La psicoterapeuta Aglaia Dateshidze tiene un pasatiempo inusual: escribe historias filosóficas sobre niñas y niños que actúan como adultos. Y, últimamente, sus lectores han comenzado a ayudarla, contando historias que muchas veces resultan ser muy irónicas y profundas.
Ya hicimos una compilación sobre las chicas. ¿Qué tal si ahora leemos unas historias cortas sobre los chicos con los que cualquier hombre podría sentirse identificado? Apostamos a que reconocerás a tus amigos en casi todos estos personajes.
1.
Había una vez un niño. Él pensaba que la vida era un laberinto de piedras en el que había una entrada, una tarea y una salida. Y luego resultó que la vida solo era un montón de piedras. Podías construir lo que quisieras con ellas… inclusive un laberinto.
2.
Había una vez un niño que conoció a una mujer casi perfecta: hermosa, inteligente, exitosa, vivaz, educada y relajada, y que vivía en una casa propia. En resumen, un verdadero sueño. Pero resultó que ella tenía un importante defecto. La mujer quería que hablara con ella, que la amara y que pasaran tiempo juntos. Eso, por supuesto, era completamente innecesario. Bueno, ¿qué se podía hacer? La perfección no existe…
3.
Había una vez un niño que aprendió muy rápido que si le decía a la gente “¡Buenos días!”, “¿Cómo estás?”, “¡Eres muy hermosa!” “¡Entiendo!”, “Está bien, está bien…”, “¡Te escucho!”, “Te amo” y sonreía con ternura, la gente se calmaba, lo dejaba en paz y él podía seguir haciendo lo que quería.
4.
Había una vez un niño que tenía una mujer preocupada y muchas deudas. Siempre se preguntaba: ¿por qué la tonta se preocupa tanto? Sí, los acreedores lo llamaban por la noche. Sí, lo amenazaban con quitarle su casa. Sí, él deambulaba por las habitaciones mientras pensaba en qué país del tercer mundo podía solicitar asilo político. ¿Y qué? Lo importante era que la amaba y que los fideos aún no se habían terminado. Además, era perjudicial para ella preocuparse, tenía que dar a luz pronto. Al tercer hijo.
5.
Había una vez un niño que tenía muy pocos problemas con la gente, porque desde su infancia había aprendido una simple regla: si te haces el héroe, debes hacerlo únicamente con tus propios medios.
6.
Había una vez un niño que tenía mala salud y una madre que se lo recordaba constantemente. Con el paso del tiempo, él crecía, se enfermaba, volvía a crecer y finalmente creció por completo. Y la madre se encogía, envejecía y finalmente desapareció por completo. Una pena, por supuesto, pero desde entonces, la salud del niño mejoró, porque ahora no había nadie que le recordara que era mala.
7.
Había un niño que una vez conoció a un gran maestro y no entendió qué era tan especial acerca de él. Sí, era tranquilo, consciente, vivía el presente, era feliz y alegre. ¿Y qué? Si pudiera volar o caminar sobre el agua… Aquellas eran puras tonterías.
8.
Había una vez un niño que siempre dejaba pasar a los que aceleraban en la carretera y corrían hacia la caja sin hacer la fila con un montón de alcohol en las manos, porque no tenía ninguna prisa en llegar a donde pronto estarían ellos.
9.
Había una vez un niño. Amaba a su madre, se metía en problemas y constantemente soldaba algo en el garaje, sacándose las peores notas en la escuela. Su amada mamá le decía que, si él continuaba así, su vida rodaría cuesta abajo.
El niño continuó, soldó su primera computadora, abrió una empresa, contrató a mil empleados, construyó un rascacielos, vendió el negocio, se hizo multimillonario, compró un yate, viajó por todo el mundo, se casó con una princesa, escribió un libro, aprendió a pilotar un avión, voló por todo el cielo y escribió otra obra. Y allí estaba, en una presentación, firmando sus libros, y esperando a ver cuándo su vida iba a rodar cuesta abajo. Quizás tenía que esperar un poco más, porque mamá no podría estar equivocada.
P.D. Y luego se le acercó su mamá, se disculpó con él y le pidió un autógrafo. Entonces, el niño se calmó, y la gente no volvió a oír de él.
10.
Había una vez un niño que les decía a todos que era absolutamente libre. Y luego resultó que simplemente nadie quería estar con él.
11.
Había una vez un niño. Era imposible acercarse a él sin una manicura y tres diplomas. O se quejaba. Pero si de alguna manera lo lograbas, resultaba que solo había que abrazarlo con fuerza, sostenerlo y no escuchar ninguna de sus quejas.
12.
Había una vez un niño y una niña que tenían una relación. Ambos la valoraban mucho. Solo que, para la niña, “valorar” era levantarse temprano, limpiar el departamento, bañarse, cocinar algo rico, ponerse algo hermoso y, a la hora acordada, sentarse junto a la ventana y esperar.
Y para el niño, “valorar” significaba llegar cada tanto por un par de horas entre las ocupaciones, sin siquiera llevar un regalo. En resumen, ahora ambos saben que, antes de iniciar una relación, hay que aclarar algunos conceptos.
13.
Había una vez un niño que quería que todo fuera simple. Y, por supuesto, se daba con la cabeza contra la pared cada vez…
14.
Había una vez un niño. Quería alimentar a todas las personas hambrientas y calentar a todo el que tuviera frío. Y luego se casó. Imagínense, esa malvada quería que primero él la alimentara a ella y a sus 5 hijos, que calentara la casa de ellos, ganara dinero, al menos, para la ropa, y recién luego salvara al mundo. ¡Si habrá mujeres egoístas en el planeta!
15.
Había una vez un niño europeo que estaba tan aburrido de existir que decidió convertirse en un gran poeta. Escribió, escribió y se hizo famoso en todo el mundo. Y luego, murió joven, después de producir otra obra maestra. Renació en un país del tercer mundo siendo un niño feliz y alegre. Creció, fue a la escuela y allí estudió el programa del gran poeta. El niño lo leyó y pensó: “¡Otra vez lo mismo!”.
16.
Había una vez un niño que entendía y aceptaba todo. A su primera esposa, que estaba desesperada por obtener ayuda de él para sus hijos pequeños. A su segunda esposa, que le pedía dinero que él no tenía. A su tercera esposa, que estaba celosa de sus numerosas amantes. Y a las amantes, que se marchaban después de cansarse de esperar para convertirse en la única. A todas las entendía bien. ¿Por qué no se habrán quedado? Si un hombre comprensivo es una verdadera felicidad.
17.
Había una vez un niño. Volaba por la ciudad en una motocicleta y se quedaba en la casa de cada niña por solo una noche. Ellas corrían detrás de él por la mañana, tratando de demostrarle que se merecían la atención de un hombre tan masculino. Y también su dinero, su atención y su tiempo libre. Pero, aunque el niño entendía que, tal vez, sí eran dignas, simplemente no tenía ni el dinero, ni el tiempo, y tampoco sabía cuidar de nadie. Y ellas, como siempre, tenían una imaginación demasiado rica, y eso es lo que las arruinó.