La infancia, un momento en el que nos cuidan como personas frágiles y vulnerables es bastante diferente a la edad adulta. Como adultos, comenzamos a seguir un nuevo conjunto de reglas y comprendemos con el tiempo que solo nos interesamos a nosotros mismos. No hay nadie que nos empuje hacia el éxito, nos dé su hombro para llorar, o nos elogie cuando hemos hecho algo bueno. Y, en última instancia, siempre habrá personas más inteligentes, mejores y más atractivas que nosotros.
1. No tiene sentido sacrificarse por los demás.
“Hace todo por él/Él no lo necesita”
¿Alguna vez has escuchado la frase: “Todo lo que hago, lo hago por ti”? Como regla general, va seguida de una respuesta fría: “¿Pero incluso te pedí que hicieras eso?”
Seamos honestos: las personas que nos rodean no necesitan nuestros sacrificios. La mayoría de las veces, se sienten incómodos y se irritan por este inconveniente. La única excepción a esta situación es el comportamiento codependiente, cuando ambas personas obtienen satisfacción de esa relación.
2. Ninguno de nosotros obtendrá una medalla en el trabajo.
Dicen que hubo un caballo que hacía la mayor cantidad de trabajo en el pueblo, pero nunca se convirtió en el jefe del pueblo. Tarde o temprano te enfrentarás a una verdad similar: tu jefe y colegas entenderán que estás listo para realizar cualquier tipo de trabajo. Y mientras estás descuidando tu salud al ponerte demasiada presión, estarán revisando con calma sus noticias en las redes sociales o chismeando mientras beben otra taza de café.
3. La positividad respecto al cuerpo no se trata de la ausencia de autocuidado.
Las axilas sin afeitar, las uñas rotas y la negativa a usar productos de higiene probablemente te harán lucir como una persona desordenada en lugar de un seguidor de la positividad corporal. Al mismo tiempo, las frases como “Me encantan mis rollos” generalmente ocultan pereza, muestran una falta de motivación para ir al gimnasio y demuestran que tratan su salud de manera irresponsable.
4. La apariencia importa.
“Nosotros te llamamos/¡Fuiste aceptada!”
Puedes hablar sin cesar sobre tu rico mundo interior y la belleza de tu alma, pero la frase “la gente juzga un libro por su cubierta” sigue siendo cierta. No solo evalúan las habilidades profesionales de la gente en las entrevistas, sino también la apariencia del candidato, así como su capacidad para comunicarse con otras personas.
5. Ser una buena persona no es una profesión.
“Tengo un hijo/Estoy enferma”
Nadie tiene que tratarte bien en el trabajo por tener ojos hermosos, 3 hijos, una hipoteca, 4 préstamos y una madre enferma. Los jefes siempre estarán interesados principalmente en la calidad de tu trabajo. Si no estás generando ningún beneficio para la empresa en la que trabajas, prepárate para ser reemplazado por una persona más enérgica y trabajadora en cualquier momento.
6. Tu madre no siempre tiene razón.
Con el tiempo, dejamos de percibir las palabras y los comportamientos de nuestros padres como una verdad eterna e indudable. Nuestra ideología infantil es reemplazada por el entendimiento de que una madre y un padre son personas comunes y corrientes que tienen sus desventajas, malos hábitos y pensamientos que no siempre son sabios y verdaderos. Esto puede sonar triste, pero tarde o temprano tus propios hijos también se sentirán decepcionados contigo.
7. Tendrás que estudiar hasta la edad de jubilación o incluso más.
“Ayer vs Hoy”
La tecnología moderna se está desarrollando a tal velocidad que tu profesión podría no existir dentro de 10 a 15 años. Eso significa que siempre debes estar preparado para aprender algo nuevo y aumentar tus calificaciones.
8. Si no asistes a ningún evento, las personas dejarán de invitarte después de un tiempo.
El truco de ofenderse, hacer pucheros y esperar a que otros te llamen para reunirte con ellos nuevamente solo funciona en el jardín de infantes. Nadie está interesado en este tipo de juegos en la edad adulta. Tarde o temprano te enfrentarás a la situación en la que tus amigos pensarán que ya no estás interesado en comunicarte con ellos y se olvidarán de ti.
9. La capacitación para mejorar la autoconfianza no funciona.
“Fantasía vs Realidad”
Ningún truco va a funcionar hasta que trabajes activamente para alcanzar tus metas. Además, tales prácticas son peligrosas porque a menudo te enseñan cómo manipular a otras personas. Después de tomar cursos sobre cómo atraes a las mujeres, los hombres comenzarán a acumular sus “victorias de amor”, pero todavía se sentirán solos. Y las mujeres que toman sus propios cursos sobre relaciones estarán convencidas de que usar una falda larga y dar un masaje hará que su cónyuge se levante del sofá y comience a ganar millones.
10. Lo sentimos, pero no eres el centro del universo.
¿Alguna vez te has hecho las uñas pero te has sentido triste después de que tus colegas no te hayan felicitado lo suficiente? ¿Alguna vez has gastado la mitad de tu salario en un traje nuevo y nadie lo ha notado? No te sientas molesto, solo trata de recordar la última vez que te sentiste sinceramente feliz después de ver que tu amigo se puso un traje nuevo. La buena noticia es que nadie notará el agujero en tu calcetín o medias rasgadas.
11. Lo que eres ahora es tu elección personal.
Es muy simple: la única persona responsable de tus acciones eres tú. Si no sabes español, eres tú quien no lo aprendió. Si tu jefe te sigue gritando, significa que dejas que lo hagan. Nadie es culpable por el hecho de que no te mudaste a otra ciudad o que no pudiste graduarte de la universidad y te casaste porque “es lo que hizo la gente”.
12. Siempre hay alguien más listo, más joven y mejor que tú.
“Ella tiene 20/Ella tiene 30”
Quizás el mayor impacto en nuestra autoestima es entender de que hay personas mucho mejores que tú en este mundo. Podemos seguir coqueteando y celebrando nuestro cumpleaños número 18 una y otra vez, pero recuerda que envejecemos cada año y que nuestras arrugas se vuelven más profundas. Los hombres comenzarán a ocultar su calvicie y su barriga, mientras que las mujeres aprenderán a atarse un pañuelo alrededor del cuello para ocultar su piel imperfecta. Todo lo que nos queda por hacer es aceptar este hecho y tranquilizarnos con el pensamiento de que cada persona es única a su manera.