Es difícil creer que en el siglo XXI uno pueda vivir sin televisor, teléfono inteligente e Internet. Sin embargo, hay muchos lugares en el mundo donde las personas deciden ignorar el progreso técnico y siguen viviendo de acuerdo con las antiguas leyes y costumbres de sus antepasados. Alguien rechaza automóviles y dispositivos eléctricos modernos, prefiriendo la vida cotidiana tranquila del siglo pasado, mientras que otros parecen completamente atrapados en la Edad de Piedra.
Observamos cuidadosamente el mapa del mundo y encontramos lugares donde puedes volver fácilmente al pasado.
1. Comunidad Amish, Estados Unidos
El movimiento de los seguidores de Jakob Ammann surgió a fines del siglo XVII en Europa, pero luego la mayoría de los amish, huyendo de la persecución, se vieron obligados a emigrar a los EE. UU. Los amish aprecian la vida rural, el trabajo manual, la modestia y la sencillez en la ropa y no aceptan muchas tecnologías y comodidades modernas.
Así reaccionan los jóvenes amish cuando ven un teléfono inteligente por primera vez en su vida, ya que Internet, la televisión y la radio están prohibidas aquí. A pesar de las estrictas reglas de la vida, los propios amish deciden si quieren permanecer en la comunidad. Los adolescentes de 14 a 16 años deben tomar la decisión: ser bautizados y convertirse en miembros de la iglesia amish, o salir al mundo exterior. Pero la mayoría de ellos prefiere quedarse con sus familias.
Algunos de los amish permiten el uso de la electricidad, pero el interior de sus casas se parece más a las casas de principios del siglo XX.
Como vehículos, los amish todavía utilizan carretas de caballos. Más a menudo están equipadas con lámparas de aceite o de queroseno que con faros eléctricos que funcionan con baterías.
Los amish no sirven en el ejército, no pagan contribuciones al seguro social y resuelven situaciones difíciles de la vida con la ayuda de toda la comunidad. No recurren al uso de maquinaria pesada en la construcción, y si necesitan mover un granero enorme, lo hacen con sus propias manos.
2. Viejos creyentes, Bolivia
Los viejos creyentes de Rusia, huyendo de la persecución, comenzaron a mudarse a América del Sur en la segunda mitad del siglo XIX. Su largo y difícil camino pasó por Manchuria — Hong Kong — Brasil — Bolivia. En Bolivia los primeros viejos creyentes rusos se asentaron hace varias décadas, a 3 horas en automóvil desde la ciudad de Santa Cruz.
Los viejos creyentes tienen prohibido ver televisión, escuchar música y fotografiarse. Se visten a la manera antigua, las mujeres tienen prohibido cortarse el cabello, y los hombres no pueden afeitarse la barba. Las niñas se casan a los 13 años y luego hacen las tareas domésticas, mientras que los hombres trabajan en el campo y crían animales.
No creen que el hombre viajó al espacio y que la Tierra gira alrededor de su eje. Consideran que un código de barras en los productos es una marca del diablo.
3. Lacandones, México
Los lacandones viven en el sureste de México, en las selvas tropicales de Chiapas, cerca de la frontera con Guatemala. Hoy en día son el pueblo indígena más aislado de México, que conservó su identidad y habla uno de los dialectos mayas. Hasta la fecha, en el siglo XXI, siguen utilizando arcos y flechas para cazar y hacen puntas de flecha con pedernal, que encuentran en el bosque.
Hasta mediados del siglo XX, los lacandones prácticamente no se contactaban con el mundo exterior, por lo que lograron preservar la cultura y las tradiciones únicas de la era precolombina. Los lacandones siguen peregrinando a las antiguas ciudades mayas para rezar y ofrecer sacrificios a los dioses que alguna vez vivieron en estos lugares enormes hasta que abandonaron la Tierra.
4. Mayoruna, Brasil
En los últimos 30 años los mayoruna se han convertido en una población asentada que vive principalmente en asentamientos forestales permanentes en las orillas del Amazonas. A pesar de los contactos con el mundo exterior, todavía se dedican a la caza y la recolección. Y su principal fuente de ingresos es la venta de cueros y carne de pecaríes.
El primer contacto oficial de la tribu con el mundo exterior tuvo lugar en 1969, cuando los misioneros acudieron a ellos. Antes de eso, de hecho luchaban con el gobierno local, que quemaba sus aldeas con napalm y enviaba soldados a sus comunidades. En la actualidad, se han establecido relaciones pacíficas entre el pueblo de mayoruna y el gobierno.
5. Huaorani, Ecuador
Los Huaorani viven en el este de Ecuador, entre los ríos Napo y Caruhue. Gran parte de los huaorani en la segunda mitad del siglo XX, después de ponerse en contacto con los misioneros, abandonaron el estilo de vida errante de los cazadores y recolectores y empezaron a vivir en las aldeas. Sin embargo, varios grupos tribales aún evitan el contacto con el mundo exterior y siguen viviendo en bosques infranqueables.
La principal arma de caza de los huaorani es el arma de aire comprimido. Por lo general, esta arma tiene una longitud de 3 a 4 m. Las flechas se mojan en el veneno de curare, que se hace de la corteza de la planta strychnos. Un animal herido con tal flecha pierde movilidad y muere por un paro respiratorio.
6. Machiguenga, Perú
Machiguenga es una tribu indígena que vive en la región de la selva en el este de Machu Picchu y que lleva un estilo de vida cerrado al mundo exterior. La mayoría de los machiguengas no tiene nombres propios, y se llaman “hermano”, “hermana”, “padre”, dependiendo de los lazos familiares. Sus chozas están hechas de las columnas de palma, que sirven como un casco, y también de hojas de palma y paja.
Como suele ocurrir con otras tribus en el territorio de América del Sur, los machiguengas jóvenes, desde la infancia, tienen monos pequeños como mascotas.
7. Yali, Indonesia
Yali es una de las pocas tribus que sobreviven en la Tierra siendo caníbales hasta el día de hoy. Viven en la provincia indonesia de Papua, en la isla de Nueva Guinea, en casas redondas sobre pilotes. Las mujeres y los hombres viven por separado.
Los miebros de la tribus Yali tienen estatura baja, apenas 150 cm. Las mujeres usan faldas de caña, y los hombres usualmente solo usan una koteka que cubre los genitales. Esta parte peculiar del vestuario, contrariamente a la creencia popular, no tiene nada que ver con el estatus social de su dueño. Los diferentes tamaños de kotekas (de 10 a 60 cm) se utilizan para diferentes propósitos: las kotekas más cortas están para el uso diario y durante la caza, y las más largas se usan durante los festejos.
8. Korowai, Indonesia
Los korowai son una tribu papua que vive en la parte sureste de la provincia indonesia de Papua. Fueron descubiertos por investigadores recién en 1970, por lo que fueron capaces de preservar su vida y tradiciones únicas hasta el día de hoy. Los korowai aún construyen sus casas en árboles, a veces a una altura de hasta 50 m. Todo esto se hace para protegerse de los depredadores y los ataques de las tribus vecinas. Otra razón para tal construcción son las creencias de la tribu; creen que de esta manera los espíritus malignos no pueden alcanzarlos.
Los korowai tienen una rica cultura lingüística. Pasan a las generaciones siguientes mitos, cuentos populares, hechizos mágicos y también tradiciones totémicas de sus ancestros. Hasta el día de hoy sacrifican a los cerdos domésticos para los espíritus de sus antepasados y creen en la posibilidad de la reencarnación.
9. Padaung, Myanmar
Los padaung han vivido durante mucho tiempo en las aldeas de las tierras altas de Myanmar, pero debido al conflicto con las autoridades locales en la década de 1990, algunos de los indígenas se mudaron a asentamientos adyacentes a la frontera con Tailandia. Las mujeres locales se hicieron famosas en todo el mundo debido a la inusual costumbre nacional: “estirar el cuello” con la ayuda de aros de metal, que muchos padaung siguen hasta la fecha. Las niñas comienzan a añadir anillos a los 5 años y terminan de hacerlo cuando se casan.
Aunque los padaung viven en contacto con la civilización moderna, siguen las antiguas costumbres. Por ejemplo, llevan a cabo ceremonias de “limpieza” con la ayuda de un pollo si alguien ha sufrido mala suerte en la vida, y también predicen el futuro a través de los huesos de aves.
10. Mursi, Etiopía
Los mursi viven en el suroeste de Etiopía. Adoran al dios de la muerte. Los cuerpos de los hombres aquí se consideran celdas de prisión para las almas perdidas de los demonios de la muerte, a quienes aprisiona la principal deidad de los mursi. Los símbolos de las cadenas son las rayas blancas en los cuerpos de los hombres de la tribu, que ellos mismos se pintan regularmente. Y un símbolo de belleza femenina de los mursi es una placa redonda de barro cocido o madera, que se inserta perforando el labio inferior de las niñas que han cumplido 12 años.
Todos los mursi desde la infancia aprenden a pelear con palos, e incluso organizan una competencia entre clanes. Los luchadores se pelean en parejas hasta que uno de ellos cae. Pero está prohibido matar a un oponente, y si una persona muere después de una pelea, se le corta la mano a su asesino. El ganador del torneo tiene el derecho de elegirse una esposa de cualquier clan y no tiene que pagar un dote.
Los mursi pelean constantemente con otros clanes y por cada persona asesinada se ponen un tatuaje especial que se parece a una sardineta. Cuando no queda espacio en los brazos, se siguen haciendo tatuajes en la espalda, las nalgas y el abdomen.
11. Nuba, Sudán
Nuba es el nombre generalizado de los pueblos que habitan los Montes Nuba en el sur de Sudán. Una característica distintiva de los nuba es su pasión por las competiciones deportivas, especialmente la lucha tradicional entre los hombres jóvenes. El amor de los nuba por la perfección física también se manifiesta en aplicar a su cuerpo patrones y decoraciones complejos.
Hoy en día, los nuba, al igual que sus antepasados, siguen viviendo en chozas redondas hechas de arcilla y paja. Los varones solteros duermen separados de sus padres, en sus propias casas exclusivamente para solteros.
Bono: una ermitaña siberiana, Agafia Lykova
Agafia Lykova ahora tiene 75 años y vivió toda su vida en medio de la nada en el área de Sayanes Occidental, en donde sus padres, los viejos creyentes, se mudaron a principios del siglo XX. Desde finales de la década de 1930, la familia Lykov vivió completamente aislada de la civilización. Pero en 1978 fueron descubiertos accidentalmente por geólogos que exploraban esta región de Siberia. En el momento del descubrimiento por parte de los científicos de la granja de los Lykov, la familia estaba compuesta por 5 personas.
Pero los padres de Agafia, así como sus hermanos, murieron a fines de la década de 1980, y la mujer quedó sola. Hoy Agafia vive en una choza torcida, lejos de la gente, siguiendo la fe de sus antepasados, rechazando muchas innovaciones culturales y cotidianas que han aparecido en Rusia desde los tiempos del emperador Pedro I.