar a mi marido y a la enfermera pero no me oían. Incluso tengo en la memoria la imagen muy vívida de una serpiente, que resultó no ser más que un tubo del equipo médico.”

¿Te lo habían explicado de esta manera?

¿Conoces alguien más con otros relatos increíbles como estos?