Un impulso muy incontrolable…
Probablemente más de alguna vez te ha pasado que quieres apretar o morder a las personas que amas producto de una inmensa sensación de ternura, pues bien, esta inexplicable práctica ya ha sido investigada y, al parecer, no son pocos los que experimentan la misma sensación.
En un estudio de la Universidad de Yale, Estados Unidos, liderado por dos investigadoras graduadas de la carrera de psicología de esa institución, Oriana Aragon y Rebecca Dyery publicado en el periódico de la Association for Psychological Science, se investigó esta expresión llegando a interesantes conclusiones.
Según el estudio, es completamente normal que sintamos estos impulsos agresivos como respuesta a la observación de algo lindo/tierno, sea una imagen o una actitud, tanto así que la definieron como “Agresión tierna”… Para analizar tales conductas se llevaron a cabo dos experimentos sociales.
Echa un vistazo:
El primero consistió en agrupar a 109 personas:
Que debían ver diversas imágenes de animales haciendo cosas divertidas, tiernas, y otros en estado “neutral”: Los animales “divertidos” eran, en su mayoría, cachorros torpes que se caían o sufrían algún tipo de chascarro; los “neutros” abarcaban imágenes de perros de avanzada edad y con una apariencia más relajada… Y, por último, los “tiernos” eran cachorros con la típica cara conocida como “puppy eyes”, igual a la famosa expresión del “Gato con botas” de la película infantil “Shrek”.
Para determinar los resultados se les pidió a los participantes que calificaran cada imagen en el nivel de ternura y/o “pérdida de control” que los hizo sentir. Para este último ítem, los evaluados debían usar frases como “Quiero apretarlo” o “No puedo soportarlo”.
Una vez que se completó el estudio, los resultados demostraron que a pesar de que todas las imágenes provocaron una sensación positiva, aquellas etiquetadas como “tiernas” eran las que provocan un mayor nivel de “pérdida de control”.
En el segundo experimento:
Se buscó evaluar la “agresión física”, como el morder o pellizcar las mejillas de una persona, y para ello se evaluó a 90 participantes… Si bien las imágenes eran similares a las del estudio anterior, esta vez los participantes sostuvieron un film alveolar, conocido también como “plástico de burbujas”, que debían apretar cuando no pudieran mantener el control.
Los resultados indicaron que cuando las personas veían imágenes “divertidas”, reventaron un promedio de 80 burbujas; las neutras dieron un promedio de 100 estallidos; y las tiernas, alcanzaron el total de explosiones: 120.
Pero, ¿Por qué ocurre esto?.
Las investigadoras indicaron que este “ataque de agresividad”, la mayoría de las veces inofensivo, producto de un acto o gesto “tierno”, puede ser una expresión a la que nuestro cerebro recurre para lidiar con las emociones positivas e intensas. Así, daría paso a una reacción “negativa” que permita regular esa sensación extrema, es decir, una forma de mantenernos equilibrados y liberar esa energía que, en muchos casos, se identifica como ansiedad, explica Dyer, en un artículo publicado por el portal LiveScience.
En tanto, para Oriana, la psicóloga que lideró la investigación, todo tiene que ver con “Restablecer el equilibrio emocional“. “Esta ‘agresión tierna’ tiene lugar cuando las personas se ven abrumadas con emociones positivas fuertes, y el morder o apretar, puede ser una forma de recuperarse mejor de estos impactos”.
Por otra parte, Aragon indicó que todos regulamos las emociones de diversas maneras y expresamos nuestros sentimientos de formas inesperadas, y a que simple vista muestran todo lo contrario a lo que sentimos “Con este nuevo descubrimiento creemos que a veces los seres humanos respondemos con la expresión opuesta a lo que sentimos, y al parecer eso ayudaría a mantener el equilibrio emocional interior”, explicó a PsychologicalScience.
¿Ejemplos?.
Existen varios ejemplos de respuestas “agresivas” a experiencias positivas: Un caso claro son las expresiones emocionales de las personas cuando están en frente de un bebé demasiado adorable, al mismo tiempo en que los adultos quieren abrazar o proteger a estos bebés, hay quienes no pueden resistir las ganas de pellizcar sus mejillas o de hacer gruñidos frente a su cara.
En este contexto, la antropóloga y biológa Gwen Dewar, fundadora del sitio web sobre parentalidad Parenting Science, señaló en un artículo publicado por el portal especializado Scientific American, que las ganas de “morder” a un bebé adorable, también podría explicarse por una especie de “cables cruzados” en nuestro cerebro.
A partir de un estudio que consistió en tomar diversas resonancias magnéticas a mujeres que, involuntariamente olfateaban a recién nacidos, se observó que los olores activan áreas del cerebro relacionadas con el procesamiento de recompensas, las mismas que desencadenan una ola de dopamina cuando tenemos en nuestras manos algún alimento que deseamos consumir con muchas ganas. Un efecto neuronal similar que se vio en un estudio anterior donde las mujeres vieron imágenes de bebés.
La especialista sugiere entonces que, hasta cierto punto, nuestros cerebros podrían responder de manera paralela al percibir ternura y al buscar alimentos placenteros, y por ende, nuestra experiencia psicológica de querer morder a un bebé, surge de la superposición fisiológica de ambas respuestas. Para ella, esta especie de “mordedura social y amistosa” puede ser parte de nuestra herencia evolutiva.
Estas mismas expresiones dimorfas en respuesta a estímulos…
Tiernos o positivos pueden observarse en otras situaciones, como cuando lloramos en los momentos felices de las películas o cuando lloramos de risa: “Estas conclusiones nos pueden ayudar a entender cómo las personas expresan y controlan sus emociones, lo que está relacionado directamente con nuestra salud física y mental y la calidad de nuestras relaciones interpersonales”, indicó Aragon.
Por último, la primatóloga Susan Perry, del departamento de antropología de la Universidad de California, agregó que en los animales también se da un fenómeno similar, claro que tiene que ver más con la confianza.
Eso al menos señaló en un artículo publicado por Scientific American, donde explicó que muchas veces ha observado a primates que se muerden entre sí, de manera cuidadosa, o se apretan los dedos con fuerza pero sin hacerse daño. Tales actos podrían ser una forma de poner a prueba sus lazos afectivos y sociales, enviando un mensaje que podría interpretarse como: “Soy tan digno de tu confianza, que puede morderte o meterte el dedo en la boca, sin que temas”. Según la especialista, el morder o pellizcar son expresiones normales en el repertorio social-amistoso de muchos mamíferos, por lo tanto el ser humano no estaría ajeno a esta tipo de expresiones.
Ya sabes que morder es una muestra de cariño y confianza, ve y demuéstralo…
¡Pero cuidado con cuanto amor quieres demostrar!.