Trastornos alimenticios en hombres, un problema que muchas veces no es tomado en cuenta

“Cuando me dio infarto supongo que eso tuvo un profundo efecto psicológico en mí”. Simon Rickards pasó de tener sobrepeso a ser anoréxico.

Aún en 2018, hay gente que piensa que enfermedades como la bulimia, anorexia y otros trastornos alimenticios son un problema exclusivo de mujeres, pero hay muchos hombres que también son vulnerables a ellos. Estos trastornos no diferencian por sexo, y la verdad es que los problemas emocionales, físicos y conductuales, producidos por no comer lo suficiente para mantenerse sano -o en su defecto, comer en exceso-, pueden afectar a cualquiera por igual.

Un ejemplo de estos casos es el inglés Simon Rickards, quien ha sufrido anorexia los últimos años. “La comida me asusta. Puedo pasar cuatro días sin comer nada en absoluto”, explica. “Por lógica, sé que debo comer para vivir, porque si no lo hago esto eventualmente me matará. Pero esto no ha hecho ninguna diferencia porque cada vez que intento comer, no puedo”.

Al comienzo puede parecer ridículo que los hombres que sufren estos trastornos no los hagan públicos, pero la verdad es que mucha gente aún tiene prejuicios contra el tema y no puede evitar ver estos problemas alimenticios como una muestra de la poca masculinidad del enfermo.

“Quizás el niño fuese gay”

La mayoría de los afectados pasa gran cantidad de tiempo lidiando con sus problemas, sin contarle a nadie y manteniendo en secreto su enfermedad hasta que alguien los descubre. Es el caso de Carlos, que en una cena familiar vio cómo su secreto era revelado, pero no de la manera que él esperaba: “Estaba rodeado de familiares. No había forma de esconder el filete del plato. No podía comérmelo, era como una fuerza de voluntad que era más fuerte que la fuerza de voluntad que estaba intentando ejercer para intentar comérmelo y que me dejasen en paz, que nadie sospechase nada. Lo único que se me ocurrió fue tirar ‘por accidente’ la copa de vino de mi tío en el plato”, recuerda con tristeza.

Ya antes del incidente de la copa, Carlos había despertado las alarmas de sus familiares. Se presentó a la cena pesando 50 kilos, cosa rara para alguien de 1,75 de estatura. Se notaba como lo miraban con extrañeza, cuenta Carlos: “Sentí que me habían pillado, que ya no había vuelta atrás, pero de alguna forma sentí cierto alivio. Sentí que ahora iban a salvarme, que me curaría”, reconoce. Lamentablemente la preocupación venía desde otro ángulo: uno de sus tíos sugirió que “quizás el niño fuese gay“.

“A partir de entonces, toda la preocupación de mis padres se desvió hacia si yo era o no era gay”, dice Carlos. A pesar de lo que se pueda pensar, confundir un trastorno alimenticio con la homosexualidad no es cosa rara para los familiares de gente con esta enfermedad. Y eso es porque el cuidado del cuerpo normalmente es una cosa solo reservada para mujeres u homosexuales.

Según una investigación de 2017 que hizo la BBC en Inglaterra, el número de pacientes hombres que se tratan por este tipo de trastornos se ha duplicado en los últimos tres años -osea, desde comienzos de 2015 hasta 2017-. A pesar de eso la mayoría de las personas internadas siguen siendo mujeres, pero si separamos esos números por sexo, notamos que un 27% de hombres buscaron ayuda médica para estos casos, mientras que en las mujeres ese número fue de un 13%. Y si a eso le sumamos que la cifra de varones menores de 18 años que se atienden por estas enfermedades, notamos que es de un 38%.

En palabras simples: las mujeres se mantienen relativamente igual, mientras que los hombres avanzan a pasos alarmantes. Y todo esto sin contar con los hombres que no buscan ayuda o tratamiento debido al estereotipo del hombre sin fallas y que no pide ayuda. “Los niños y jóvenes ahora se están dando cuenta de que éstas son enfermedades, no son una preferencia”, dijo la doctora Kiran Chitale, especialista del Servicio Nacional de Salud de Reino Unido en trastornos alimenticios de menores de 18 años.

“Como sociedad, se nos alimenta con una dieta diaria de controversias sobre lo que constituye comida sana y comida mala y sobre lo que significa un cuerpo perfecto”, agrega.

Distorsión de la imagen corporal

Al igual que las mujeres, los hombres que sufren alguna de estas enfermedades tienen una idea distorsionada de su imagen corporal, la mayoría del tiempo también sufren de dismorfia muscular o, dicho en otras palabras, una preocupación excesiva por el estado físico. De hecho, la mayoría de los hombres que cae en estos trastornos es porque quiere perder peso o ganar masa muscular. “Tratan de aumentar los músculos. Pero ser hombre no significa tener músculos”, señala Chitale.

Simon Rickards cuenta que siempre ha tenido una relación insana con la comida. “Llegué a pesar unos 150 kilos. Y cuando me dio un infarto supongo que eso tuvo un profundo efecto psicológico en mí”. Simon dejó de comer después de que sufrió un infarto que le terminó de abrir los ojos, pero que lamentablemente lo hizo caer en la anorexia.

“Esto no es algo que puede detenerse chasqueando los dedos, o algo que desaparecerá de la noche a la mañana. Es una enfermedad”, cuenta Simon, quien ahora debe ir al psicoterapeuta, recibir asesoría psicológica y -en algunas ocaciones- medicamentos.