Por supuesto, existen escépticos empedernidos que no creen en el amor. Sin embargo, resulta cuanto menos difícil negar su existencia.
Recopilamos para ti 12 historias que demuestran que sí existe el amor verdadero.
- Mi marido fue una noche a una fiesta de la empresa. Sus compañeros son jóvenes, alegres, hay chicas bonitas. Siempre confío en él, pero estaba un poco celosa. Cuando fuimos a la cama, él se quedó dormido de inmediato y yo, después de un tiempo, decidí acercarme y darle un beso. Literalmente, me dio un golpe en la nariz. Medio dormido, pensaba que todavía estaba en la fiesta. Dejé de estar celosa.
- Para mí, el verdadero amor no son los regalos o ramos de flores costosos. El amor lo veo en mi padre, que con mucho gusto ayuda a mi madre a depilarse las piernas, va a comprarle compresas en la tienda de al lado, cada noche pule sus zapatos y, al mismo tiempo, todos los días le dice qué hermosa es y cuánto la ama. ¿Crees que es un hombre dominado por su mujer? No, sólo ama enormemente a su esposa, que tiene problemas graves con su columna vertebral.
- Con 13 años, solía ir con mi amigo Miguel a ver las estrellas. Íbamos a las afueras de la ciudad, a un campo. Allí había menos luz y se veían mejor las constelaciones . No había nada malo en nosotros, una amistad ingenua propia de la infancia. Ni siquiera nos acariciábamos las manos. Miguel me explicó algo acerca de la Estrella Polar y yo lo miraba, pensando: ¡no me resultaría desagradable tomar sus calcetines sucios y lavárselos a mano! Tal vez esto es lo que se llama amor, pensé entonces.
- Decidí preparar una cena romántica para mi marido, pensando que llevaba tiempo sin tener un detalle con él. El cansancio y el trabajo, normalmente, me impedían hacerlo. Cuando todo estaba preparado, sonó el timbre, era mi esposo con un ramo de flores quien me decía: “Vengo del trabajo pensando que llevo mucho tiempo sin regalar flores a mi esposa”.
- Mi madre me contó cómo mi padre la esperaba todos los días, tras salir ella del trabajo, en la parada del autobús porque tenía miedo de que pudiese sucederle algo malo. Una parada que estaba demasiado lejos de casa y que lo único que tenía era una señal de tráfico. El autobús pasaba cada media hora. Mi padre siempre estaba esperando en la parada del autobús, aunque llegase tarde. La esperaba aún cuando hacía frío, en la oscuridad, solo, sin poder esconderse del viento y la nieve. Y nunca se quejó.
- El día de mi cumpleaños. Mi chico, como de costumbre, a las 23:50 se fue para tomar el autobús. Se disculpó porque no podría ser el primero en felicitarme, diciéndome que me enviaría un SMS. A las 00 horas llega un mensaje de él con el siguiente texto: “Feliz cumple“. Empiezo a escribirle una respuesta igual de penosa cuando escucho que llaman la puerta. Abro. Allí estaba él, ¡con un montón de globos en sus manos! Sujetando la cuerda de éstos, lee un poema con voz temblorosa, nervioso y me felicita. Me recordó a un niño, recitando por primera vez un poema en una fiesta de colegio. Y es la cosa más dulce que he visto nunca.
- Empecé a salir con un chico y lo invité a mi casa imaginando una noche romántica, pero ese día me sentó mal el sushi y la mitad de la noche estuve vomitando. Pensé que ya nuestra relación terminaría sin haber empezado apenas. Abro la puerta del cuarto de baño y el chico no está. Se habrá ido, fue lo que pensé. Pasados unos 20 minutos, aparece con pastillas y un suero a base de agua y limón. En un lugar desconocido ¡consiguió encontrar una farmacia de guardia! Se quedó conmigo cuidándome hasta que me quedé dormida y allí estaba por la mañana. Sentado, conmigo, abrazándome.
- Le pregunto a mi marido qué es el amor. Y él me escribe: ”Es cuando ella tiene los labios manchados, por un lado con mayonesa y por otro, chocolate. Y entonces te dice que sólo come legumbres porque está a dieta. Y le crees. Porque eso es amor”
- Mi abuela ya no puede caminar, permanece tumbada. Mi abuelo es quien cuida de ella. Con la llegada de la primavera va al bosque a recogerle flores. Y cada día compra algunos dulces. Simplemente, los admiro.
- Todo el mundo tiene historias muy dulces y románticas de amor. ¿Quieres saber cómo conocí a mi novio? Durante una fiesta se quedó sentado cerca de mí y me dijo, como si estuviera amenazándome con una zapatilla: “Eres mi mujer ahora. ¡No te atrevas a dejarme!” He aquí el amor.
- Discutí con mi chica por una tontería y me fui a dormir al auto. Decidí calentar el habitáculo, arranco el vehículo y las luces se encienden solas. Veo a mi chica en pijama delante del auto. En la mano izquierda traía una almohada y en la derecha una manta. Pasamos toda la noche juntos allí.
- Ayer fue mi segundo aniversario de boda. Mi marido y yo nos pusimos de acuerdo en ir a un restaurante por la noche, pero no estaba de humor y le pedí que no me regalara flores. Por la noche vino a recogerme, abro la puerta del coche y allí, en el asiento, encuentro un ramo de lirios de papel. Luego, me contó como tardó medio día en dominar el arte del origami. Después, al llegar la noche, me enseñó cómo hacer estas flores. Y este ramo, para mí, vale mucho más que cualquier otro regalo, por muy caro que sea.