El “principio de los abrazos”, el “método de la casa en llamas” o la “destrucción de pruebas” se han inventado como otros muchos trucos para hacernos más fácil ese proceso de poner en orden el hogar, una labor no del todo agradable a la que difícilmente se puede renunciar. Pero lo más importante es que estos métodos realmente funcionan y sus autores nos los han contado con detalle para que sea sencillo llevarlos a la práctica.
Te explicamos hoy diversos sistemas de limpieza eficaces y sus principios más interesantes. Algunos de ellos están orientados a desprenderse de manera global de casi todo el hogar, mientras que otros ayudan a resolver pequeñas tareas cotidianas que siempre se atascan. Quién sabe, pero igual sobre esta base tú también eres capaz de crear tu propio sistema de limpieza.
1. El método japonés: “Ese ’por si acaso’ nunca llega”
En el corazón de la técnica de Marie Kondo está lo que imaginas acerca de tu hogar ideal. Incluso si se trata de un apartamento o una vivienda alquilada que, por alguna razón, no te inspira precisamente, puedes convertirlo en lo más confortable y acogedor posible.
No comiences a poner todo en orden hasta que hayas tirado todos los trastos que sobran. Se recomienda desprenderse de aquello que no se necesita una vez cada 1,5-2 meses.
Califica cada cosa valorando la comodidad que te aporta. Definitivamente, no necesitarás algo que lleva mucho tiempo en los rincones más ocultos de un armario o que te traiga recuerdos desagradables. Este “por si acaso” nunca llegará, por eso debes tomar una decisión rápido, sin aferrarte a las cosas.
No valores tus recuerdos en base a lo material, porque estos no desaparecerán si tiras un plato viejo, un vestido que te pusiste hace muchos años, las entradas del concierto de tu artista favorito o el marco roto que antaño perteneció a tu abuelo.
Las cosas deben distribuirse, no por habitaciones, sino por categoría, por eso se hace necesario mantenerlas juntas.
No llenes los cajones y armarios hasta rebosar: las cosas ocultas a los ojos nunca se utilizan, deben tener su espacio.
Guarda las prendas de tal modo que puedas verlas de inmediato. Por ejemplo, si hablamos de una cómoda, es mejor colocar las cosas, no horizontalmente, sino en vertical.
Crea tu “zona de fuerza”: un rincón donde puedas retirarte cómodamente, rodeado de tus cosas más queridas.
2. El principio de los abrazos
Leo Babauta, el creador de un blog sobre minimalismo, te invita a reflexionar sobre para qué compramos las cosas. Por ejemplo, si lo hacemos con el fin de crear una sensación de seguridad para lograr la aprobación de los demás o lograr cierto confort. Te aconseja que te des cuenta de qué cosa es realmente necesaria y cuál le atribuiste una fuerza, no propia de ella, y por la que te aferras a la misma.
En cuanto al proceso de limpieza en sí mismo, Leo es partidario de la teoría de los “casos pequeños discretos” en lugar de uno grande. Por ejemplo, es mejor barrer inmediatamente el polvo tan pronto como lo hayas notado en vez de distribuirlo por toda la casa y verte obligado a hacer una limpieza general un sábado.
Otro principio suyo recibió el nombre de “método del abrazo”: por una vez, limpia aquella zona que puedes abrazar con tus brazos, sin tener que recorrer innecesariamente de un lado al otro de la habitación. Pasando de una zona a otra, puedes terminar la limpieza dos veces más rápido de lo habitual.
Cuando revisas tus cosas, vale la pena tomar 3 cajas: “Dejar”, “Puede servir”, “Tirar”. La caja número 2 tiene derecho a vivir medio año en el sótano o el trastero y luego, por regla general, también se tira. ¿Lo comprobamos?
3. Perezosas anónimas
Este sistema lo inventó en 1982 Sandra Felton, una estadounidense que perdió su tesis dentro de su propia casa. Esta fue la última gota que colmó el vaso: Sandra estaba cansada de sentir que estaba haciendo las cosas mal, así que comenzó a estudiar el asunto y elaboró sus propias reglas.
Ella cree que la limpieza es más fácil de mantener allí donde reina un orden permanente y este es más fácil de controlar si cada cosa tiene su lugar. Enséñate a ti mismo a poner las cosas en su sitio, de inmediato. Este hábito, como cualquier otro, se adquiere en un periodo de 21 días.
Algunas de las normas de Sandra:
Pedir ayuda. Pídele a tus seres queridos que te ayuden con aquello que no les provoque emociones negativas y a los niños puedes “venderle” la limpieza como un juego con pequeños premios.
Utilizar la magia de las 3 cajas: “Tirar”, “Vender o regalar”, “Guardar para su almacenamiento”. Asegúrate de que la última caja no se vuelva voluminosa: solo debe haber en ella las cosas más necesarias.
Si un asunto requiere menos de 30 segundos (por ejemplo, lavar un plato), hazlo inmediatamente y olvídate de eso.
De vez en cuando, contempla tu casa desde el exterior para decidir qué se puede hacer en ella y cómo mejorarla.
4. El método de la casa en llamas
Este enfoque minimalista de organización del espacio lo descubrió por sí misma la autora de artículos sobre la relajación de la conciencia, Alison Hodgson, tras un incendio en el que se quemó toda su casa. La familia logró sacar solo algunos equipos electrónicos, mientras que la ropa, los juguetes y otras cosas perecieron en las llamas. Según Alison, nunca consiguieron recordar qué cosas estaban almacenadas en los fondos de los armarios, pero algún tiempo les daba pena desprenderse de ellas.
Su principal recomendación es un tanto utópica, pero aun así nos hace entender el verdadero valor de ciertas cosas para uno mismo: pregúntate qué es lo primero que tomarías si el fuego alcanzara a tu vivienda y deja solo las cosas que realmente te alegran el día.
5. El placer de limpiar con “Flylady”
“Flylady” es quizás el sistema de limpieza más comúnmente conocido, también porque sus fundadores creen que el proceso debe disfrutarse. Su principio fundamental: tratar de eliminar de la vida el estrés de las limpiezas generales durante muchas horas los fines de semana. Estas nos hacen perder un valioso tiempo en familia y desmotivan a la hora de crear un hogar hermoso.
La autora Marla Cilley recomienda concentrarse unos 15 minutos al día y, literalmente, poner el cronómetro.
Durante la semana, todos los días, limpia una zona. Por ejemplo, el lunes toca la entrada, los martes, el cuarto de baño, y así sucesivamente.
Una vez por semana, realiza una limpieza para quitar el polvo y fregar los suelos, pero este proceso no debe durar más de una hora.
Sofoca los “puntos calientes” de la casa, son lugares donde las cosas se acumulan constantemente: la mesa de la cocina, mesa del centro o el espacio de trabajo. La limpieza en dichos puntos no debe llevar más de 5 minutos.
6. Pasión por tirar los trastos
Tirar los trastos es una afición de las amas de casa estadounidenses. Esto ayuda a limpiar mejor y no acumular demasiadas cosas en la casa. Pero eso de deshacerse de los trastos, cada uno, lo hace a su manera.
“El método de una caja especial”: guarda ahí los objetos que no usamos, llenando la caja durante todo un mes. Su contenido se debe donar, vender o tirar, una vez al mes.
“Método 1/10”: cada 10 días nos deshacemos de 1 cosa.
“Método de cohete”: dedicamos 10 minutos todos los días a correr por el apartamento y recoger la basura en una caja o en una bolsa.
7. “Casa brillante”, o bien “ovejas y gusanitos”
¿Un poco de pedantería alemana? En el sistema de la “Casa Brillante”, lo principal es no percibir la limpieza como algo global y desagradable. Los creadores de este sistema lo convirtieron en un método compuesto de pequeños rituales diarios.
“Destrucción de pruebas”: es decir, cada uno limpia lo que ensucia de inmediato, este es el principio fundamental del sistema.
“Mini rutina”: limpieza por la mañana, la cual comienza ventilando la habitación, haciendo la cama, colocando las cosas en su sitio y regando las flores.
“Habitación del día”: en la habitación seleccionada hacemos más que en el resto, prestándole una atención que debe oscilar entre los 15 y 30 minutos.
“Ovejas”: tareas para esa “habitación del día”. Las “ovejas” deben “matarse” de una a una al objeto de que al final de la semana no se conviertan en un gran “rebaño”.
Los “patos”: son tareas para deshacerse de los trastos en una vivienda, puedes enfrentarte a ellos de uno en uno o bien tirando cajas de patos enteras“.
“Gusanitos”: pequeñas tareas diarias dirigidas a los niños, que les resultará divertido realizar, pero al mismo tiempo deben acostumbrarse a trabajar un poco cada día. Colocar las muñecas sentadas, recoger los juguetes, doblar su ropa después de lavarla: los “gusanitos” se van haciendo más grandes en función de la edad del niño.