Al escuchar la palabra “experimento”, inmediatamente nos imaginamos a un científico loco con barba y anteojos. Pero los protagonistas de nuestro artículo no son científicos en absoluto, sino personas comunes y corrientes a quienes les gusta llevar a cabo experimentos extremos sobre sí mismos, y que logran excelentes resultados. Y algunos de ellos convierten toda su vida en una investigación continua.
Todavía estamos asombrados de lo valiente que debe ser una persona para aventurarse a realizar unos experimentos tan audaces.
1. El parque del período soviético
El director de cine ruso, Ilya Khrzhanovsky filmó una película realista sobre el famoso físico soviético, Lev Landáu. Para hacerlo, creó un Instituto soviético “secreto” de Física Teórica, dentro del que, en total aislamiento de la sociedad moderna, 400 personas vivieron durante tres años (de 2008 a 2011).
Dentro del Instituto se mantenía la moda, el vocabulario y la atmósfera de la URSS, y los interiores reproducían la vida de ese tiempo hasta el más mínimo detalle. El estilo de vida también se imitaba prolijamente:
- No se permitía el uso de la ropa moderna; solo se les permitía ingresar al territorio del Instituto a las personas vestidas con prendas soviéticas.
- No se usaba ni Internet, ni los teléfonos móviles.
- Todos los residentes del instituto recibían un sueldo en rublos soviéticos.
- Nadie se alimentaba gratuitamente: los actores compraban la comida con el dinero que habían “ganado” en el instituto.
Según las palabras de la productora ejecutiva, Martine d’Anglejan-Chatillon, a pesar de la artificialidad de la era recreada, la vida de la gente en el instituto era real: se peleaban, se hacían amigos, se enamoraban y hasta daban a luz (14 niños en 3 años).
2. Un año de colonia en Marte
En 2015, 6 voluntarios, 3 hombres y 3 mujeres, vivieron durante 365 días en un complejo autónomo en la ladera del volcán Mauna Loa (Hawái). Permanecieron en unas condiciones similares a las de Marte. El equipo era observado por los científicos durante todo el día con la ayuda de las transmisiones en línea de las cámaras y de los sensores médicos colocados sobre su cuerpo.
El complejo consistía en un edificio de dos pisos: el primero imitaba un laboratorio científico, y en el segundo había unos diminutos dormitorios. Los participantes del experimento podrían salir 1 vez por semana y solo en trajes espaciales. Comían alimentos enlatados y racionaban el agua.
El propósito de la simulación era comprender cómo se comportarían las personas en condiciones de aislamiento prolongado, qué problemas psicológicos y médicos tendrían y cómo se desarrollaría la relación entre los integrantes del equipo. Según informó la NASA (organizadora del experimento), el equipo mostró buenos resultados y demostró una buena capacidad de supervivencia.
3. Solo en la Antigua Rusia
Pavel Sapozhnikov se instaló en una granja aislada y verificó en sí mismo las hipótesis de los científicos sobre la vida y la cotidianidad de nuestros antepasados. El objetivo del proyecto era averiguar si una persona moderna podría sobrevivir en condiciones medievales manteniendo un estilo de vida, por lo menos, tolerable.
Durante todo el proyecto (que duró seis meses, desde el otoño hasta la primavera), Pavel solo fue visitado por el operador de cámara y solo por un tiempo breve, necesario para la filmación. Le estaba prohibido hablar. El ermitaño llevó todos los días un diario grabado.
Hubo muchas curiosidades y situaciones peligrosas durante el proyecto: en la cabaña de Pavel se establecieron unas ratas, y un zorro le robaba gallinas. A pesar de las dificultades que conlleva la vida en la Antigua Rusia, el hombre quedó satisfecho con el experimento: “Me encanta cuando algo me resulta difícil. Cuando es difícil, es interesante”.
4. Los amish: la vida más allá del tiempo
Las familias y las comunidades amish (seguidores del protestantismo conservador) no aceptan muchas de las tecnologías modernas: los teléfonos, las computadoras, las cámaras, y ni siquiera los automóviles, y viven en comunidades apartadas. Pero algunos de los representantes de este mundo cerrado abrieron sus puertas a los extraños.
Una de las comunidades, ubicada en el territorio de los Estados Unidos, invita a todos los que deseen a residir temporalmente en su congregación, donde se organizaron varios minihoteles. Esta experiencia permite prácticamente sumergirse en otra era.
- Los amish usan ropa y sombreros de ciertos colores y estilos antiguos.
- Se desplazan en carros tirados por caballos y labran la tierra con un verdadero arado.
- Cuando afuera hace calor, los niños y las mujeres caminan descalzos.
- Los amish no se sacan fotos, no conducen automóviles y no vuelan en aviones.
- No tienen computadoras, ni televisores, y ni siquiera relojes de pulsera.
Los huéspedes que se alojan en el hotel tienen la rara oportunidad de comunicarse con una familia amish real que se compone de John, Sarah y sus 5 hijos. Tienen su propia granja, caballos, gallinas y un gran jardín. En fin, un verdadero paraíso para aquellos que están cansados de la civilización y de la vida en la sociedad moderna.
5. Un químico vivió 30 días a base de un sustituto de comida, que inventó él mismo
Rob Reinhart es un químico aficionado que está luchando con el problema del hambre en el mundo. Creó una alternativa a los alimentos sólidos, que contiene todos los mismos nutrientes. La mezcla líquida resultante se llamó “Soylent” (alimento ficticio de una película homónima).
El sustituto de los alimentos es similar a un batido de proteínas, excepto que además de las proteínas, contiene grasas, carbohidratos, fibra, vitaminas y oligoelementos. Los ingredientes se seleccionan a partir del cálculo de que una persona promedio consume aproximadamente 2 000 kcal por día.
Para demostrar que su teoría funciona, Rob vivió 30 días consumiendo solo el producto que creó. Según los resultados del experimento, la salud del químico no cambió, ni tampoco su estado emocional.
6. Una alemana rechazó el uso de la propiedad y del dinero en 1996
La alemana, Heidemarie Schwermer, ha encontrado la manera de viajar activamente, ayudar a los pobres y no negarse nada a sí misma. En resumen, llevar el estilo de vida que a ella le gusta.
Anteriormente, Heidemarie era maestra y psicoterapeuta en ejercicio. En 1994, inspirada en la idea de que las personas no necesitan el dinero, sino el sentimiento de ser necesarios, creó una red de intercambio “Give and Take” (Gib und Nimm en alemán). La idea era no establecer relaciones comerciales basadas en el dinero, solo un intercambio de servicios y objetos, o simplemente trueque.
Y después de 2 años, la mujer se animó a realizar un experimento extremo: vivir un año sin dinero y sin propiedad propia. Intercambiaba la comida, el alojamiento y las cosas vitales por sus servicios. Heidemarie hacía la limpieza en un supermercado, y ellos le proporcionaban alimentos, paseaba al perro de un peluquero a cambio de un corte de cabello, hacía los quehaceres domésticos, cuidaba a los niños, vigilando la casa, y a cambio recibía alojamiento.
Un año después, la teoría de que una persona puede vivir sin dinero se confirmó en la práctica, y la alemana decidió continuar con el experimento, que duró hasta el 2013. Basándose en los resultados, escribió el libro “Vivir sin dinero” (Living without Money).
7. Colin Wright se muda a vivir en un nuevo país cada 4 meses
Colin Wright tiene 29 años. Dirige un blog, hace negocios, crea camisetas de su propia marca y viaja constantemente. Cada 4 meses se muda a un nuevo país. Y el destino es elegido por los lectores de su blog mediante votación.
Comenzó sus viajes por los Estados Unidos, luego se mudó a Sudamérica, y luego a Nueva Zelanda. Luego estuvo en Tailandia, Camboya, Islandia e India, y después el viajero regresó a América del Norte, y en 60 días visitó 48 de sus 50 estados.
8. Jay Jacobs vivió un año sin romper ninguna ley bíblica
El periodista Jay Jacobs trató de seguir durante un año todas las reglas y pautas que pudo encontrar en la Biblia (y había más de 700 de ellas). Los primeros 9 meses siguió los cánones del Antiguo Testamento, y en los 3 meses restantes se concentró en el Nuevo Testamento.
El resultado del experimento fue el libro “Un año vivido bíblicamente” (The Year of Living Biblically). Aunque los experimentos de Jay sobre sus propia vida no se detuvieron allí.
Contrató a un grupo de personas de la India para que vivieran su vida. Los indios respondían los correos electrónicos y las llamadas de Jay, se comunicaban con su esposa y le leían cuentos de hadas por la noche a su hijo, mientras que el experimentador disfrutaba de sus libros y películas favoritos. Publicó los resultados de esta experiencia en el artículo “Mi vida subcontratada” (Outsourcing my life).
9. Daniel Suelo, que vive en una cueva
En el año 2000, el estadounidense Daniel Shellabarger se negó a seguir usando el dinero y se fue a vivir al seno de la naturaleza. El hombre se instaló en una cueva en Utah, cerca de la ciudad de Moab. El ermitaño come hongos y bayas, se baña en arroyos y ríos, y duerme en una cama de piedra. El hombre no era un deudor malicioso, un delincuente o un enfermo mental: simplemente se propuso la tarea de vivir su vida sin “la consciencia del trueque”. En el pasado, Daniel cambiaba su lugar de trabajo muy seguido porque experimentaba algo así como una depresión vaga y se sentía incómodo. Teniendo en cuenta que había comenzado una nueva vida, el hombre eligió un nuevo nombre: Daniel Suelo.
Sobre su vida se filmaron varias películas, las más famosas son “Moneyless in Moab”, en 2006, y “Zero Currency”, en 2009. Daniel ni siquiera piensa en regresar a su vida anterior: “convertirme en un vagabundo, quedar sin hogar y convertirlo en arte, ese pensamiento me conquistó. Sé que se puede vivir sin dinero. En la abundancia”.
10. Morgan Spurlock pasó 30 días comiendo comida rápida
Durante 30 días, Morgan comió comida rápida tres veces al día y se filmó con una cámara. Como resultado nació la película documental “Tamaño doble” (Super Size Me), que, por cierto, en 2005 recibió un Oscar.
En el momento del experimento, Morgan había cumplido 33 años. Era un saludable hombre en buena forma física que pesaba 84 kg. En solo 30 días, subió 11 kg, pero eso no fue todo.
- Comenzó a sentir dolores en el área del hígado.
- Se le deterioraron el sueño y el estado de ánimo.
- El director comenzó a padecer una terrible depresión.
Morgan necesitó 14 meses para perder el peso que había ganado y recuperar su estado mental.
11. Indigente por elección
En agosto de 2017, un moscovita llamado Jay puso las cosas que más necesitaba en su bolso y se fue a la nada. Tenía 15 USD y una gran idea: ayudar a todas las personas sin hogar en el mundo. Registra su nueva vida y la comparte en Instagram.
A la vez, el indigente del milagro se ve alucinante: usa ropa de marca, camina con un bastón y a veces usa un sombrero. “Si eras una persona normal, no cambies tus hábitos. Aunque no tengas hogar, no significa que tengas que dejar de ser una persona que tiene opciones”, dice Jay.
El objetivo principal del experimento es demostrar que cualquier persona que ha perdido un hogar puede tener éxito y comenzar la vida desde cero. Jay ya consiguió un trabajo como mensajero y se hizo cargo de un vagabundo local que sueña con trabajar como cocinero.
La idea final del experimentador es utópica, pero condenadamente atractiva: construir con fuerzas propias un pueblo con casas habitables donde las personas poco pudientes puedan vivir sin cargo.