A menudo no nos detenemos a pensar en cuántas injusticias menores se cometen a nuestro alrededor todo el tiempo. Personas mayores compran la mitad de un supermercado por la cantidad que tú gastas solo en algunos productos básicos; las personas ya no te elogian por comer mucho, como en la infancia; el champú para adultos, por alguna razón, irrita los ojos (a diferencia del champú para niños), y ni hablar de los montos en las facturas de servicios públicos.
Nos sorprendió, no solo la atención de los autores que notaron la cruda realidad de nuestra vida cotidiana, sino también el humor con el que pudieron presentarla.
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¿Con qué ejemplos de injusticia cotidiana te has encontrado últimamente?