A todos los padres les suena familiar esta situación: un niño de dos años que ayer parecía ser un ángel comienza a tener una mala conducta. Inmediatamente aparecen los consejeros, que están seguros de que un niño necesita urgentemente la ayuda de un psicólogo. Tal presión puede desestabilizar incluso a la madre o padre más razonable.
Hemos decidido estudiar algunas actitudes desagradables de los niños y, basados en lo que descubrimos, queremos tranquilizarte: todo está bien con tu hijo.
1. Dice “No” a todo
Por lo general, un bebé gentil y obediente comienza a renunciar a todo lo que se le ofrece, y a veces enérgicamente. Rechaza incluso sus cosas favoritas, sin hablar de lo menos agradable.
¿Qué está pasando?
En general, el período de “No” señala el comienzo de la llamada crisis de autoconciencia, que ocurre aproximadamente entre los 2,5 y 3 años. El niño entiende que él es un individuo, y no una parte de sus padres, por lo que trata de marcar su lugar en la familia.
¿Qué hay que hacer?
Sé paciente y no intentes doblegar el espíritu de controversia de los niños. Ofrécele a tu hijo varias opciones y cierta independencia. Nada terrible pasará si este elige qué ponerse para ir al kínder. Mostrar comprensión vale mucho: el niño ganará confianza en sí mismo y también confiará más en ti.
2. Repite la misma pregunta
El niño no solo repite lo mismo por centésima vez, sino que también exige insistentemente que le contestes. ¿Te suena? A menudo, la madre ni siquiera puede entender lo que el pequeño quiere transmitirle, y él, a su vez, se enoja si no obtiene una respuesta. Incluso los padres más tranquilos pueden perder la paciencia en casos como este.
¿Qué está pasando?
La repetición es la mejor forma de recordar cómo se usa una palabra y entender si su significado cambia según el tiempo o una situación particular. Además, el niño entrena la entonación y la pronunciación.
¿Qué hay que hacer?
Recuerda que la repetición de palabras y frases es un paso hacia el desarrollo exitoso del habla. Satisface la curiosidad del pequeño, comunícate más con él. El período de repetición pasará, pero una reacción negativa puede causar la aparición de complejos.
3. A menudo se despierta por la noche
Parecía que el régimen de sueño y vigilia se había desarrollado desde hacía mucho tiempo. Pero, de repente, el niño comienza a jugar a las 3 de la mañana o, a veces, a armar un escándalo. Y cuanto más a menudo sucede esto, más difícil es soportarlo.
¿Qué está pasando?
Los problemas de sueño surgen a causa de un exceso de emociones e información recibida durante el día. Probablemente la tarde estuvo sobrecargada de eventos. Pero la razón de la sobreexcitación puede ser no solo juegos demasiado activos antes de irse a la cama, sino también el desarrollo de nuevas habilidades. Según los psicólogos infantiles, el niño está tan ansioso por entrenar esa novedosa habilidad que para ello está dispuesto a sacrificar el sueño.
¿Qué hay que hacer?
Primero hay que transferir todo el entretenimiento activo a la primera mitad del día. Si inclusive después de esto las vigilias nocturnas no cesan, trata de no enojarte. Pasa un poco de tiempo con tu bebé, lo más probable es que en los próximos minutos se calme y vuelva a la cama.
4. Hace travesuras y actúa en contra de tus pedidos
Imagínate una mañana en la que tienes que ir a trabajar, tu hijo debe ir al kínder y están todos apurados. Pero comienza un espectáculo. El niño pone la comida en su cara, las manos y la mesa, y en lugar de ir a lavarse, corre a la habitación. En el camino deja caer su orinal y se esconde en el armario (y los alimentos, por cierto, todavía están en sus manos). La travesura, como siempre, empieza en el peor momento.
¿Qué está pasando?
Según el psicólogo John Gottman, lo que nos parece una travesura, en los ojos del niño es un tipo de invitación a jugar. Y el juego sigue siendo la principal forma en la que el pequeño obtiene conocimientos sobre el mundo. Tu hijo apenas se ha despertado y está lleno de energía, y no tiene la culpa de que sus necesidades no coincidan con tus planes.
¿Qué hay que hacer?
Revisa tu rutina diaria. Tal vez por la mañana valga la pena levantarte más temprano y dedicar un tiempo a los juegos. Si no puedes hacerlo, intenta comprender el accionar del niño.
5. Gritar por cualquier cosa insignificante
Hoy le prohíbes a los niños ver dibujos animados y, a cambio, recibes unos gritos. Por un capricho, los gritones fueron inmediatamente castigados. Sin embargo, no tuviste en cuenta que anoche tú misma ofreciste organizar un maratón de tres horas de dibujos animados porque tenías que hacer un trabajo importante y no querías que los pequeños te generaran distracciones.
¿Qué está pasando?
Los niños aprenden rápidamente las reglas del juego (especialmente si estas les favorecen) y sinceramente no entienden por qué la situación cambia de repente. La imposibilidad de satisfacer una cierta necesidad (en otras palabras, un estado de frustración) pone nerviosos tanto a los niños como a los adultos.
¿Qué hay que hacer?
Sé coherente en permitir y prohibir algo a un niño. No debes cambiar las condiciones según la ley del más fuerte simplemente porque te sea más cómodo. Establece las reglas y síguelas.
6. Tira las cosas
Un niño deja caer unos lápices al suelo una y otra vez, tira un juguete contra la pared y, si se trata de chicos más pequeños, arrojan su chupón 10 veces seguidas y lloran hasta tenerlo de vuelta.
¿Qué está pasando?
En primer lugar, un bebé es propenso a acciones impulsivas que no puede controlar solo porque ciertas partes del cerebro aún no se han desarrollado. En segundo lugar, tirar cosas también es un aspecto interesante que debe ser perfeccionado: están involucradas las habilidades motoras finas y la coordinación entre manos y ojos. En tercer lugar, al arrojar algo, el pequeño examina las relaciones de causa y efecto (si uno lanza un objeto, este caerá), y se familiariza con la gravedad.
¿Qué hay que hacer?
Trata de explicar cuáles objetos se pueden arrojar y cuáles no. En general, un chico de 2 años ya podrá entender eso.
7. Comenzó a comer mal
El niño siempre tuvo un buen apetito, pero recientemente comenzó a rechazar los platos que antes eran sus favoritos. Las raciones que anteriormente comía también se volvieron demasiado grandes.
¿Qué está pasando?
Los pediatras dicen que hay varias causas relacionadas con la pérdida de apetito: un chico no se siente bien, le están saliendo los dientes, o simplemente está entretenido con un juego y no quiere distraerse con la comida. Sin embargo, estudios han demostrado que la introducción de nuevos productos en la dieta puede afectar los hábitos alimentarios. Los niños son bastante conservadores y lo nuevo los asusta, por lo que la perseverancia excesiva de los padres solo puede exacerbar el problema.
¿Qué hay que hacer?
Cualquiera que sea la razón, no debes obligar al niño a comer. A los 2 años, él ya puede entender que está lleno. Introduce suavemente nuevos alimentos en su dieta, no fomentes asociaciones negativas con ciertos platillos y trata seguir un horario.
8. Arma un escándalo
Ningún grito, queja o capricho puede ser comparado con una verdadera histeria que puede causar en el bebé una razón menor. Al principio llora para obtener lo que quiere, pero muy rápidamente pierde el control. Es peor aún si esto sucede en un lugar público. En esos casos, es mucho más difícil calmar al niño.
¿Qué está pasando?
Las histerias siempre tienen razones más profundas y no obvias: malestar, sobrecarga emocional, hambre o fatiga. En este contexto, una simple cosa como no querer comprar un juguete se convierte en un disparador. Aunque un adulto es capaz de lidiar con sus emociones, el sistema nervioso del niño aún no está completamente desarrollado.
¿Qué hay que hacer?
Es inútil hablarle y distraerlo en tal situación. Puedes intentar prevenirlo desde el principio (por ejemplo, desviar su atención) o, si el proceso ya está en marcha, dejar que el niño se calme solo y luego discutir sus sentimientos. Los expertos no recomiendan hacer concesiones.
Bono: cómo lidiar con la emocionalidad excesiva de un niño
Como demuestran algunas investigaciones recientes realizadas por un grupo de científicos de los Estados Unidos, la lectura en voz alta influye en el comportamiento y el estado emocional de un niño. De acuerdo con los resultados del experimento, los pequeños a quienes los padres leen libros con regularidad se vuelven menos propensos a la manifestación de agresión. Los científicos explican que los procesos que se inician mientras se escucha una historia están directamente relacionados con la capacidad de controlar el comportamiento. Y la energía que solía gastarse en emociones negativas se redirige hacia una vía constructiva.
Creemos que hay que leerles cuentos de hadas a los bebés de todas formas, independientemente de su carácter y hábitos.
¿Cómo superó tu hijo sus períodos de crisis? ¿Cómo lo manejaste tú? ¡Cuéntanos en la sección de comentarios!