5 Cosas que todos tememos en vano durante los vuelos y con qué deberíamos asustarnos realmente

No es un secreto que muchas personas sufren de aerofobia. Para ellos, cada vuelo se convierte en una verdadera prueba. Pero incluso si no perteneces a esta categoría de gente y sabes que, según las estadísticas, viajar en avión es más seguro que viajar por tierra, algunos fenómenos a bordo (por ejemplo, las turbulencias o una segunda vuelta antes del aterrizaje) seguramente te hacen temblar. Decidimos averiguar cuáles de estas cosas son normales y cuáles realmente pueden ser peligrosas.

Te contaremos por qué no hay que entrar en pánico por sonidos extraños, temblores, flashes y otros fenómenos durante un vuelo en avión.

1. Turbulencia

Todo pasajero ha experimentado este fenómeno en mayor o menor grado alguna vez. Consiste en el hecho de que el avión comienza a sacudirse y saltar, a veces apenas perceptiblemente, y en ocasiones de manera muy significativa. En esa situación, todos se sienten incómodos, y esto es comprensible, pero hay que recordar que las turbulencias son absolutamente normales y que no hay motivo para entrar en pánico.

Las sacudidas son causadas por la diferencia de temperatura de las corrientes ascendentes y descendentes, especialmente en las nubes, sobre grandes superficies de agua, sobre montañas o en flujos de aire de otro avión (esto ocurre mucho cerca de los aeropuertos). Pero no hay que tener miedo de que el avión colapse al entrar en una corriente de aire: está diseñado para soportar este tipo de cargas.

Por supuesto que los pilotos intentan evitar las nubes de tormenta y siempre advierten a los pasajeros sobre la entrada a una zona de turbulencia, para que todos puedan volver a sus asientos y abrocharse el cinturón de seguridad. Pero hay situaciones en las que surgen de repente. Describiremos esto último en detalle al final del artículo.

2. Destellos de luz en la ventana

Algunos pasajeros se asustan por los destellos de luz en la ventana, pero en realidad no tienen nada de raro, es lo que tiene que suceder. Son las las luces intermitentes que parpadean en las puntas de las alas, y que, junto al resto de las luces de navegación, sirven para evitar colisiones de aeronaves, especialmente cerca de los aeropuertos.

Muchas veces, estas luces se reflejan en las nubes, creando la ilusión de un rayo, cosa que altera los nervios de los pasajeros particularmente impresionables, aunque no hay absolutamente nada peligroso en eso. Por cierto, los rayos reales también impactan en los aviones, pero eso no supone ningún peligro para las aeronaves modernas, ya que están diseñadas teniendo en cuenta este tipo de situaciones.

Para proteger los aviones de los rayos, las placas de su cubierta están bien ajustadas una contra otra, los sistemas de a bordo están protegidos con rejillas de cobre, los tanques de combustible se llenan de un gas inerte para evitar incendios y, en las alas, hay descargadores electrostáticos. Sin embargo, los vuelos en una tormenta se consideran peligrosos, por lo que los pilotos intentan eludir sus frentes.

3. Balanceo de las alas

Otra característica de la aeronave, que puede asustar a un pasajero inexperto, es el balanceo de las alas. Tampoco hay nada extraño en eso, porque las alas son flexibles y, como ya hemos mencionado, los aviones están diseñados tomando en cuenta las turbulencias. Además, las aeronaves son cuidadosamente revisadas antes del despegue, así que si ves por la ventana cómo el avión bate las alas, no tengas miedo, se supone que lo haga.

4. Una segunda vuelta antes de aterrizar

Que una aeronave dé otra vuelta antes de aterrizar no es señal de problemas técnicos. Es posible que el aeropuerto esté muy cargado de otros aviones, que haya un obstáculo en la pista de aterrizaje (por ejemplo, una bandada de pájaros), que haya un fuerte viento lateral o que un aterrizaje seguro sea temporalmente imposible por otras razones. Una demora es mejor que cualquier peligro, así que no te preocupes, es una situación bastante común.

5. Vibración, crujidos o golpes en el despegue, aterrizaje o rodaje

Por lo general, hay todo tipo de sonidos “sospechosos” emitidos por un avión que no son signos de inminente peligro. Pueden ser emitidos por los alerones que se extienden antes del despegue para aumentar la sustentación; después del despegue, se retraen y se vuelven a extender antes de aterrizar.

Durante el rodaje, el sonido extraño (como si se pasara una moneda por las cuerdas de una guitarra) es emitido por la unidad de transmisión de potencia, un dispositivo que iguala la presión en todos los sistemas hidráulicos de la aeronave.

Los golpes y los crujidos después del despegue y antes del aterrizaje son causados por el chasis, y la vibración durante el aterrizaje se desencadena por el dispositivo antideslizante que evita que el avión se resbale. Por cierto, un aterrizaje brusco también es normal cuando el avión aterriza bajo la lluvia, ya que un aterrizaje forzoso proporciona un mejor agarre con el asfalto.

Al igual que todas las partes del avión, su chasis y sus ruedas están diseñados para soportar las posibles enormes cargas. En la foto de la izquierda se ve el resultado de un aterrizaje no muy exitoso, pero los neumáticos no estallaron (los de las aeronaves modernas generalmente no tienen cámara y se bombean con nitrógeno técnico), y al final todo terminó bien.

En cambio esto sí que es realmente peligroso

Un fenómeno muy peligroso se puede considerar la formación de hielo que se produce cuando el vuelo tiene lugar en una atmósfera con gotas de agua sobreenfriadas, así como en el suelo o, incluso, en la pista de aterrizaje. El hecho es que con la formación de hielo (por cierto, no solo el casco, sino también los motores pueden llegar a congelarse), el revestimiento se vuelve más pesado, las propiedades de soporte del ala se deterioran, y el avión se vuelve incontrolable.

Afortunadamente, se ha aprendido a hacerle frente a este fenómeno: en climas fríos, los revestimientos del avión se cubren con un líquido especial antes del vuelo. Y si la formación de hielo ocurre en el aire, lo maneja la tripulación: inicia el sistema antihielo y abandona la peligrosa zona de nubes.

Otros peligros incluyen tormentas eléctricas, fuertes tormentas de lluvia, vientos de borrasca, tornados, tormentas de polvo, nubes de cenizas de volcanes y temperaturas anormalmente altas o extremadamente bajas. En este caso, el clima se considera no apto para volar y, en consecuencia, el vuelo se pospone. Pero, ¿qué pasa si una situación peligrosa, como una tormenta eléctrica, surge en pleno vuelo?

En este caso, la tripulación tiene instrucciones, y el avión cuenta con un radar meteorológico que ve los focos de tormentas, cada uno de los cuales se marca en diferente color, desde el verde claro hasta el morado oscuro: cuanto más oscuro sea el color, tanto más peligroso es el objeto. Dependiendo del color en el localizador, el equipo decide si seguir la ruta predeterminada o elegir una nueva que sea más segura.

Como ya dijimos, la tripulación advierte a los pasajeros cuando se está por ingresar en una zona de turbulencia y recomienda encarecidamente que se abrochen los cinturones. Pero también existe un fenómeno llamado “turbulencia de aire claro” (CAT por sus siglas en inglés), cuando no es posible advertir a los pasajeros a tiempo. Este tipo de turbulencia, como no es difícil de adivinar por su nombre, surge en el cielo despejado, y no en las nubes, y es imposible captar su aproximación incluso con la ayuda de un radar meteorológico.

Pero en este caso, tampoco hay que temer que un avión moderno se derrumbe en el aire; está diseñado para cargas significativas. Incluso en el pasado, este tipo de desastres eran raros, por ejemplo, en 1964, un Boeing B-52 (foto) se metió en una zona de turbulencia de aire claro y perdió su estabilizador vertical, pero finalmente aterrizó sin problemas en Arkansas.

El principal peligro de entrar en la zona CAT es que los pasajeros sin cinturón de seguridad pueden lesionarse. Por eso es importante prestar atención a la recomendación de los pasajeros experimentados de dejar el cinturón abrochado durante todo el vuelo y, al moverse por la cabina, aferrarse al respaldo de los asientos o al borde del portaequipaje, solo por si acaso.

Bono: ¿sabías por qué los vuelos de oeste a este siempre son a mayor velocidad?

Quizás hayas prestado atención a esta característica. Por ejemplo, un vuelo de Moscú a Bangkok es 50 minutos más corto que el vuelo de regreso de Bangkok a Moscú, aunque sigue la misma ruta. La razón de esta diferencia son las corrientes de aire.

A gran altura, su velocidad oscila entre los 200 y los 500 km por hora. La tierra gira de oeste a este, y si el avión va en la misma dirección, usa estas corrientes de aire. Mientras que si el avión vuela en la dirección opuesta, de este a oeste, entonces las corrientes le generan obstáculos adicionales.