10 Accesorios extravagantes del pasado que eran considerados increíblemente elegantes

Las personas de todas las épocas han querido ser guapas y estar a la moda. Para esto, los aristócratas recurrían a varios trucos y usaban innumerables accesorios que, en aquel momento, parecían ser verdaderos atributos de elegancia. Sin embargo, no podemos evitar sorprendernos al mirarlos actualmente: ¡no puede ser que un urinario femenino o un atrapapulgas fueran considerados accesorios elegantes!

Recopilamos algunos de los accesorios favoritos de fashionistas y dandis del pasado que nos parecen “algo inusuales” ahora.

1. Urinario femenino

En los siglos XVII y XVIII, en Francia, las damas usaban activamente el bourdaloue, un recipiente para hacer sus necesidades. Este artículo tenía un asa y parecía una salsera. Parece ser un objeto muy íntimo. Sin embargo, las mujeres francesas de los siglos pasados tenían una opinión diferente.

En la época de Luis XIV, durante los bailes de Versalles, las bellas damas con crinolinas y pelucas se retiraban modestamente a la pared para hacer sus necesidades. Y el uso del bourdaloue era algo muy habitual. Además, formaba parte del vestuario de lujo: estaba hecho de loza o porcelana y decorado con pinturas exquisitas.

2. Atrapapulgas

Debido a que la higiene en los viejos tiempos dejaba mucho que desear, el cuerpo humano era el hábitat perfecto para algunos insectos. Para deshacerse de las pulgas, las aristócratas inventaron el siguiente método. Llevaban un pelaje de animal en su hombro o en sus cinturones. Este era artificial, y las patas estaban decoradas con oro y joyas.

Algunas damas fueron incluso más allá: dentro de la piel colocaban a modo de trampa un paño empapado en miel, sangre y resina. Nuestros antepasados creían que tal dispositivo atraía insectos y les hacía mudar del cuerpo humano al pelaje del animal.

3. Cejas de pelaje de ratón

En el siglo XVIII hubo una moda curiosa para las cejas artificiales. Las damas rapaban el pelo que les había dado la naturaleza y pegaban en su lugar… piel de ratón. Por lo general, se colocaba en la frente, lo que aportaba una expresión burlona a la cara.

4. Tabaquera

La tabaquera era un frasco pequeño para almacenar tabaco. En su tapa estaba sujeta una cuchara de marfil, madera o metal.

Estos accesorios aparecieron en oriente, y eran pintados cuidadosamente por maestros chinos. Algo curioso es que aquellas que eran pintadas desde el interior tenían más valor.

En el siglo XIX, en Inglaterra, durante la época de la reina Victoria, este accesorio se puso increíblemente a la moda, como, por cierto, muchas otras maravillas chinas.

5. Lunares para “camuflaje”

Los lunares naturales en el siglo XVIII eran ocultados bajo una gruesa capa de cosméticos y polvos y, en su lugar, se pegaban unos artificiales. Estaban hechos de seda negra, terciopelo o cuero, y se colocaban en diferentes partes del rostro. De esta forma, las jóvenes no solo intentaban atrapar a un hombre en sus redes, sino que también servían para enmascarar secuelas de enfermedades como la viruela, la sífilis, etc.

6. Máscara protectora solar

¡Las aristócratas estaban dispuestas a usar cualquier cosa para preservar su piel pálida en su estado original! En el siglo XVI, llevaban máscaras de terciopelo negro para proteger su cara del Sol. Con más frecuencia, era llevada durante viajes.

Tenemos miedo de imaginar qué sensaciones experimentaban las mujeres al usarlas, ya que el color negro literalmente atrae los rayos del Sol hacia sí mismo.

7. “El ojo del amado”

Afortunadamente, el ojo en tales decoraciones era pintado. Sin embargo, el accesorio tenía un aspecto bastante siniestro. En la mayoría de los casos, se trataba de pinturas miniaturas hechas con acuarelas sobre marfil, las cuales ganaron popularidad entre damas y caballeros europeos en los siglos XVIII y XIX.

Los ojos de los seres queridos estaban en los broches y anillos, medallones y en el interior de los estuches. Al principio, su objetivo era preservar el anonimato del objeto de deseo, pero luego, más a menudo, se empezaron a ordenar retratos de “ojos” de esposos, hijos y otros familiares.

8. Pinzas para las faldas

Tales dispositivos aparecieron en 1846, y eran muy prácticos. Las pinzas sujetaban las faldas largas, las protegían de la suciedad y también facilitaban el movimiento.

9. Naves en el cabello

Los peinados del siglo XVIII eran grandeza, pompa y extravagancia. Eran como pinturas rococó: las damas más elegantes llevaban en sus cabezas figuras de pájaros, estatuillas y hasta jardines enteros con árboles pequeños. Fue durante ese período cuando el peinado “A-la Belle Poule” con el modelo de la famosa fragata francesa se hizo especialmente popular.

Por supuesto, era muy difícil sentarse en un carruaje con peinados tan altos, entonces el peluquero de corte de la reina María Antonieta, Léonard, diseñó un mecanismo de plegado fácil: con su ayuda, el peinado se doblaba y luego se levantaba nuevamente.

10. Bolas para tener mejillas regordetas

A finales del siglo XVII apareció la moda de usar bolas de mejillas para que estas se vieran más regordetas. Para crearlas se utilizaban varios materiales, pero era muy incómodo usarlas: las fashionistas ceceaban y en general les costaba abrir la boca cuando las llevaban puestas.