16 Datos curiosos sobre la naturaleza que probablemente no sabías y te harán un poco más sabio

¿Estás listo para aprender más cosas? Dicen que cada día se aprende algo nuevo, y tenemos tu dosis para hoy. Aquí te dejamos una lista con 16 datos sobre la naturaleza que seguramente estaban fuera de tu cabeza y de algo te servirá saberlas:

1. Habrás notado que las escenas de la naturaleza te hacen sentir bien. Parte del motivo son algunos patrones matemáticos (más o menos) ocultos, los fractales.

En The Nature Fix, Florence Williams explica que los fractales son objetos donde aparecen los mismos ángulos y patrones matemáticos una y otra vez en distintos tamaños. ¿Ves cómo las hojas más pequeñas de este helecho reflejan la forma general de las ramas y también el helecho en sí? ¡Eso es un fractal! O piensa en las ramas que salen del tronco de un árbol. Resulta que a menudo salen todas del árbol exactamente en el mismo ángulo pero a distinta escala según el tamaño de la rama. Los fractales aparecen por toda la naturaleza: en las nubes, en las costas, en los copos de nieve, en los pulmones humanos, en las conchas, los ríos, las galaxias…

2. Los estudios demuestran que mirar objetos fractales resulta muy agradable para los lóbulos frontales. Los objetos fractales tienden a llenarnos de asombro y satisfacción, aunque los pasemos de largo sin mirarlos directamente.

3. Y además… ¡Tus propios ojos humanos se mueven con patrones fractales!

Mediante máquinas de seguimiento del movimiento del ojo, los científicos descubrieron que nuestras pupilas primero escanean la escena general y luego van escaneando versiones más pequeñas de los escaneos más grandes.

4. Incluso los cuadros de Jackson Pollock siguen patrones fractales, lo cual explica por qué resulta tan fascinante mirarlos.

5. Un dato divertido: el motivo por el que resulta tan difícil tratar las infecciones de hongos es porque nuestro cuerpo cree que las esporas de hongos somos nosotros.

Compartimos la mitad del ADN con los hongos; nuestra estructura celular es tremendamente similar. Además los hongos también inhalan oxígeno y exhalan dióxido de carbono al igual que nosotros. ¡De hecho, los hongos están más relacionados con los humanos que con las plantas!

6. ¡Vaya! Las plantas son realmente inteligentes. Pueden recordar las cosas que les ocurren durante casi un mes.

Monica Gagliano, profesora asociada de biología en la Universidad de Western Australia, realizó experimentos para ver si la planta mimosa (que suele enroscar las hojas en defensa propia si la tocas o la dejas caer) dejaba de hacerlo si durante una serie de pruebas le mostraban que el que la dejaran caer no implicaba ningún peligro. Dejó caer con cuidado las plantas 60 veces, lo cual hizo que dejaran de enroscar las hojas lentamente hasta que al final ninguna lo hacía. Durante los siguientes 28 días las plantas no enroscaban las hojas tras las pruebas en que las dejaban caer, lo cual quiere decir que habían “aprendido” que el experimento no era peligroso para ellas.

7. Incluso envían señales para advertir a otras plantas del peligro inminente.

“Prácticamente todas las plantas liberan [jasmonato de metilo] cuando están estresadas o las atacan”, contó la artista Emily Parsons-Lord a Vice. Las plantas generan jasmonato de metilio cuando los animales (incluyendo los humanos) las dañan, o durante la deforestación, y acaban segregándolo en forma de resina o emitiéndolo al aire para que las hojas de otras plantas de su entorno puedan absorberlo y darse cuenta de que están en peligro.

8. De igual manera que el olor a hierba recién cortada es una señal de sufrimiento porque la hierba está sufriendo un trauma.

¡Las plantas también tienen sentimientos! La hierba y otras plantas emiten compuestos químicos cuando les atacan; estos compuestos huelen muy bien, pero en realidad son un grito de auxilio para crear más células lo antes posible.

9. Y ya que hablamos de sonidos: a nosotros, los humanos, nos gusta mucho el canto de loa pájaros.

Nuestros oídos están afinados para prestar atención a las cosas que imitan matemáticamente a los sonidos que nosotros mismos podemos producir. Por eso nos gusta tanto el canto de los pájaros: las mismas proporciones matemáticas sencillas que producen armonías en las canciones humanas se han encontrado en los tordos norteamericanos y otros pájaros. Como resultado, se ha demostrado el sencillo canto y gorjeo de nuestros amigos plumíferos produce emociones felices en los humanos. Nos llevan a un estado conocido como “cuerpo relajado, mente alerta”. En algunos estudios la gente ha evaluado mejor los vecindarios cuando pueden escuchar el canto de los pájaros.

10. De hecho, a los británicos les gusta tanto el canto de los pájaros que la radio de la BBC emite 90 segundos al día.

Pero aunque no seas británico/a, deberías probarlo: escuchar el canto de los pájaros puede servir como una intervención extrema para combatir el estrés. Así lo indica Joshua Smyth, psicólogo de biocomportamiento en la Universidad del Estado de Pennsylvania, en The Nature Fix.

11. Okey, volvamos a los árboles. Los árboles pueden comunicarse entre sí bajo tierra, y lo hacen a menudo.

Esa red de raíces subterráneas hace más que mantener los árboles bien plantados. A través de las raíces “envían señales de sufrimiento relacionadas con las sequías y las enfermedades, por ejemplo, o los ataques de insectos, y otros árboles cambian su comportamiento al recibir estas señales”, explicó a Smithsonian Peter Wohlleben, autor de The Hidden Life of Trees: What They Feel, How They Communicate Esto lo hacen tanto con las pequeñas puntas de las raíces de los árboles como con los hongos locales. Estos sistemas de raíces dependen los unos de los otros hasta tal punto que cuando muere un árbol los demás a menudo mueren también.

12. También tienen algo que se conoce como timidez botánica, donde las copas se aseguran que no se tocan, creando un deslumbrante efecto visual.

Se cree que lo hacen para poder compartir la luz del sol y no invadir el espacio de cada uno. Otras teorías indican que el espacio evita daños cuando hay fuertes vientos, o tal vez evitan que se propaguen las larvas que comen hojas. Qué bonito.

13. Los árboles también nos ayudan a los humanos: pueden ayudarnos indirectamente a luchar contra el cáncer y otras enfermedades.

Las células NK son un tipo de células que nos protegen de los agentes que causan enfermedades e infecciones, y “envían mensajes de autodestrucción a las células infectadas con virus”, explica Williams en The Nature Fix. El estrés rebaja el nivel de células NK dentro de nuestro sistema, pero estar expuestos al olor de los árboles lo aumenta, según han demostrado varios estudios. Por eso, estar cerca de los árboles (o por lo menos de sus olores) puede ayudar a tu cuerpo a atacar a los agentes infecciosos. (¡Por favor, gente, no dejéis de vacunar a vuestros hijos!)

14. ¿Y sabían cuál es otra cosa que nos ayuda a recuperarnos de las enfermedades? Observar la naturaleza o escenas del exterior.

También, según The Nature Fix, el psicólogo Richard Ulrich descubrió que los pacientes de operaciones de piedras en la vesícula que tenían vistas verdes y frondosas tras la ventana de su habitación “necesitaban menos días de estancia en el hospital tras la operación, menos medicamentos contra el dolor y en las notas del personal de enfermería se indicaba que mostraban mejor actitud que los pacientes cuya ventana daba a paredes de ladrillo”.

15. Y una tarea aparentemente mundana como excavar en la tierra nos hace sentir realmente felices.

En su libro This Phenomenal Life, Misha Blaise escribe que existe una bacteria específica del suelo, la Mycobacterium vaccae, que activa las neuronas que generan serotonina en el cerebro, las mismas neuronas sobre las que actúan muchos antidepresivos.

16. Esta íntima conexión entre los humanos y la naturaleza es tan potente que tiene nombre: biofilia.

Biofilia significa que amamos a otros organismos vivos y nos sentimos plenos cuando están en nuestro entorno. Williams escribe que nuestra conexión innata con la naturaleza seguramente se debe a que evolucionamos en ella.

Por eso, la próxima vez que salgas al campo echa un buen vistazo a tu alrededor y respira hondo, porque de alguna manera todo colabora para que todo (tú también) funcione un poco mejor.

Como dice Williams, basta con 15-45 minutos fuera para que mejoren el estado de ánimo, la vitalidad y los sentimientos de restauración. Cuando tienes en cuenta los sentimientos placenteros que produce ver fractales, escuchar el canto de los pájaros y oler a los árboles, incluso pasar un breve rato fuera será muy bueno para tu cuerpo.