14 Personas compartieron historias de sus vidas que podrían convertirse en guiones de películas de terror

Cada uno de nosotros, al menos una vez en la vida, ha experimentado un déjà vu u observado algo inexplicable. Hoy en día, cuando la teoría de la simulación de la realidad se está volviendo cada vez más popular, esos casos se denominan “errores en la Matrix”. Y, curiosamente, son muchas las personas que han vivido hechos de ese tipo.

Seleccionamos algunas historias muy inusuales que usuarios de Reddit compartieron con todo el mundo.

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Hace poco tuve un sueño extraño: camino a casa, me encontraba con un accidente de tránsito. La conductora de uno de los vehículos, una mujer de unos 25 años, estaba inconsciente, manchada de sangre y no respiraba. Yo la sacaba del automóvil para practicarle primeros auxilios. Y cuando la ambulancia y la policía llegaban, la mujer de repente recobraba el sentido, me miraba con horror en los ojos y… en ese momento me desperté.

Algún tiempo después, mi tío me regaló un collage de fotos familiares que nunca había visto antes. Al ver una imagen de la boda de mis padres, me sorprendí profundamente: mi madre era la mujer del sueño. En la foto estaba embarazada y tenía lesiones en su cuerpo después de haber sufrido un accidente de tránsito. Le pregunté a mi padre y me contó los detalles de ese suceso, el cual había ocurrido hacía 25 años. Cuando llegó la ambulancia, mi madre estaba cerca del auto, y el hombre que la había salvado había desaparecido. Los médicos le dijeron a mi padre que, si ella no hubiera recibido primeros auxilios, habría perdido el feto que cargaba en su barriga debido a la falta de oxígeno. Eso es muy extraño: resulta que me salvé a mí mismo en el sueño.

Hace doce años, con mi novio rentamos la película Los cazafantasmas para verla en casa, ya que nunca la habíamos visto antes. Eran las 6 de la tarde de un día de verano, y el Sol todavía brillaba intensamente. De repente me desperté, como si estuviera inconsciente. Mi novio y yo estábamos sentados en el sofá, en posturas idénticas, pero ya era de noche, y la película había terminado hacía mucho tiempo. El reloj retroiluminado marcaba las 4 a. m. Ambos recordamos lo mismo, como si hubiéramos perdido la conciencia al mismo tiempo y nos hubiéramos despertado en el mismo momento. No sabemos qué nos pasó, pero esta es la cosa más extraña que me ha sucedido en la vida.

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Recientemente, cuando estaba hablando con mi mejor amiga, en medio de nuestra conversación me sentí como si hubiera entrado en trance, y todo lo que dije sonaba como a un guion ya escrito. Pronuncié lo siguiente: “Nuestro universo es la sombra de otro universo. Eso significa que nuestro mundo 3D es una sombra o proyección del mundo 4D. La conciencia de cada persona es, en realidad, algo así como una superconsciencia. Así que, todos estamos conectados. Tenemos libre albedrío”. Por alguna razón, repetí eso y dije que, si no tuviéramos libre albedrío, no habría coincidencias. ¡Es una locura!

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Paseando por el centro comercial después del trabajo, me encontré con mi esposa. Se dirigía hacia mí con una sonrisa. Yo también di un par de pasos hacia ella, pero, de repente, recordé que mi mujer ya no trabajaba allí. Cuando se acercó, vi que era una chica desconocida.

“Lo siento”, dijo, “estaba segura de que eras mi marido. ¡Te pareces a él!”. “No pasa nada”, le respondí, “Sé lo que quieres decir. También te pareces mucho a mi esposa”. ¡Es tan extraño saber que tengo un gemelo que se casó con la gemela de mi mujer!

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Hace unos 6 años, cuando tenía 14, paseaba por el bosque en el campo de mis padres. Caminando por un sendero me crucé con un golden retriever que salió corriendo de un arbusto justo delante de mí. Me pregunté de quién era el perro, porque ni nosotros ni nuestros vecinos teníamos uno dentro de un radio de 5 millas. De repente, apareció un chico de 19 a 20 años gritando: “Oye, ¿qué estás haciendo aquí?”. Corrí tan rápido como pude. Al llegar a mi casa le conté a mi padre todo lo que me había pasado y él fue a buscar a aquel sujeto, pero no encontró a nadie. Entonces, me castigaron por inventar cosas.

Hace aproximadamente 5 semanas, fuimos a la casa de mis padres con mi novia y su golden retriever llamado Bentley. Después de la cena, salí a pasear con el perro y, de repente, él se precipitó hacia el bosque. Corrí tras él, guiándome por su ladrido, y lo encontré al lado de un niño jugando allí. Cuando le pregunté: “Oye, ¿qué estás haciendo aquí?”, el chico salió corriendo. En aquel momento me di cuenta de que el niño llevaba la misma ropa que yo tenía a la edad de 14 años. En cualquier caso, esta es una historia sobre cómo me perseguí a mí mismo.

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Una vez fui sorprendido por una chica que de repente entró en mi departamento. Al verla entrar, grité: “¿Quién eres?”. La chica lo tomó como una broma y yo me quedé estupefacto, ya que ​​era la primera vez que la veía. Dijo que era mi novia, pero eso no podía ser verdad: mi pareja se veía muy diferente. Al final, llamé a la policía porque ella se negó a irse. La chica desconocida se puso histérica intentando demostrar que era mi novia, incluso mostró nuestras fotos conjuntas. Además, resultó que yo tenía las mismas imágenes guardadas en mi teléfono.

Me convencieron para que fuera al hospital, en donde mis mejores amigos confirmaron que esta desconocida era mi novia. Me hicieron varias pruebas, pero no descubrieron ninguna anomalía. Luego me ofrecieron dibujar un retrato de la chica que, según mi opinión, era mi pareja. Para resolver el misterio, llamaron a un retratista. Cuando el dibujo estuvo terminado, “mi novia” dijo que esa era su hermana, quien había muerto en un accidente de tránsito antes de que nos conociéramos. Cuando me enseñó su foto, enseguida me di cuenta de que estaba mirando la imagen de mi verdadera novia. ¿Cómo puede ser posible?

En la casa en donde vivo desde los 4 años, mi cuarto está al final del pasillo. Pero mi habitación no siempre fue la última. Junto al lado había otra en la que solíamos jugar con mi hermano gemelo. No teníamos prohibido entrar a ese lugar, pero siempre parecía que no debíamos estar allí. Una vez me acordé de ella, y le ofrecí a mi hermano jugar allí. Fuimos al final del pasillo, pero la habitación había desaparecido. ¡Nunca volvió a aparecer! Además, nuestros padres no sabían nada de ese cuarto.

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Estaba en la calle distribuyendo folletos publicitarios de la pizzería en donde trabajo y, de repente, me di cuenta de que una furgoneta se dirigía hacia mí. No me dio tiempo de reaccionar: el auto me atropelló, sentí cómo un fuerte golpe aplastaba mis huesos contra el semáforo, y vi que sus luces se apagaban. Luego, un destello de luz, y oscuridad… Intenté recuperar el aliento y me di cuenta de que todavía estaba en el mismo lugar al lado del semáforo, pero no había pasado nada de eso que había imaginado. Cuando regresé a la pizzería para descansar, escuché el sonido de una colisión. Resultó que una furgoneta chocó contra el semáforo y sus luces se apagaron. Todavía no entiendo qué sucedió.

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De niño, cuando jugaba con mi figurilla favorita de Batman, ella se me cayó en el espacio entre la pared y mi cama. Cuando traté de sacarla, no la encontré. Revisé todos los rincones de mi habitación, pero nunca pude hallarla. Doce años después, estando en una casa nueva en otro país, jugaba con mi teléfono y accidentalmente lo dejé caer entre la cama y la pared. Me agaché para recogerlo, ¿y sabes lo que encontré? Mi figurilla perdida. No tengo idea de dónde salió, porque ni yo ni mis padres pudimos encontrarla después de que la perdí, pero allí estaba.

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Estaba sentado en la mesa frente a una doctora esperando una receta médica. Llamaron a la puerta y entró un hombre. La mujer, pensando que era el siguiente paciente, dijo: “Señor, ¿puede esperar afuera?”. Me cuesta describir lo que pasó a continuación: pareció un fallo del sistema, como una imagen distorsionada en un video.

La cara del hombre parecía una mancha de varios tonos de rosa, deformada y como si estuviera pixelada. Cuando se dio la vuelta, noté que de perfil su rostro se veía plano, como el de una figurilla de LEGO. La médica, al igual que yo, se quedó en una pieza: “¿Has visto su cara?”. Así que no estaba alucinando. Al salir del consultorio, volví a ver a ese sujeto: su rostro era completamente normal.

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Habitualmente, recojo a mi novia después del trabajo. Ella me espera en una de las cinco mesas de la cafetería en la entrada del estacionamiento. Aquel día, ella me envió un mensaje diciendo que me estaba esperando. En la respuesta dije que llegaría pronto y, en aquel momento, mi teléfono se quedó sin batería. Cuando llegué al lugar acordado, encontré a una chica desconocida jugando con su celular.

Esperé otros 20 minutos y me fui a casa para buscar el cargador de mi celular. De regreso encontré a mi novia esperándome, pero muy sorprendida. Me preguntó en dónde estaba, y tuve que explicarle que la había estado esperando en el mismo lugar durante más de 20 minutos. Entonces me dijo que estaba sentada en la mesa frente a la chica que vi desde que me envió el mensaje. Después de todo, miré a esa mesa y no la vi, aunque estaba sentada allí. ¡Ella tampoco me vio! ¿Cómo puede ser posible?

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Mi amiga y yo recordamos las cosas del pasado, pero resulta que tenemos recuerdos completamente diferentes sobre una cena conjunta. Recuerdo que comimos en un restaurante en la parte sur de la ciudad, y mi esposo y mi hijo mayor estaban conmigo. Yo estaba embarazada de mi hijo menor. Mi esposo recuerda bien esa cena. Mi amiga se comportó de una forma muy extraña, como si apenas nos conociéramos. Sin embargo, ella no la recuerda y jura que nunca ha conocido a mi marido.

También recuerda que comimos en un restaurante en la parte norte de la ciudad y que ella estaba con su esposo, y yo estaba sola, embarazada de mi primer hijo, y había sido agresiva. Pero no conozco a su esposo y no suelo comportarme así. Y lo más interesante es que nuestros dos maridos recuerdan esta cena de la misma manera que nosotras, pero no recuerdan las versiones contrarias.

Una vez, cuando estábamos en mi casa con mis amigos, un niño de 4 a 5 años llamó a la puerta. Preguntó si sabíamos en dónde estaba su madre, y luego entró corriendo a la casa diciendo que tenía que encontrarla. Lo seguimos, pero el chico pareció desvanecerse. Revolvimos todo el lugar, pero nunca lo encontramos.

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Trabajo en un bar local y veo a mucha gente todos los días. Entonces, llega un cliente: le llevo una cerveza y un shot. Después de servirlo, digo: “Son 7,25 USD, Chuck”. Me miró aturdido y luego se rio nerviosamente. “Señorita, acabo de llegar a la ciudad y vine a tomar una cerveza. Nunca había estado en este bar antes, ¿cómo supo mi nombre y lo que quería pedir?”. No tengo ni idea de cómo lo adiviné.

¿Has vivido situaciones inexplicables y difíciles de creer? ¡Cuéntanos en los comentarios a continuación!