12 Historias entretenidas sobre los vecinos que no nos dejan aburrir

Los vecinos pueden ser muy diferentes. Unos son tranquilos, calmados y no te dan ningún problema, otros tienen poderes extraordinarios. De lo contrario, ¿cómo explicarías el hecho de que no duerman por la noche, se la pasen reparando algo y sepan hacer ruido como si fueran una manada de elefantes? Buenos, molestos, ruidosos, enojados o divertidos… todos ellos son personas extraordinarias y misteriosas.

Juntamos 12 historias sobre estos personajes que no nos dejarán aburrir nunca.

  • Un día estaba esperando a mi novio para pasar una noche romántica. Me bañé, me puse un juego de ropa interior semi-transparente, me maquillé y me puse perfume. Solo me faltaba ponerme los lentes de contacto porque sin ellos casi no veo nada. De pronto tocaron la puerta. Pensé que era él. Me acerqué corriendo, vi por la mirilla: la silueta definitivamente era de él. Abrí la puerta pero vi a… un hombre desconocido. Y a su lado, una mujer con dos adolescentes de 14 y 17 años. El hombre quedó pasmado y la mujer, intentando taparles los ojos a sus hijos. Eran mis nuevos vecinos que querían conocerme.
  • La acústica en la casa donde vivo es excelente, y a mí me encanta cantar. Por eso, para no molestar a nadie, por lo general canto de día cuando todo el mundo está trabajando. Un día estaba cantando una canción pero olvidé la letra en una parte. Me sorprendí cuando escuché una voz masculina que venía de arriba continuando con la canción. La terminamos de cantar en dueto. Ahora muchas veces canto con mi vecino, incluso nuestros gustos musicales coinciden.

  • Vivo en una casa vieja. Las escaleras entre los pisos siempre estaban muy sucias, los focos todos quemados, y nadie limpiaba nunca. En el departamento del lado se mudó a vivir una chica de 23 años. Puso todos los focos, quitó las telarañas del techo, lavó las ventanas, barrió el polvo. Una vez iba regresando del trabajo y la vi tallando los pasamanos de las escaleras con un cepillo. Parecía que había más luz, incluso me sentí bien por estar en un lugar tan limpio. Me dio vergüenza de que seamos tan sucios. Hice una reunión de vecinos y empezamos a arreglar el patio. Sacamos la basura, barrimos las hojas secas, compramos plantas para las escaleras. Y colaboramos para comprarle un regalo a la vecina.
  • En estos días vino mi vecino y dijo que se le escapó una víbora. Mi mamá y yo nos asustamos, empezamos a revisar cada rincón de la casa, buscamos en cada armario, no dormimos durante dos días, y el vecino andaba enojado y gritando… pero todo nuestro miedo fue en vano: la víbora resultó ser su mujer.

  • A veces barro el piso en las escaleras de la casa porque me gusta la limpieza. Ayer me topé con un vecino en el ascensor, y me preguntó: “¿Tú eres la que barre el piso en el pasillo?“. Pensé que tal vez me quería dar las gracias, pero él continuó: ”No muevas mi tapete, por favor, me molesta si está mal puesto“.
  • Siempre escucho una voz infantil de los vecinos de arriba que grita: “Ven, ven, ¡tómalo!”, y luego el maullido fuerte del gato. Un día no aguanté, me subí para decirles a los vecinos que es un maltrato animal y que los iba a denunciar. En ese mismo momento empezó otra vez ese ”Ven, ven..“. La vecina me dice: ”Pasa a la cocina y míralo tú misma”. Me llevó ahí y ¿qué fue lo que vi? Su hijo le estaba dando comida al gato con esas palabras y el gato, en señal de agradecimiento, empezó a maullar. Mis vecinos son muy raros.

  • Tengo 62 años y soy la vecina anciana mala onda que siempre molesta a todos y nunca está contenta. Al menos eso es lo que piensan los vecinos a los que no les dejo tirar la basura fuera de la canasta, arrancar flores del patio, escribir sobre las paredes, entre otras cosas. Se quejan con todo el mundo de cómo soy mala y dicen cómo aterroricé a toda la casa y cómo sufren.
  • Mis vecinos de arriba son una pareja joven que se la pasa discutiendo. En nuestra casa la acústica es muy buena, por eso sin querer escucho sus escándalos. Una vez, cuando empezó una nueva discusión, decidí tocar el piano. Me sentí mal por esa pareja, por eso comencé a tocar una melodía triste pero muy bonita. En cuanto empezó a sonar la música, los gritos se volvieron más bajos y luego se detuvieron. Cuando terminé de tocar el piano, los vecinos comenzaron a hablar sobre mi interpretación y luego el vecino le dijo a su esposa que la quería mucho.

  • Una vez discutí muy fuertemente con mi novio en mi casa. La vecina de arriba llamó a la puerta. Como yo tenía los ojos rojos de tantas lágrimas, le pedí que él preguntara quién era. La vecina no quiso hablar con él y le pidió que me llamara. Cuando salí a hablar con ella, me preguntó que si él me estaba molestando y si quería que ella hablara con él seriamente. Le contesté que todo estaba bien. Pero se siente magnífico saber que les importo a las personas básicamente desconocidas. Siempre odié a mis vecinos, pero ahora les perdono el ruido del taladro los domingos.
  • Esta mañana estaba en la cocina, mi hijo aún no estaba dormido. De pronto escuché cómo el perro de los vecinos de abajo empezó a aullar. Lentamente, con mucha tristeza y poco a poco subiendo el volumen. Antes de ir al trabajo, decidí pasar a casa de mis vecinos. Toqué la puerta y abrió la vecina. Le digo: “Buenos días, ¿podrías por favor calmar a tu perro? Es que mi hijo aún está dormido“. La vecina frunció las cejas y me contestó: ”No es el perro, soy yo CANTANDO”.

  • Por la mañana tocaron mi puerta. Mi vecino gigantón, de una estatura que casi llega al techo, dice con su voz baja: “¿Qué rayos te está pasando? ¿Por qué tanto silencio?”. Puso la música, volteó las bocinas hacia la escalera y se fue.
    Por las mañanas suelo poner música y la grabadora está en la entrada. Los vecinos me quieren mucho, nadie llega tarde al trabajo y, además, conocieron a muchos cantantes no tan populares. Vivimos en una casa pequeña, en cada entrada solo hay 6 departamentos. Somos como una familia, y esta familia adora escuchar mi música.
  • Hoy sucedió algo increíble. Simplemente increíble. Vino mi vecino de arriba y me preguntó cuándo me parecía bien que perforara un poco su pared. Resultó que se lo estaba preguntando a todos los vecinos para elegir la hora que les parecía bien a todos. Le dije que lo podía hacer a la hora que quisiera, que no me iba a molestar y le deseé suerte. Por cierto, este vecino siempre me saluda con una sonrisa, detiene el elevador para que yo pueda entrar. ¡Ojalá todos los vecinos fueran así de amables!