Muchas veces tomamos decisiones precipitadas, o juzgar a las personas sin conocerlas, ¡tranquilos! es algo que nos ocurre a todos alguna vez, y hoy queremos contaros 10 historias que así lo demuestran:
1) ¿Piensas que lo físico en una chica es lo más importante? No lo es. Una amiga mía hace poco se casó gracias a su sentido del humor. Tiene un busto pequeño, por lo que utiliza todo tipo de relleno y push-up.
Una vez fui con ella a la playa, ella sacudió su toalla de manera elegante y en ese mismo momento se le cayó la parte superior de su bikini, junto con sus pechos postizos. El chico de al lado se rió tanto que hasta se sintió mal. Una semana después, le propuso matrimonio a mi amiga.
2) No suelo dar dinero a los mendigos en la calle, no me creo sus historias. Pero una vez vi cómo un hombre indigente, que aparentemente no comía bien, estaba alimentando a perros callejeros.
No solo porque se le acercaron los perritos, él los andaba buscando a propósito. Esto me conmovió tanto que lo invité a comer y de vez en cuando me reúno con él para ayudarlo. Es una buena persona con un destino difícil. Lástima que este destino a veces sea tan injusto.
3) Tengo un hijo ciego. Durante mucho tiempo mi mujer y yo no sabíamos cómo presentarle el mundo y enseñarle a vivir sin sentir sus desventajas. Un amigo me aconsejó inscribirlo en un taller de dibujo.
Al principio la idea nos pareció rara, pero medio año después los maestros nos dijeron que nuestro hijo tenía un talento obvio, ya que podía dibujar a partir de sus sensaciones táctiles. Ahora sus obras participan en exhibiciones y un par de ellas están en colecciones privadas en el extranjero. Así que pase lo que pase en tu vida, no te rindas, siempre habrá una salida.
4) Una chica me parecía fea y decidí trolearla. Creé en una red social un perfil falso de un chico, la agregué para engatusarla, invitarla a salir y no ir. Después de intercambiar mensajes, la fui conociendo y me di cuenta que era divina. Me enamoré. (ojalá ella no)
5) Por primera vez me quedé a dormir en la casa de mi novia. Ya que ella siempre está a dieta, decidí ir a la cocina por la noche para no tentarla con la comida.
Entré a la cocina, abrí el frigorífico, tomé una olla y de repente escuché por detrás una voz ronca: “¿Qué, comes?“. La olla se cayó, me di la vuelta y vi a un enorme loro en una jaula que repetía: ”¡Comes, comes!”. Mi novia apareció en el pasillo muriéndose de risa.
6) Mi marido es una persona de pocas palabras que contiene sus sentimientos, fue difícil que me dijera “te amo“. Mis amigas también me dicen: ”Tu marido parece de piedra”. Pero yo sé lo sentimental que es él en realidad. Hace poco noté que lleva en su cartera una rosa origami que le había hecho en nuestra primera cita. Y la trata con mucho cuidado porque le da miedo dañarla.
7) Creo que ese día trabajé demasiado. Pasé media hora tocando la puerta, exigiendo que me dejaran entrar. Escuchaba voces, pero nadie me abría. Grité: “¡Soy tu jefe! ¡Exijo que me abras la puerta“. Otra vez ruidos. Al final, me abrió la puerta un guardia asustado y me dijo: ”¡Si no dejas de hacer escándalo, voy a llamar a la policía!”. Resulta que estaba llamando a un sucursal del banco. Mi oficina estaba una puerta más adelante..
8) Hace tiempo le compramos una guitarra a nuestro hijo y nunca escuché que la tocara, así que lo regañaba todo el tiempo por haberla comprado. Ayer me sentí resfriada y mi marido fue a comprar medicinas. Al parecer, mi hijo pensó que también yo me había ido, tomó la guitarra y empezó a tocar (resulta que siempre lo hace). Toca tan bien que me sentí avergonzada por haberlo regañado durante todos esos años.
9) Empecé a salir con un chico, lo invité a mi casa esperando una noche romántica, pero me intoxiqué con sushi y pasé toda la noche en el baño. Creí que era el fin de nuestra relación. Abrí la puerta y él no estaba. Pensé que se había ido… Pasaron 20 minutos. Él regresó con unas pastillas, suero y limón. ¡Quién sabe cómo encontró en un barrio desconocido una farmacia de 24 horas! Me cuidó hasta que me quedé dormida. Y se durmió abrazándome.
10) Hace una semana me casé. Hoy una amiga se quedó a dormir en nuestra casa. Me desperté por la noche escuchando voces. Mi marido no estaba a mi lado, escuché su voz en el cuarto donde dormía mi amiga: “¡Ella no va a escuchar nada! “.
Entré a la habitación temiéndome lo peor, lista para matar… Y ellos estaban jugando ajedrez. ¡En serio! Mi amiga acababa de perder y mi marido le decía que le tocaba cumplir con la tarea del perdedor que habían acordado: cantar ”kikiriki” como si fuera un gallo.