Si en el fondo de tu corazón sospechas que albergas un gran talento, estás en lo cierto. Los últimos descubrimientos científicos revelan que subestimamos nuestras habilidades y ni siquiera imaginamos qué superpoderes tenemos. Es hora de poner fin a todo lo que desperdiciamos.
Dedicamos este artículo a nuestros talentos ocultos y te contamos cómo mejorar, con su ayuda, tu vida.
1. Podemos influir en el estado de ánimo con nuestra voz
Un grupo de científicos franceses, CNRS, decidió comprobar cómo una persona se ve influenciada por su propia voz. Así, solicitaron a los participantes en el experimento que leyeran en voz alta un cuento de Haruki Murakami, llevaron a cabo una grabación de audio para después, con la ayuda de un programa especial, darle un tono emocional alegre, triste o aterrador. Los voluntarios no sabían nada sobre que la voz iba a ser procesada. Y cuando les tocó escuchar su grabación, solo unos pocos se dieron cuenta de que su voz sonaba, en cierto modo, diferente. Cuando se les preguntó cómo se sentían durante la audición, la gran mayoría de los participantes apelaron a la emoción creada por el programa.
El estudio demostró que captamos nuestras propias emociones del mismo modo que las de otras personas y la expresividad de la voz afecta a nuestro estado de ánimo. Tal vez, en el futuro, este descubrimiento se utilice en el tratamiento de trastornos psicológicos. Mientras que ya, hoy en día, podemos combatir la melancolía tan solo escuchando nuestra voz con un color alegre.
2. Podemos volvernos más fuertes con tan solo pensar en ello
Brian Clark, profesor de la Universidad Estatal de Ohio, realizó un estudio y demostró que existe una conexión directa entre el sistema nervioso y la fuerza muscular. La esencia de su experimento consistía en que todos los participantes, durante un periodo de 4 semanas, tenían que llevar un fijador rígido en la muñeca. Al mismo tiempo, un grupo, 5 días a la semana durante 11 minutos, realizaba los siguientes ejercicios mentales: estando inmóviles, los voluntarios concentrados focalizaban su mente en cómo tensar sus músculos. Y el otro grupo llevaba una vida normal.
Cuando se retiraron los fijadores, se descubrió que los voluntarios que se imaginaban los entrenamientos tenían los músculos de la muñeca 2 veces más fuertes que aquellos que no lo hacían.
3. Vemos aquello de lo que no tenemos ni idea
Foto superior: cómo vemos el mundo; foto inferior: cómo se ve el mundo con lentes Polaroid, las cuales bloquean la polarización horizontal de la luz.
Además del color y la luz obvios, el ojo humano también distingue la dirección de las oscilaciones de las ondas de luz o la polarización de esta, pero la mayoría de nosotros lo desconocemos. Esta visión se activa en determinadas circunstancias: cuando miramos al cielo azul, al monitor de una computadora, la superficie del agua o la del cristal. Las ondas de luz comienzan a oscilar predominantemente en una dirección y entonces se hacen visibles. Se produce un efecto denominado el cepillo de Haidinger.
Mira al área blanca de la pantalla LCD de una computadora, tableta o teléfono y realiza varias inclinaciones de la cabeza hacia la derecha y la izquierda. Delante de ti, deberán aparecer pajaritas amarillas y azules, débilmente distinguibles, ubicadas entre sí en un ángulo de 90 ° y del tamaño de dos pulgares. ¿Las ves? Perfecto. Tras varios de estos entrenamientos, el cepillo de Haidinger podrá verse en el cielo azul opuesto al sol.
Foto: imagen simulada del cepillo de Haidinger para una luz polarizada verticalmente.
4. Aumentamos la esperanza de vida, simplemente, sonriendo
En 2010, en la Universidad de Wayne se realizó un estudio cuyo objetivo era averiguar si la sonrisa afectaba a la esperanza de vida de una persona. Para esto, los científicos analizaron los cromos de béisbol con fotos de los principales jugadores de la liga, emitidos antes de 1950. Y resultó que los jugadores que no sonreían, de media, vivieron 72,9 años; los que presentaban una leve sonrisa en sus labios, 75; y los jugadores de béisbol que sonreían de oreja a oreja, 79,9 años.
Podrías decir que no hay un motivo para sonreír. Pero esa es una mala excusa. Entre la sonrisa y el estado de ánimo existe una relación directa: incluso sonriendo forzadamente, nos sentimos mejor. Y una amplia sonrisa abierta, en términos de placer, tiene un efecto similar a 2 000 barras de chocolate.
Además, sonriendo, podemos influenciar a los demás y sus ideas sobre nosotros mismos. Las personas no pueden seguir frunciendo el ceño si les sonríes persistentemente. Evolutivamente, la sonrisa es contagiosa, por lo que perdemos el control habitual sobre los músculos faciales y sonreímos en respuesta. Además, una persona sonriente se ve más atractiva y competente a los ojos de los demás.
5. Podemos cambiar la temperatura corporal
La práctica de los monjes tibetanos, conocida como yoga tummó (o yoga de calor interno), permite aumentar de manera arbitraria la temperatura corporal. En 1981, el profesor de la Universidad de Harvard Herbert Benson, registró cómo tres lamas de Dharamsala, durante la meditación, elevaban la temperatura de los dedos de sus pies y manos 8,3 ° C.
El tummó debe practicarse bajo la supervisión de un lama experimentado, ya que de lo contrario, uno puede morir de hipotermia.
6. Distinguimos más sabores de los que creemos
En la imagen: proceso del reconocimiento del sabor. La información de los receptores gustativos, térmicos y olfativos, así como los datos de los sensores mecánicos de los dientes y los músculos masticadores llega por las fibras de los nervios al cerebro. De este modo, en una fracción de segundo, entendemos lo que estamos comiendo.
Todo el mundo conoce cuatro sabores principales: dulce, ácido, salado y amargo. Sin embargo, en la década de 1980, la comunidad científica reconoció un quinto sabor básico, umami (de la palabra japonesa que significa “sabroso y agradable”). Fue descubierto por un químico japonés, profesor de la Universidad Imperial de Tokio, Kikunae Ikeda. Es característico de productos proteínicos: carnes, pescados y caldos a base de estos.
Hoy, los científicos continúan buscando nuevos receptores y, tal vez, en el futuro podrán demostrar que también reconocemos el sabor del calcio, del dióxido de carbono, de agua pura, la grasa, el metal y el regaliz. Esta información podría ayudar, en particular, a tratar los problemas de obesidad.
Reconocemos el sabor en base a ciertas reglas, que resultan útiles de saber para aprovecharlas.
- El sabor de los alimentos es más pronunciado a una temperatura igual a la de la cavidad oral o ligeramente superior.
- Se acostumbra al sabor dulce y salado más rápido que a otros. Por lo tanto, si comemos mucha sal y azúcar, poco a poco, dejamos de percibirlos. Sin embargo, acostumbrarse al sabor dulce agudiza la percepción de todos los demás sabores.
- Del mismo modo, acostumbrarse al sabor amargo aumenta la sensibilidad a lo ácido y salado.
7. Somos capaces de desarrollar el oído musical en la edad adulta
El oído absoluto es atípico en los humanos. Y se consideraba que era necesario desarrollarlo desde la infancia. Pero, sin embargo, un estudio realizado por la Universidad de Chicago demostró que los adultos también pueden mejorar su oído musical, acercándolo a lo absoluto.
En el experimento de Chicago, los participantes que tenían una educación musical básica, tenían que reproducir los sonidos que oían nombrando la tonalidad. En la segunda etapa del estudio, del mismo modo, trataban de identificar al oído los sonidos, pero esta vez se les decía si estaban en lo cierto o se equivocaban, así como también se les permitía escuchar la grabación de nuevo. Meses más tarde, las pruebas se realizaron una vez más, resultando que los participantes conservaban la habilidad en gran medida y podían determinar el tono. El estudio reveló que el oído musical es una habilidad adquirible sin límite de edad.
Y si deseas desarrollar tu oído musical, puedes hacerlo con la ayuda de aplicaciones y páginas web especializadas. Algunas de estas están disponibles de forma gratuita.
¿Y qué opinas tú de los superpoderes en los humanos?