8 gestos y posturas por los que no nos contratan a pesar de tener un currículum excelente

“El cuerpo nunca miente”, es una popular afirmación de la bailarina estadounidense Martha Graham. Pero podría firmarla cualquier profesional de recursos humanos. Y es que los responsables de la selección de personal en las empresas lo saben mejor que el resto de profesionales: cuando se encuentran ante un candidato cuyo lenguaje corporal contradice lo que dicen sus palabras, lo más probable es que le descarten.

Echad un vistazo a estos consejos, que podrán ayudarlos a identificar esos gestos y posturas que hay que evitar para no perder el trabajo con el que tanto soñaste.

1. Tocarse el cuello.

El exagente de contrainteligencia Joe Navarro lo tiene claro: cuando están en una situación de estrés, las personas tienden a tapar su cuello. Se trata de una forma inconsciente de proteger la parte más vulnerable de nuestro cuerpo. Por otro lado, los hombres presionan firmemente la palma de la mano por el lateral, mientras que las mujeres tocan levemente su cavidad yugular en la parte frontal del cuello, o bien acarician su collar.

Este gesto revela que la persona es insegura o que algo la está preocupando profundamente. Por ese motivo, el responsable de elegir al personal puede sospechar que se le está ocultando algo importante.

2. Sentarse con las piernas cruzadas.

La mayoría de nosotros estamos cómodos sentados con las piernas cruzadas, pero un desconocido puede considerar que se trata de una postura defensiva. Además, con esta postura será difícil cambiar de posición sin atraer la atención del entrevistador.

La experta en lenguaje corporal Patti Wood aconseja colocar ambos pies sobre el suelo, ya que esta sensación de apoyo facilita pasar del pensamiento creativo al racional, y de esta manera poder hacer frente de manera eficaz a las preguntas complejas.

3. Subir un hombro por encima del otro.

Cuando se adopta una postura asimétrica puede indicar que se es una persona débil, o por lo menos indecisa. Con est apostura se afecta negativamente a nuestro sentido del yo, según explica la psicóloga social Amy Cuddy; pero, además, cuando nos encorvamos o se hunde el pecho, el nivel de cortisol en nuestro cuerpo comienza a aumentar mientras que el de testosterona disminuye.

Según los resultados de sus observaciones, los especialistas en recursos humanos acostubran a descartar a los candidatos que han adoptado estas posturas “débiles”.

4. Ocultar las manos.

Las manos pueden revelan nuestro nivel de ansiedad, así que inconscientemente nos esforzamos en ocultarlas de los ojos de los demás. Si mantienes tus manos a la vista causarás una buena impresión al responsable de recursos humanos. Además, las palmas abiertas lo convencerán de que eres sincero, ya que mentir en esta posición es poco probable.

5. Desviar la mirada hacia la derecha cuando realizas una pausa.

Las personas suelen dirigir la mirada hacia la izquierda cuando intentan recordar algo, o retroceder en el tiempo con el pensamiento. Además, la dirigen hacia la derecha para inventar alguna cosa. Por este motivo, si una persona mira a la derecha, hacia arriba o hacia abajo, y tarda en contestar, puede que signifique que no quiere decir la verdad y esté inventando su respuesta.

Por otro lado, tampoco es bueno “perforar” al entrevistador con la mirada, ya que es un comportamiento que suele ser percibido como agresivo. Lo mejor mejor limitar el contacto directo con los ojos al 60% del tiempo total y, al hablar, pasar suavemente la mirada de una parte del rostro de tu interlocutor —nariz, frente, labios— a otra.

6. Cruzarse de brazos.

Cruzarnos de brazos sobre el pecho es algo que hacemos de manera instintiva cuando una conversación se vuelve desagradable. Al hacerlo, corremos el riesgo de perder la buena impresión que estábamos generando en el interlocutor. La mejor manera de seguir pareciendo una persona abierta es recurrir a los gestos, que además también nos ayudan a seleccionar las palabras con más velocidad, y a formular mejor nuestros pensamientos.

7. Subir los hombros.

Esa famosa “postura de la tortuga”, en la que los hombros se levantan y el cuello se vuelve casi invisible, denota temor e inseguridad. La persona que adopta esta pose miente, o quizás tema algo, según Joe Navarro.

Una postura erguida, sin embargo, permite dar la sensación de ser una persona segura de sí misma. Además, una pequeña inclinación hacia adelante revela al interlocutor que estamos interesados ​​en la conversación.

8. Arreglarse el pelo con demasiada frecuencia.

El hábito de arreglarse con frecuencia el peinado puede resultar irritante para nuestro interlocutor. Además, puede dar a entender que no sabemos controlarnos ni podemos hacer frente a la situación. Para evitar este tic, lo mejor es concentrarse en respirar hondo, y hablar mientras exhalas.

También se puede recurrir a la regla de los 2 segundos: realiza una breve pausa antes de responder a tu entrevistado, para hacerle saber que estás siguiendo de cerca la conversación y que la tienes bajo control.

Bono: cómo adelantar a tus competidores antes del inicio de una entrevista, según la psicóloga Amy Cuddy.

Es típico que cometamos errores incluso antes de que arranque la propia entrevista, por ejemplo doblando el cuello para mirar a nuestro smartphone empeoramos nuestra salud ya que en esta postura nuestro cuerpo produce activamente cortisol.

Amy Cuddy encontró una gran solución para resolver el problema: aconseja encerrarse a solas en el cuarto de baño y permanecer allí durante 2 minutos en la “postura del ganador” —como la que se aprecia en la imagen de arriba—, de manera que suba el nivel de testosterona y podamos sentir nuestra fuerza y ​​demostrársela a quienes nos rodean.