Hola, mi nombre es Olga Medvedeva. Nací y crecí en Rusia. Recientemente me aventuré a mudarme de forma permanente a Estados Unidos. Ahora, mi familia vive en un pequeño pueblo de Florida.
Te cuento cómo nos fusionamos con las costumbres locales y nos adaptamos a las nuevas reglas y sus tradiciones.
Lo primero que aprendí en EE.UU: sonreír
Muchos creen que la sonrisa americana es falsa y típica de actores. Pero no estoy, en absoluto, de acuerdo. Casi todo el mundo sonríe y pregunta cómo andan las cosas. ¿Y sabes qué? Esto no es para nada molesto, al contrario de lo que mucha gente se piensa. En un supermercado te saludan con una sonrisa y te desean que tengas un buen día. Si sales a correr, las personas completamente desconocidas te preguntan dónde has comprado estas fantásticas zapatillas deportivas.
Y así, poco a poco, empiezas a darte cuenta de que ya no tienes ganas de empujar a la gente con los codos gritando: “¡Venga, muévete!”. Comienzas a disculparte incluso si te han pisado el pie a ti y el mundo se vuelve un poco más amable.
…Y luego expliqué a los residentes locales cómo lavar los zapatos
Estaba charlando con una conocida, cuando de repente ella se fijó en mis zapatos. De una manera peculiar, típica de todos los estadounidenses, elevó sus manos y exclamó: “¡Qué nuevas y fantásticas zapatillas! Yo estropeé las mías en Italia porque caminábamos sin parar”. Le contesté: “Muchas gracias, pero tienen ya más de un año. Simplemente las lavé ayer y aparentan estar como nuevas”.
“¿Las lavaste? ¿Pero cómo?”, preguntó ella, casi susurrándome. Entonces llegó la hora de que me sorprendiera yo: “Simplemente las metí en la lavadora, añadí detergente y en media hora las saqué como nuevas”. Después de esto, sentí en algún lugar, bajo mis rodillas, cómo su respeto hacia mí se elevó a una altura inalcanzable.
Todavía sigo sin entender a quién se le ocurren las preguntas de estos cuestionarios
Según las normas, una vez por año es necesario pasar un chequeo médico tras volver a hacerme el seguro. Al principio, como siempre, recopilan datos de los clientes. Me parece que los estadounidenses aman todo tipo de cuestionarios.
— ¿Su género?
— Mujer.
— ¿De qué género se siente usted?
— Eeee…
Bueno, lo más épico:
— ¿Está casada?
— Sí.
— ¿Vive junto a su esposo?
— Sí
— ¿Está vivo?
— ¿Qué?
Al mismo tiempo, entregar los documentos para sacarse el pasaporte aquí es muy fácil
Así se ve la habitación para obtener un pasaporte de nueva generación con datos biométricos si lo solicitas… en un restaurante.
Ha sido un invento genial, una buena idea de la Embajada de Rusia, ubicar sedes móviles en distintos establecimientos. No hay necesidad de recoger a los niños, buscar dónde dejar al perro, los peces y tus cosas y tener que viajar hasta Washington. Llegas a un restaurante ruso, entregas los documentos y en un par de meses ya tienes el pasaporte listo.
Un accidente en la carretera no es motivo de largas horas de atascos
Me acerco al semáforo en una intersección y en ese momento, en el otro lado, se produce un accidente. Todavía no había dado tiempo a que apareciese la luz verde para mí cuando la policía ya había llegado.
Pero todavía más. Mientras tanto fui a un supermercado cerca de esta intersección (solo compré tres cosas, por lo que estuve poco tiempo). Al salir, los coches ya se iban. ¿Pero qué pasó con eso de esperar 5-7 horas a la policía de tráfico? ¿Y luego durante dos horas rellenar todos los papeles? ¿Y al día siguiente ir a la Comisaría para solicitar el justificante para el seguro?
Si pides enviar un SMS, simplemente no te entenderán
Cuando nos mudamos, molesté a unos 20 estadounidenses pidiéndoles que me enviaran un SMS (por ejemplo, con un número de teléfono u otra información necesaria). Pero ninguno de ellos entendió lo que significaba SMS.
Resultó que en EE.UU. no utilizan esta abreviatura tan habitual. Para ellos, o bien Text Message (mensaje de texto) o simplemente Text (texto).
Los servicios en las cafeterías estadounidenses son un tema aparte
Sinceramente, no soy partidaria de las fotos en los servicios públicos en cafeterías, clubes y restaurantes, pero este lugar me fascinó. Se ve que los propietarios se involucraron con toda su alma en la decoración de su establecimiento.
Después de esta publicación, los suscriptores me contaron que en Miami existe una cafetería donde se encuentra un enorme póster de la artista Frida Kahlo en el baño de mujeres. Mientras que, en uno de los grandes centros comerciales, puedes lavarte las manos con vistas a la ciudad desde, aproximadamente, el piso 30.
El Año Nuevo también se puede celebrar al lado de las palmeras
En general, Navidad y Año Nuevo en Florida se antojan una experiencia divertida. Todo el mundo decora sus casas, palmeras y árboles de Navidad, y por la noche van a la playa para hacerse una foto con un gorro rojo con la puesta de sol como telón de fondo.
El Año Nuevo anterior fue divertido porque regalamos a todos nuestros vecinos una botella de vodka. Para ellos fue un shock. Y este año, a las 23:30 cuando, vestidos muy elegantes llevábamos platillos a la mesa, llamaron a nuestra puerta. Una multitud de vecinos ya “alegres” se sorprendió ante nuestra mirada aún sobria. Nos invitaron a celebrarlo juntos. En un garaje.
Extraño mucho la comida de mi país
Para obtener algunos productos, tenemos que ir a una tienda rusa: “Vamos a comprar trigo sarraceno y un poco de arenque salado”.
Y también, cuando nos acabábamos de mudar, “presioné” seriamente a la dueña de la tienda rusa para que me vendiera arenques con entrañas (para disfrutar del caviar, por ejemplo). Ella dijo que le pondrían una gran multa si solo se atreviera a ofrecer a sus clientes un pescado no destripado. Aquí se puede vender solo el limpio: primero, las entrañas del mismo arenque pueden albergar parásitos; en segunda instancia, los estadounidenses, honestamente, no entienden cómo se puede comer las huevas (incluso no les llama la atención el caviar rojo); y tercero, pocos de los residentes locales saben abrir y limpiar el pescado.
En el fregadero de la cocina puedes tirar los restos de la comida y la piel de las papas
Los estadounidenses, en la cocina, a menudo tienen dos lavabos: uno para la gente normal y corriente y el otro para los maníacos. Es decir, este tiene una cosa especial con cuchillas afiladas para desmenuzar los restos de los alimentos. Allí, normalmente, tiras los restos de los platos y todos los residuos durante el proceso de cocción. Se muelen en una zona con picadora y luego llegan a las alcantarillas a través del tubo de desagüe.
En realidad, todavía me invade el miedo de sacar las cucharitas que se caen en este agujero. Meto allí mi mano y en mi cabeza vuelan desagradables ideas: “Y si de repente, algo falla y se enciende por su cuenta: adiós a mis dedos”.
Al principio, es muy difícil entender los semáforos
“¡Cruzamos en verde!” Esta frase produce en mis hijos estupor porque el verde para peatones aquí es blanco. “Mamá simplemente confunde colores”, pensarán.
Ya después de esta publicación, los suscriptores me contaron cómo se puede diferenciar a un neoyorquino de un turista. El peatón local cree sinceramente que es inmortal, mientras que el turista destaca entre la multitud por el hecho de seguir cuidadosamente todas las normas, cruzar en blanco, no maldecir a los conductores y no frenar su ritmo frente a un automóvil.
¿Una cena tranquila en un restaurante? Eso no lo encuentras en EE.UU.
A nosotros nos faltan lindas cafeterías y buenos restaurantes. No estoy hablando de la comida, sino del ambiente. Casi en todos los establecimientos reina el ruido y más ruido. A menudo, las mesas están tan cerca las unas de las otras que puedes oír toda la conversación con detalle sobre cómo Ben se compró un auto nuevo o Jessica aumentó el tamaño de sus pechos.
En general, es difícil encontrar paz y privacidad. Aunque eso tiene sus ventajas: si cantan, lo hacen juntos, beben todos los de la barra, y si alguien ha visto a los delfines, inmediatamente, toca una campana especial, y la multitud se apresura a la calle para contemplarlos chapoteando en la bahía.
Una Fanta medicinal que nos costó 3.000 USD
El primer año después de la mudanza, no teníamos seguro médico. Y cuando mi hijo tuvo un dolor de estómago, fuimos directamente al hospital, al departamento de Emergencias. Nos recibieron allí como si fueran familiares nuestros: cubrieron al pequeño con una manta, nos llevaron a una habitación individual, pusieron dibujos animados… Nos quedamos allí, como mucho, 2 horas, durante las cuales a nuestro hijo le midieron la tensión, le dieron una pastilla y un fanta con hielo. El médico dijo que, con un trastorno intestinal, era la mejor medicina.
Regresamos a casa y durante el camino desaparecieron todos los síntomas y el niño se animó. Pero entonces llegó el momento de que los padres se desmayan: por correo, nos llegó una factura de 3.000 USD. Sabes, ha sido la Fanta más cara de mi vida.
Por la noche, lo importante es reubicar a los niños por sus casas
Por regla general, cuando están juntos en la calle los niños “comunes” (los nuestros y los de los vecinos) siempre un adulto está fuera con ellos: lavando el auto, hablando, practicando deporte en el garaje. Por lo tanto, dejar solos en la calle a nuestros hijos no es para nada aterrador. Y nuestra casa, muy a menudo, se asemeja a un patio de entrada: los amigos de nuestros hijos vienen, juegan, se van, abren el garaje, toman bicicletas, patinetas y similares, luego se van, y otros los reemplazan.
Al principio, intentaba controlar toda esta movida, pero luego lo abandoné. Y ahora, con bastante frecuencia, puedes observar la siguiente imagen: oyes que alguien está jugando en la habitación infantil, entras y allí… no están tus hijos. Y en ese justo momento, los tuyos pueden estar jugando tranquilamente en la casa de los vecinos.
Desde que llegué, me di cuenta de que los estadounidenses tienen una relación complicada con la fontanería
¿Conoces cómo se ve una ducha en Estados Unidos? Eso es, atornillada a la pared. Luego, ya me di cuenta de que podía comprarme una ducha normal con una manguera y simplemente reemplazarla. Pero al principio, lavarse los pies sin mojarse la cabeza era imposible.
Y también, al principio, puedes tener complicaciones si quieres visitar los aseos. Primero, piensas que alguien malo se olvidó de tirar de la cadena al utilizar el inodoro, por lo que obstruyó todas las tuberías. Pero resulta que nada de eso sucedió, así es como debe ser: usar el inodoro medio lleno de agua. O bien, lo haces todo con esmero o vas directamente a esta ducha mágica del primer párrafo.
Pero, a pesar de las pequeñas dificultades domésticas, en Estados Unidos muchos se sienten como en casa
En Estados Unidos nadie te mirará con recelo por tu apariencia. Algo muy normal puede ser encontrarte con alguien con pantuflas o en pijama en un supermercado. Nadie se preocupará por tu inglés poco fluido o por la ausencia total de éste. Muchos, por cierto, se manejan perfectamente con su lengua nativa y los dedos. En Florida es fácil toparte con personas que solo hablan español.
La siguiente observación, si no sale de la primera, también está relacionada con las mudanzas. La gente aquí se mueve y cambia a menudo de domicilio. Ya sea por un nuevo trabajo, por jubilarse, o simplemente por las ganas de cambiar de estado: puede haber muchas razones. En este caso, las mudanzas suelen venir acompañadas de la venta de todo lo que habían acumulado. Para una nueva casa, se compran algo diferente y a menudo en páginas web de mercadillo o en rastrillos.
¿Y tú te arriesgarías a mudarte a otro país e intentar aprender los hábitos y tradiciones de sus habitantes autóctonos?