¿Qué es el amor? ¿Lo que vemos en las películas? ¿Eso que sientes cuando ves a esa persona? ¿La relación que mantienen tus abuelos, que llevan juntos toda la vida? ¿O las discusiones casi diarias de tus padres?
Los griegos ya intentaron resolver esa difícil cuestión hace siglos. Y para ello, describieron los diferentes tipos de amor. Mucho tiempo después, el sociólogo y activista John Alan Lee las cogió, las pasó por la batidora de la modernidad y nos las ofreció en un libro en el que define las 6 grandes formas de amar.
Te advertimos que no todo es bello aquí. Algunas de esas formas pueden ser extremadamente dolorosas. ¿Lo bueno? La mayoría de gente no está encerrada en una tipología, sino que presenta rasgos de distintos tipos. Del mismo modo, estos tipos de amor van cambiando a lo largo de la relación, basándose en la cercanía y los hilos que va tejiendo la relación.
Ahí van los 6 arquetipos amatorios más comunes según la psicología. ¿Con cuál te identificas?
1. El Eros
El típico amor romántico. El amor de fueron felices y comieron perdices que hemos visto reflejado una y mil veces en la literatura, en las pelis y en la publicidad. Ese que te provoca una atracción intensa e inmediata y te pone patas arriba (ahí está el dolor de barriga).
El amante eros siente una necesidad urgente de profundizar de forma rápida en su relación, tanto en el plano emocional como físicamente. Además, le gusta la monogamia y no se lanza a experimentar más allá de quien sea su interés amatorio en ese momento. El eros es, en resumen, la típica persona a la que le gusta estar enamorado y tener pareja.
Sin embargo, igual que llega, ese amor loco puede desaparecer. Y el amante eros se lanzará a experimentar esa misma sensación con otra persona diferente.
2. El Storge
Estables y comprometidos en sus relaciones. Así son los storges. Valoran el compañerismo, la cercanía y la confianza psicológica. A menudo, estas relaciones vienen de amistades que se convierten en ese-no-se-qué que termina evolucionando en amor. Esta manera de relacionarse crea relaciones largas en las que la pareja muestra compromiso a largo plazo.
3. El Ludus
Los amantes lúdicos han venido a jugar, que a menudo es lo mismo que decir “a follar”. Y no están dispuestos a dejarse ganar, aunque para ello tengan que hacer trampa.
Estos individuos se sienten cómodos en el engaño y la manipulación de las relaciones, demuestran poco compromiso y se muestran emocionalmente distantes. No les interesa el largo plazo y además suelen fijarse más que los otros en la características físicas de su pareja. Una joya, vamos.
4. El Pragma
El amor pragmático, como su propio nombre indica, no se preocupa por tonterías como la atracción, la pasión, la complicidad o reírse juntos. No. El amor pragmático utilizará la lógica más fría y calculadora para encontrar una pareja que satisfaga sus necesidades. Estas pueden ser del tipo social o material. Que no quede ni un solo cabo de esa relación por atar. Y si su nueva pareja está forrada, mejor que mejor.
5. El Manía
Este tipo de amar se caracteriza por un estilo obsesivo. Una dependencia emocional que hace que sus practicantes tengan que tener una certeza constante del estado de la relación. Y conforme su pareja pueda cumplir o no sus espectativas y necesidades, esta persona experimentará picos de tristeza y de alegría. A todas horas y todo el rato. Además, este toque obsesivo viene asociado con ser un poco posesivo. Los celos son una constante en este tipo de parejas.
6. El Ágape
Dar y cuidar. Así funcionan los amantes agápicos. Este tipo de amor se centra en las necesidades de la pareja, parte de un amor desinteresado y es incondicional. Una actitud que se suele encontrar correspondencia por parte de la otra persona, lo que convierte este tipo de relaciones en altamente satisfactorias.