Desde siempre fue una mujer independiente. Su decisión le costó perder a su pareja, pero ella no se arrepiente de nada.
Si algo es muy cierto es que cada cuerpo es un templo y que todos pueden hacer lo que deseen con él, sobre todo las mujeres, que tienen ese don divino de poder traer un hijo o una hija al mundo, algo que no están obligadas a hacer de ninguna forma.
Como Francy Uribe, una colombiana que creció en una familia bastante machista, siempre vio una madre sometida y un ‘hombre de la casa’ que era su papá. Razón que la motivó a intentar lograr todo lo contrario, no copiar el mal ejemplo que recibía en su hogar y surgir por sí misma.
Apenas con 16 años decidió irse de su pueblo para aventurarse en una vida independiente. Nadie la ayudó con el dinero, ella se las arregló fabricando aros, collares, y alguna que otra cosa para vivir y pagarse sus estudios en Comunicación Social.
Llegaría el amor a su vida y por descuido quedó embarazada, confesó “sin dudarlo ni un sólo instante aborté”. Después de finalizar su carrera se fue a Bogotá, estaba trabajando en su carrera y se consideraba en el momento de su vida. Alcanzando metas, y cuando podía ahorraba un poco y viajaba.
Pasaron los años, sus amistades se comenzaron a casar y ella seguía soltera, hasta que volvió el amor a su vida y decidieron irse a vivir juntos a Chile. Eso sí, no sin antes dejar algo en claro:
“Bueno usted sabe que yo no quiero tener hijos, así que antes de que nos vayamos, me voy a operar para no tenerlos”
Se fueron a Chile, se instalaron pero la relación se dañó porque a pesar de que su pareja había aceptado sus condiciones, se arrepintió, ahora quería hijos. Su novio viajó a Francia y a su regreso todo cambió, ya no era lo mismo, a pesar de haber emigrado juntos, decidieron terminar.
Ya han pasado seis meses desde que finalizó su unión, y Francy analiza su situación actual:
“Me miro al espejo y me siento bella, llena de energía, sexy, y sobre todo, feliz de saber que las mujeres tenemos múltiples formas de ser y estar en el mundo y que fui capaz de escoger y mantenerme en una de esas opciones. Me encanta decir con toda la fuerza de mi corazón que no quiero hijos y que me operé para no tenerlos, eso frena la fastidiosa respuesta de “el chip se te va a despertar”. Me encanta ser la tía loca que mis sobrinos llaman y escriben para conocer de sus aventuras. Pero ojo, también me caen bien las mujeres que decidieron tener hijos, admiro su valentía y para ellas tengo mi admiración y respeto total porque también tomaron una opción de vida”.