Siglos atrás Confucio ya lo predijo: “elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida“. Por lo tanto, de vez en cuando es bueno tomar un tiempo de reflexión y analizar en dónde te encuentras para ver si necesitas empezar a hacer cambios.
La pasión y el propósito -en definitiva, hacer lo que amas- pueden ser difíciles de encontrar. Algunos buscan por siempre. Otros ganan destrezas y talentos notables sólo por pensar: “soy increíble en esto, pero por qué no me siento exitoso”. A veces, incluso después de la creación de negocios exitosos, la persona piensa de pronto: “espera, esto simplemente no es para mí”.
Algunos de los siguientes signos pueden no ser ciertos todo el tiempo, pero la mayoría de estos se cumplen cuando amas lo que haces. Hay una tabla de resultados al final, por lo que debes contar cuántas señales aplican a ti:
1. No luchas para mantenerte disciplinado, sino que para establecer prioridades
Tu problema definitivamente no es estar ocupado y en la tarea. Ponerse en marcha no es un problema. Tu problema es que tienes tantas cosas que quieres hacer, que luchas para decidir qué hacer primero.
2. Piensas “espero llegar a”, en lugar de “espero no tener que”
Amar tu trabajo es como pelar una cebolla, ya que siempre hay más capas que descubrir y explorar. Lo mismo se aplica a cuando odias lo que haces, porque todo lo que se encuentra son más lágrimas.
3. No hablas acerca de otras personas, sino de las cosas interesantes que están haciendo
“Escuché que Chad acaba de invertir en una nueva empresa ¿En qué están trabajando?“. “No puedo creer que Angie recobró su negocio, me encantaría saber cómo lo hizo“. “Cecilia ha desarrollado un nuevo canal de ventas. Vamos a preguntarle cómo podemos aprovechar eso“.
No chismeas acerca de los defectos personales de los demás, sino que hablas de sus éxitos, porque estás feliz por ellos (lo que también es una señal de que estés satisfecho contigo mismo).
4. Piensas en qué vas a decir, no en cómo lo vas a decir
No tienes que preocuparte de agendas o política o maquinaciones sutiles. Confía en los miembros de tu equipo – y ellos confían en ti.
5. Ves a tus clientes internos y externos como personas, no como a gente a quien satisfacer
No ves a los clientes como números. Son personas reales con necesidades reales, obteniendo un verdadero sentido de satisfacción y propósito al cuidar de esas necesidades.
6. Disfrutas de tu tiempo en el trabajo
No tienes que pasar el tiempo en la oficina y luego escapar a la “vida” para ser feliz. Disfrutas de la vida y disfrutas de tu puesto. Uno se siente vivo y alegre, no sólo en casa sino también en el trabajo. Cuando lo amas, es una parte de tu vida.
7. Disfrutas tus reuniones
No, en serio, tú disfrutas con las reuniones ¿Por qué? Te gusta estar en el centro de las reflexiones, desafiando debates que conducen a decisiones, iniciativas y cambios, los cuales ayudas a hacer que sucedan.
8. No piensas en sobrevivir
Piensas en ganar. No te preocupas mucho acerca de tu fracaso empresarial. Te importa más si tu negocio no alcanza su potencial y de si estás haciendo el mayor impacto que puedes. Esas son buenas preocupaciones.
9. Te emociona lo que haces, pero estás más entusiasmado con la gente con la que lo realizas
¿Por qué? Son inteligentes. Apasionados. Confiados. Divertidos. Dedicados. Dan. Inspiran.
10. Casi nunca miras el reloj
Estás demasiado ocupado haciendo que las cosas sucedan. Y cuando miras el reloj, a menudo encuentras que el tiempo ha pasado volando.
11. Ves el éxito en términos de satisfacción y gratificación, no sólo en dinero
Todo el mundo quiere construir algo más grande. Todo el mundo quiere sacar provecho financiero. Sin embargo, en algún punto del camino tu trabajo ha llegado a significar mucho más para ti que sólo una vida. Y si dejas tu negocio, incluso por algo que te paga más, lo echarás de menos. Mucho.
12. Terminas tu trabajo con cosas en tu lista de tareas pendientes que estás entusiasmado para realizar mañana
Muchas personas tachan las tareas divertidas de sus listas de tareas dentro de la primera hora o dos. A menudo tienen cosas interesantes -nuevas iniciativas, proyectos paralelos, predicciones que desean confirmar con datos, personas con las que desean hablar– que faltan por hacer al momento de volver a casa.
13. Ayudas sin pensar
Te gusta ver a tus empleados tener éxito, por lo que por naturaleza los ayudas. Lo haces forma automática. Y ellos hacen lo mismo por ti.
14. No piensas en retirarte, porque el retiro suena aburrido
Y mucho menos llenador.
15. Tu negocio es un negocio que quisieras que tus hijos manejaran
Pueden haber aspectos de tu negocio que no le desearías ni a tu peor enemigo y mucho menos a tus hijos: clientes intolerables, empleados insoportables, condiciones de trabajo difíciles, perspectivas inciertas a largo plazo, etc. Si le dices a tu hijo: “no, yo nunca quiero que tengas que lidiar con eso“, ¿por qué te permites a ti mismo seguir lidiando con eso? Naturalmente, deseas que tus hijos sean felices. También mereces ser feliz. Enumera los problemas y luego soluciónalos.
Vía: AP