La increíblemente talentosa Salma Hayek Jiménez, nació el 2 de septiembre de 1966 en Coatzacoalcos, estado de Veracruz; México. Y hoy en día podemos decir que tiene al mundo a sus pies.
Siendo actriz de cine y televisión, además de empresaria y productora, es una de las artistas mexicanas cuyo nombre más se ha hecho notar en Hollywood, al menos desde la reconocida Dolores del Río.
Sus muchos logros en la gran pantalla la han llevado a estar nominada como mejor actriz principal en los Premios Óscar, siendo la primera de su país en alcanzar este honor. Además, su famosa interpretación de Frida Kahlo la hizo merecedora de nominaciones para el Globo de Oro, como mejor actriz.
Sin embargo, hoy su nombre ha invadido las redes pero no por su fama, que es mucho decir, sino por su hermosa hija, quien ya con once años se está ganando los corazones de los internautas a lo largo del planeta.
Hija de la fortuna
Valentina Paloma nació el 21 de septiembre de 2007, siendo hija de la reconocida Salma Hayek, quien como ya mencionamos, ha demostrado su talento como artista, productora y empresaria, y François-Henri Pinault, empresario francés, presidente de Pinault-Printemps-Redoute.
Una niña con talento
Salam Hayek siempre ha estado orgullosa de su pequeña, y no ha dudado ni un segundo en hacerlo sentir. Como la vez que contó que ya desde muy temprano la niña había demostrado tener talento para los negocios, vendiendo “slime casero” en la escuela.
Situaciones cotidianas de familia
En esta anécdota, Salma cuenta que intentaba corregir a la pequeña, que entonces tenía 9 años, explicándole que en principio, no estaba bien vender cosas en la escuela, pero su esposo se interesó más en el precio en que ofertaba su producto.
Gran inteligencia y visión
Al anunciar que su precio era el más barato, sus padres intentaron explicarle que no estaba considerando el costo de los materiales, por lo que no obtenía ganancia, a lo que la pequeña respondió, “claro que si, porque todo lo pagan ustedes”. Y con esto ganó la discusión.
Motivo de orgullo
En ese entonces, la pequeña Valentina tenía a todos encantados con su dulce y espontanea sonrisa, y sus ocurrencias de chiquilla.