La jornada laboral promedio de una persona es de ocho horas diarias, cinco o seis veces a la semana. Esto significa que, si el día tiene 24 horas, de las cuales ocho están destinadas para dormir, entonces la tercera parte de nuestra vida productiva está dedicada al trabajo. Y por esta razón es importante que cuidemos la relación que llevamos con las personas de nuestro entorno laboral, jefes, subordinados y colegas: para crear vínculos saludables con personas valiosas, impulsar nuestra carrera profesional y vivir en armonía, lejos del estrés que ocasionan los conflictos mal resueltos. Aunque en la práctica no es tan sencillo. Podemos encontrar problemas para sintonizar con nuestros compañeros y esto es muy normal; pero también es cierto que, si nos ponemos en acción, tenemos el poder de cambiar esta situación y convertirla en un excelente aprendizaje.
Te traemos esta lista de 10 trucos que te ayudarán a mejorar la relación con tus compañeros de trabajo.
1. Dirígete a las personas por su nombre
Este primer punto es de suma importancia y es tan simple como suena. Hablarle a las personas por su nombre nos ayuda a crear conexiones. Nuestro nombre es como una hermosa melodía a la que estamos acostumbrados a responder. ¿Recuerdas la primera vez que fuiste por un café y te preguntaron tu nombre? Quizás tuviste una muy buena impresión acerca del barista y tal vez hasta corregiste la ortografía; porque es muy importante. Claro que existen personas que son malas para recordar los nombres, y si ese es tu caso, no tengas miedo de preguntar. La otra persona estará contenta de responderte. Además, notarás que su gesto cambia cuando haces la pregunta. Lo cual nos lleva al siguiente punto.
2. Muestra interés por la otra persona
Así es, cuando haces una pregunta a otras personas acerca de cosas que verdaderamente les importan es más fácil tener una respuesta amigable. Esto sucede porque a todos nos gusta hablar de nosotros mismos y se siente bien cuando alguien se interesa en lo que tenemos que decir. Preguntas como “¿Qué hiciste este fin de semana?” o “¿Cómo está tu familia?” son muy útiles para generar empatía y abrir la puerta a una conversación. Aunque hay una advertencia en este punto. Si indagas demasiado en la vida de personas con las que no tienes un lazo de confianza, todo se puede tornar en el sentido contrario. Es recomendable hacer un acercamiento amigable y sutil.
3. Permanece presente en las conversaciones
Una vez que has entablado una conversación con tus colaboradores, estar totalmente presente en la conversación es lo más recomendable. En la actualidad, esto se hace cada vez más difícil porque nuestros teléfonos móviles son una sencilla puerta de escape ante cualquier situación. Pero ¿a quién no le gusta que le presten atención? Si estás invirtiendo tu tiempo y tu energía en hablarle de ti a otra persona, lo justo es que esa persona también ponga su energía en escuchar y hacerlo adecuadamente. Esto no solo te hará aprender de las otras personas, también hará que las hagas sentir cómodas en tu presencia.
4. Ofrece un halago sincero
Otra forma de mejorar tus relaciones dentro del ambiente de trabajo es ofrecer un halago o dos de vez en cuando, pero para que esto de verdad funcione, debe ser un halago sincero. De otro modo, estarás proyectándote como una persona exagerada y no inspirarás la confianza que buscabas en un inicio. Los halagos sirven para decirle a la persona que es importante y que su presencia impacta en la realidad que se está viviendo en el lugar o momento en el que se encuentren. ¿Por qué no nos llevaríamos bien con una persona que reconoce lo importantes que somos? Si notas que alguno de tus compañeros de trabajo ha cambiado su peinado, tiene zapatos nuevos o simplemente hace bien su trabajo, hazle saber que lo notas y que su esfuerzo ha valido la pena; pero hazlo siempre y cuando sea sincero.
5. No intentes ganar las discusiones
Solo existe una forma de ganar una discusión y es no participar en ella. Una discusión se da porque cada persona está dispuesta a defender su punto basándose en el orgullo, ya que este ha sido atacado, no basado en la objetividad del asunto por el que comienza la discusión en primer lugar. Por lo tanto, las oportunidades de resolver realmente el asunto a nivel práctico son escasas porque ninguna de las dos partes está dispuesta a ceder. Está comprobado que una persona a la que se le permite explicar su punto de vista es más propensa a ser más flexible con el punto de vista de la otra persona.
6. Siempre comienza diciendo algo positivo
Cometer errores es inevitable, las personas cometemos errores todos los días. La diferencia entre mantener a las personas dentro de tu equipo de trabajo dispuestas a ayudar o cortar el ánimo de tajo está en la forma de señalar errores. La mayoría de las personas estamos acostumbradas a defendernos cuando alguien nos dice que nos hemos equivocado, pero si antes de decirle a alguno de tus colaboradores que ha hecho algo mal comienzas con un reconocimiento a las cosas que ha hecho bien, notarás un cambio en su actitud y estará más dispuesto a colaborar porque le estás diciendo que confías en su capacidad de lograrlo. Para este tip te aconsejamos evitar “pero” y “sin embargo”, ya que utilizarlas harán que las cosas positivas que dijiste anteriormente pierdan su valor.
7. Mantén contacto visual
El contacto visual es tan importante como el lenguaje corporal. Gracias a él podemos saber si la persona con la que estamos interactuando nos está dando su atención o si su pensamiento se encuentra en otra parte. Nuestra mirada también nos ayuda a crear conexión mientras estamos contando una historia, dando indicaciones o un discurso a distintas personas. No tienes que mirar fijamente a los ojos, pues esto podría ser un poco invasivo; pero sí puedes dirigir tu mirada hacia las personas presentes para comunicarles que sabes que están ahí y que su presencia es significativa. De esta manera, tus palabras serán escuchadas con claridad y tendrás la atención completa de quienes se encuentren en la habitación.
8. Pregunta en lugar de pedir
Lo que tienen en común los puntos anteriores hasta ahora para tener buenas relaciones en el ambiente laboral, es que debemos hacer sentir a los colaboradores nuestro aprecio y su propia importancia. Si has escuchado alguna vez la frase “en el pedir está el dar” este punto tiene mucho que ver con ella. Cuando solicitamos que una tarea sea realizada, podemos afectar mucho el resultado final gracias a la forma en la que nos expresamos. En lugar de hacer una solicitud que pueda ser interpretada como una actitud de autoritarismo, prueba con hacer una pregunta. Hacerle una pregunta a tu colaborador le invita a participar contigo, de modo que no perciba tu petición como una orden, sino como una invitación a trabajar en equipo. A la larga, esto afectará el resultado del trabajo, ya que la motivación será mucho mayor.
9. Evita la crítica y las quejas
La crítica y las quejas no resuelven problemas pero sí pueden afectar tu ambiente de trabajo. Cuando criticamos, sin darnos cuenta estamos comunicando nuestras ambiciones, lo que queremos que suceda, pero también nuestras deficiencias, por eso es mejor ser cuidadosos al respecto. Las críticas matan el entusiasmo de las personas, trazando un muro entre ellas y aquello que les quitó la motivación. Lo mejor es aceptar a las personas como son e intentar que hagan las cosas como nosotros las haríamos. ¿Qué pasaría si, en lugar de criticar lo que no nos gusta, nos enfocáramos en aquello que nos gusta de las personas? Además de cambiar nuestra perspectiva, podemos convertir un ambiente hostil en un ambiente de armonía y trabajo en equipo.
10. Admite tus errores
Ya hablamos un poco de cómo hacer sentir bien a los demás, pero ¿qué hay de nosotros? Por generaciones hemos aprendido que cometer errores es vergonzoso, sin embargo todas las personas cometemos errores todo el tiempo. Aceptar nuestros errores nos libera de tensión y estrés, provocando que nuestra actitud hacia la solución sea mucho más positiva. También hace que las personas alrededor se sientan con confianza porque saben que si aceptamos nuestros propios errores, no seremos duros cuando ellos también los cometan. Cuando nos mostramos como personas infalibles, inspiramos respeto y tal vez cierta admiración, pero no creamos buenas relaciones. Cuando aceptamos que podemos equivocarnos, nos mostramos como seres de carne y hueso que están dispuestos a mejorar y esto crea conexiones.