7 Hábitos mentales que nos obligan a dejar nuestra vida para “después”

La vida humana es algo finito y los adultos lo saben, pero a pocas personas eso les ayuda a vivir en el aquí y ahora. Nos lamentamos por el pasado, soñamos con el futuro y con ello perdemos los acontecimientos del presente. La razón de esto no es un carácter peculiar o el no sentir una predilección por la reflexión, sino los “parásitos” mentales que puede tener cualquier persona.

Recopilamos una lista de malos hábitos mentales que no nos dejan disfrutar del presente, encontró las causas de su aparición y también consejos para saber neutralizarlos.

1. Resolver los problemas del pasado

En su libro “Mental Traps: Stupid Things That Sane People Do To Mess Up Their Minds” el filósofo y psicólogo Andre Kukla nombró esta peculiaridad humana como un mecanismo de defensa: no se debe regresar de manera compulsiva a aquellos pensamientos en donde todo terminó de una forma desafortunada y a buscar otra solución.

Por qué sucede: después de una cita romántica, un examen u otros acontecimientos fracasados sentimos emociones desagradables. “Al corregir” la situación del pasado, durante algún tiempo podemos sentir una peculiar sensación de revancha. Por desgracia, en realidad esta situación no cambia, por eso pronto volvemos a este acontecimiento y lo pensamos nuevamente.

Qué hacer: mientras las emociones negativas son fuertes, una persona se tiene que distraer en cosas reales: deporte, trabajo o estudios. Dentro de un periodo de tiempo, cuando la situación nos deje de tocar, se puede pensar en ella y sacar conclusiones. La ausencia de emociones permitirá utilizar de forma racional esta experiencia negativa y finalmente dejar la situación desagradable en el pasado.

2. Posponer las cosas importantes

Para recibir lo que no tienes hay que hacer lo que no haces. Desafortunadamente, no es tan fácil de realizar. Durante muchos meses o años posponemos las visitas al gimnasio, el deseo de mudarnos a otra ciudad o estudiar una segunda carrera.

Por qué sucede: nuestra vida real está adaptada a la existencia de asuntos y hábitos. Al comenzar algo, nosotros nos enfrentamos a un montón de problemas: por ejemplo, es difícil adelgazar si en el trabajo te acostumbraste a tomar café con dulces y una vez a la semana ir a un restaurante con tus amigas. Además, el deseo de adelgazar es demasiado abstracto, el cerebro no entiende qué tiene que hacer y simplemente lo ignora.

Qué hacer: en primer lugar, poco a poco reemplazar los hábitos viejos por nuevos. Puedes encontrarte con tus amigas una vez al mes, dejando 3 días libres para ir al gimnasio. En segundo lugar, se tiene que dividir un gran objetivo en tareas pequeñas. El autor de libro “One Small Step Can Change Your Life: The Kaizen Way”, Robert Maurer, propone hacer las tareas muy pequeñas: si te da flojera ir al gimnasio, entonces puedes comenzar con algunos ejercicios diarios en casa. El cuerpo no sentirá mucho efecto pero para la mente será la señal de un nuevo hábito que es importante y necesario para ti.

3. Demasiada planificación

Esta trampa se llama “regulación”. Caemos en ella cuando nos aficionamos demasiado a crear planes y comenzamos a programar incluso aquello en lo que no podemos influir. Por ejemplo, hacemos tal planificación para toda la semana de vacaciones. Al llegar, resulta que el museo está cerrado, en la cafetería no hay lugares y en lugar de días soleados hay terribles tormentas. El resultado son unas vacaciones arruinadas.

Por qué sucede: al planear todos los detalles, el cerebro intenta asegurarse, buscando posibles amenazas y tratando de garantizar al máximo el éxito de nuestro acontecimiento futuro.

Qué hacer: recordar que no todo depende de nosotros. No podemos influir en el clima, tráfico y horario de los establecimientos que nos interesan. Significa que no tienes que esforzarte demasiado. Es suficiente cuidar de lo más importante, para lo demás se tiene que confiar en la situación. Así en la vida aparecerá la posibilidad de recibir sorpresas agradables y resolver tranquilamente los problemas a medida que vayan surgiendo.

4. Hacer varias cosas al mismo tiempo

Este parásito es un verdadero problema para las personas modernas. Desde hace mucho tiempo estamos acostumbrados a hablar por teléfono y preparar un informe simultáneamente o pasear con los hijos y mentalmente dar órdenes a los empleados. El resultado de tal enfoque es cansancio, estrés y bajo rendimiento.

Por qué sucede: a nuestro cerebro le parece que entre más hagamos el resultado que recibiremos será más grande. Al mismo tiempo no se toma en cuenta la calidad del trabajo realizado. Pero frecuentemente resulta que en un informe elaborado de manera precipitada hay un montón de errores, y no recordamos casi nada de una conversación importante.

Qué hacer: lidiar con el hecho de que solo podemos realizar un asunto pendiente con buenos resultados a la vez. Si te parece que tienes poco tiempo, entonces combina las cosas que no requieren esfuerzos mentales. Te puedes pintar las uñas y ver una serie o caminar y hablar por teléfono con tu amiga: así liberarás un poco de tiempo para algo más importante y te sentirás satisfecho al no haber gastado demasiada energía en los asuntos de menor importancia.

5. La costumbre de compararse con otras personas

Esta trampa se hizo muy popular en las últimas décadas, y todo gracias al desarrollo de Internet y las redes sociales. Muchos de nosotros vemos con tristeza los éxitos ajenos, los viajes y los hijos en lugar de disfrutar de la vida.

Por qué sucede: la competición social es algo normal y en cierta medida es un proceso inevitable. No podemos separarnos por completo de la sociedad: al compararnos con otras personas, entendemos qué lugar ocupamos en la jerarquía social y aspiramos a ser mejor que los demás. Así es la evolución.

Qué hacer: tiene sentido compararte con rivales directos y después hacer algunas conclusiones. Por ejemplo, entender porqué a la administración le gusta más tu colega o qué tienen los chicos que les agradan más a las chicas. Después de descubrir tus lados débiles, solamente tienes que mejorarlos y comparar los resultados actuales con los anteriores. La concientización de querer ser mejor en algo te motiva para un desarrollo posterior.

6. Atar la felicidad a una situación determinada en el futuro

Este mal hábito se llama “fijación”. Esperamos comenzar a ganar más para que la vida sea más agradable. O creemos que cuando encontremos el amor, todos los problemas se resolverán a la vez. En pocas palabras, esperamos el momento para que algo suceda y así sentirnos felices.

Por qué sucede: todo es por las emociones. Al atarse a algún acontecimiento y pensar constantemente en él, siempre exageramos en su importancia. Por ejemplo, hace poco tiempo una chica pensaba en su estado civil ocasionalmente, pero después fue a la boda de su amiga, se puso triste y durante un mes entero vio melodramas y soñó con un novio. Ahora le parece que nuevamente podrá ser feliz solo después de que consiga una pareja.

Qué hacer: en primer lugar, no pensar demasiado en un sueño. Hay que aprender a desviar la atención y entonces la ausencia de lo deseado no será una catástrofe, ya que en este mundo hay otras cosas más agradables e importantes. En segundo lugar, reconocer que el camino hacia la felicidad puede ocupar mucho tiempo y comenzar a acercarse a él.

7. Demasiada diligencia

Este punto está relacionado directamente con el anterior. Una persona que está obsesionada solo en una relación, gastará tres horas en elegir un atuendo para una cita romántica y pensar cómo verse de manera presentable. Aquella persona que está obsesionada con el trabajo, negociará incluso en el metro y dormirá menos para comenzar a trabajar antes.

Por qué sucede: cuando algo importante desplaza lo demás, nos hacemos adictos y dejamos de diferenciar las acciones que nos traen un resultado y las que no. Para nosotros es importante hacer algo y sentir que nos acercamos al objetivo.

Qué hacer: tranquilízate y desvía tu atención hacia otras esferas de la vida. Cuando las emociones turbulentas y los deseos de obtener lo desado desaparezcan, evalúa adecuadamente las acciones que te traen un beneficio. Así llegarás a un 20 por ciento de esfuerzo que trae un máximo resultado y podrás rechazar el resto.

Incluso las personas más inteligentes caen en trampas mentales. ¿Y tú con qué trampas te enfrentas a menudo?