Como seres humanos, es prácticamente imposible que no nos hagamos expectativas en cuanto a todo. Podemos estar entusiasmados por preparar algún postre de moda y, al momento de temrinarlo, nos damos cuenta de que no se ve para nada como en las fotos. O podemos pasar días pensando en aquella publicidad de comida en la que el platillo se ve hermoso, solo para llegar al restaurante y recibir una aberración de aspecto desagradable. Todo esto y más son situaciones en las que la realidad amablemente nos recuerda que somos unos tontos por creer demasiado en nuestras expectativas. Si quieres reírte un poco con esto, ¡Deslízate hacia abajo!