Se cree que todas las niñas sueñan con encontrar a su príncipe, casarse y vivir felices por siempre como en los cuentos de hadas. Sin embargo, hoy en día, cada vez son menos las mujeres que buscan dar ese gran paso en la relación; por ejemplo, en Europa, de 1965 hasta 2015 la cantidad de matrimonios por cada mil personas se redujo de 7,8 por ciento a 4,3 por ciento. Tal tendencia también se observa en el resto del mundo. Cada año, el número de mujeres solteras, muchas de las cuales en realidad viven con sus parejas bajo el mismo techo, va en aumento.
Hemos decidido averiguar por qué las mujeres modernas no tienen prisa o, en general, no quieren casarse, y además les pedimos a nuestros conocidos solteros contarnos su propia historia.
Mi pareja y yo vivimos juntos desde hace poco más de 15 años. Nos conocimos cuando tenía 28 y él 30, así fue como se dio la primera relación seria en cada uno de los dos. Ninguno quiere tener hijos, adoramos los perritos, no tenemos diferencias religiosas, escogemos las mismas películas y en los restaurantes ordenamos los mismos platillos. Cuando nos preguntan por qué no formalizamos nuestra relación oficialmente, nosotros simplemente respondemos: “¿Para qué?”.
Consideramos que una acta de matrimonio no nos hará más felices y no le dará a nuestra relación un nuevo nivel. Todos estos años habíamos vivido en viviendas alquiladas, hace poco compramos un departamento y esto significa mucho más que una firma en el acta de matrimonio.
Teresa, 44 años.
Soy de las personas que en nuestra sociedad se conocen como “profesionista súper preparada”, aunque yo no me considero así. No puedo decir que tengo un puesto muy alto, pero mi trabajo requiere de una gran dedicación y consume mucho tiempo, sin embargo, eso es algo que no me impide amarlo de verdad. Tengo una pareja con la cual me encuentro los fines de semanas (ya que él es igual de adicto al trabajo que yo) y estamos satisfechos.
Además, estoy segura de que una familia debe tener hijos, pero no considero que la familia sea una condición obligatoria para la felicidad. Si me casara, tendría que dejar mi trabajo y dedicarme por completo a mi familia por un par de años. Pero aún no estoy lista para eso, ya que anularía todos mis logros en el trabajo y ahora tengo una perspectiva real para conseguir un puesto alto en un par de años. ¿Me casaré alguna vez? No lo sé. Si no perjudica mi carrera laboral, entonces no excluyo la posibilidad.
Adriana, 30 años
Todo es sencillo para mí: quiero ser libre. Hacer lo que quiera, ir a donde quiera, tener amistad con quien quiera y no rendir cuentas por mis acciones ante nadie. Mi madre me dice que, cuando tenga una edad avanzada, estar sola será difícil, pero mi padre me apoya: él considera que una persona debe de vivir tal y como quiera si esto no afecta a los demás. En lo que respecta al futuro, prefiero vivir día a día y no pensar en lo que pasará mañana, ya que en los últimos 10 años he conseguido vivir en 5 ciudades y no es un hecho que dentro de un mes siga donde estoy ahora. El beneficio de ser freelancer lo permite.
Posiblemente, a alguien le parezca que soy inmadura y voluble, pero soy feliz. Y eso es lo más importante.
María, 31 años.
Ya estuve casada una vez. Fue a los 20 años y todo ocurrió porque todas mis amigas habían hecho lo mismo y pensé que, si en ese momento no seguía los mismos pasos, me quedaría como una solterona. Teníamos una relación completamente normal, cada uno amaba al otro a su manera e incluso no peleábamos, y si lo hacíamos era solo por pequeñeces. Una vez, me confesó que había conocido a una chica en el trabajo y que se había enamorado por completo. Sin pensarlos dos veces, estuve de acuerdo con el divorcio.
Con el paso del tiempo, conocí a un chico con el que ahora vivo, él me pidió que nos casáramos un par de meses después de habernos conocido (me parece que hizo esto solo para mostrarme sus serias intenciones), pero yo lo rechacé y le propuse que viviéramos juntos primero. Creo que en algún lugar, a un nivel subconsciente, tengo miedo de que un futuro matrimonio pueda terminar igual que el primero; por eso no tengo prisa por ir a las oficinas del registro civil, aunque ya llevamos 4 años viviendo juntos.
Esperanza, 28 años
Hace varios años estuve a punto de casarme: entregamos todos los documentos y quedaban tres semanas para acudir al registro civil. Ese día tenía que recoger mi vestido de novia de la sastrería, pero al despertarme, me di cuenta de que no quería casarme. Este pensamiento literalmente me aturdió y por tres horas estuve sentada en la orilla de la cama en la misma posición, no pensaba en nada, solamente en que no me quería convertir en la esposa de nadie. Las llamadas de mi madre, quien se encontraba esperándome con el modista, fueron lo único que me logró sacar de este estupor. Le pedí que recogiera el vestido y que hiciera con él lo que quisiera, pero que no me lo mostrara. Después llamé a mi prometido y le conté todo, al día siguiente me fui a otra ciudad, simplemente me subí al tren.
Desde ese entonces, me quedé en esa ciudad y ahora llevo más de 12 años viviendo aquí. No estoy casada, no tengo novio, hace dos años adopté a un pequeñín de tres años, tras haber superado una gran cantidad de obstáculos. Y ambos somos felices.
Nadia, 38 años
Tengo 61 años y nunca he estado casada. No, no odio a los hombres, tuve varias parejas y tengo un hijo, incluso tres veces me pidieron matrimonio pero siempre lo rechacé. ¿Por qué? Porque siempre he valorado mi libertad y el derecho de vivir como desee. Durante los años de mi juventud, casarse significaba convertirme en un complemento de mi esposo, tenía muchos ejemplos de ello antes mis ojos, en particular: mis padres. Tengo mi propio departamento, una gran multitud de pasatiempos que comparto con mi hijo y siempre me he sentido autosuficiente.
Mi hijo vive independientemente y mis conocidos frecuentemente me preguntan, “¿qué se siente estar sola a una edad tan avanzada?”. Pero no siento que me falte nada: tengo un trabajo que adoro, pasatiempos, amigos y no pienso que sea mucho más feliz estando casada.
Olivia, 61 años
Durante el periodo de 20 a 30 años, quería casarme, sin embargo, no encontré lo que se considera una persona adecuada y definitivamente no quería casarme con el primero que apareciera en mi camino. Casualmente, mi carrera laboral despegó a los 30 años y no tenía tiempo más que para trabajar. Ahora tengo casi 40 años, tengo mi propio bien inmueble e inversiones que me dan ingresos. No puedo imaginarme compartiendo todo lo que he ganado con bastante esfuerzo o pagando las deudas de alguien más. Dentro de un par de año planeo dar a luz a un hijo y si no lo consigo, entonces adoptaré uno.
Cecilia, 39 años
Desde que tengo memoria, nunca he querido casarme. Cuando todas mis compañeras de la misma edad paseaban a sus muñecas en carriolas y se inventaban un esposo, yo construía legos, leía los libros de astronomía de mi hermano y un par de veces intenté destruir el departamento con ayuda de mi “kit de química para niños”. A pesar de que principalmente hacía amistad con niños, estoy segura de que no soy lo que vulgarmente se conoce como “marimacho” y nunca me he hecho la pregunta de si soy una chica o un chico, solamente hago lo que me gusta.
Salí de la preparatoria con mención honorífica, terminé la universidad y la maestría, ahora me encuentro haciendo un doctorado en química. Hasta ahora, los deseos de casarme no han llegado, tengo planeado dedicar mi vida a la investigación científica, posiblemente algún día obtenga un premio Nobel.
Mariana, 27 años
No quiero casarme porque no quiero tener hijos. Por supuesto, podría encontrar un hombre con la misma visión, sin embargo, esto no es tan fácil. Tengo amigas que tampoco quieren tener hijos y parece que han logrado encontrar a un hombre con la misma opinión. Sin embargo, tiempo después de la boda, los hombres de todos modos comienzan a decir que no sería mala idea tener un hijo y las mujeres a veces terminan cediendo ante la presión.
Mi decisión de no tener hijos es consciente e impulsiva, ni siquiera quiero intentar convencerme de ello. Actualmente, me parece que los hombres contemporáneos están más interesados en tener hijos que las mujeres.
Isabella, 32 años
Considero que la institución del matrimonio es obsoleta y es hora de dejarla en el pasado. Para mí, el matrimonio está firmemente ligado con la opresión, tal vez porque crecí en un país en donde la mujer siempre está en segundo plano. No puedo imaginar estar sometida a alguien y prácticamente dejaré de ser un individuo. A pesar de que ahora vivo en una sociedad en donde reina la igualdad, en el trabajo y en la esfera social, frecuentemente me enfrento a mujeres que se encuentran en familias bajo un segundo plano. Mi novio y yo vivimos por separado, cuando vamos al cine o al restaurante, cada quien paga su cuenta. Para mí, no hay nada peor y más tenebroso que depender de otra persona, por eso, en dónde sea, trato de evitar eso.
Daniela, 31 años
¿Cuál es tu opinión acerca del matrimonio?