En 1935, el médico portugués Egas Moniz descubrió en un experimento que al extraer el lóbulo frontal de 2 chimpancés, su comportamiento violento se reducía, y eran más obedientes. El doctor decidió repetirlo en humanos, y tras llevarlo a cabo, publicó un artículo en el que se demostraba que creía haber encontrado un método innovador para tratar a enfermos mentales. Hoy en día, Moniz es recordado por descubrir la lobotomía uno de los procedimientos más trágicos y vergonzosos de la medicina.
Entre 1945 y 1947 se llevaron acabo unas 2000 lobotomías, pero en 1949 se le concedió a Moniz el premio Nobel de Medicina por su descubrimiento y los números llegaron a 18.000. Este tipo de operaciones se consideraban aceptables en aquel entonces, ya que no había medicación o terapia lo bastante efectiva para tratar a la gente con enfermedades mentales. Pero la desinformación y las campañas en su favor también tuvieron gran impacto.
Un médico llamado Walter Freeman ayudó a familiarizar este procedimiento en EEUU. Sin ser cirujano, decidió cambiar la operación, y en vez de trepanar cráneo, perforaba los cerebros de los pacientes con un picahielos a través de la cuenca ocular. Perfeccionó este método hasta tal punto que solo tardaba 12 minutos en llevarlo a cabo. Viajaba por el país en una furgoneta llamada el Lobotomóvil y no tenía problemas en realizarlo en ambientes no estériles.