Un clásico de las leyendas urbanas de Nueva York: hay un montón de gente que pierde el control de sus capacidades motoras cuando camina por la Gran Manzana. ¿Por qué? Porque un mal resbalón en las escaleras de la entrada de este o aquel edificio puede suponerte una jugosa compensación económica si demandas a sus propietarios por imprudencia. Así verán algunos a Stacy Pincus, la mujer que ha demandado a Starbucks reclamándole 5 millones de dólares porque una empleada le echó demasiado hielo a la bebida (para así rebajar la cantidad de producto servido, según su argumento). Los casos son absurdos, risibles, indignantes y, sobre todo, muy numerosos. Uno de esos puntos de idiosincrasia nacional que tanto nos gusta, en el fondo de Estados Unidos:
1. El pantalón más caro del mundo y el origen de todo esto
No todo empezó con Roy L. Pearson contra los Chungs, pero cuando hablamos de demandas frívolas (término con el que se conoce en el país americano a este tipo de litigios legales) hay que citar el caso como uno de los que más popularizó el debate sobre su política jurídica. En mayo de 2005 Roy, un juez administrativo, fue a recoger el pantalón a la tintorería. El pantalón no aparecía por ninguna parte, y sin perder tiempo Pearson denunció a la pequeña empresa reclamando que le compensasen para comprarse un traje nuevo.
El matrimonio de la tienda fue subiendo la compensación. 3000, 4600 y hasta 12.000 dólares para compensar al señor Pearson y su pantalón perdido por valor original de 395$. Pero para este juez no era suficiente. Dos años más tarde la demanda había escalado a 67 millones, dinero que al demandante le parecía compensar justamente el esfuerzo y los daños psicológicos causados por la pérdida de la prenda y el vaivén contencioso. No sólo los tribunales le negaron la razón, sino que se vio forzado a compensar económicamente los más de 10 años de litigio a los que había abocado a los Chungs y dio pie a una importante conversación sobre la mejora del sistema judicial en este ámbito legal.
2. Contra Apple por provocarle una irreparable adicción a la pornografía
Imagina que un día sin querer escribes Fuckbook en vez de Facebook. Imagina lo que puede pasar a continuación. Exacto, eso le sucedió a un buen ciudadano de Tennessee justo en el momento en el que se haría adicto a la pornografía para siempre, llegando incluso a no encontrar atractiva nunca más a su mujer, que hacía mucho que no tenía 21 años. Por eso demandó en 2013 Chris Sevier a Apple, esa compañía que se vanagloria de atender a las necesidades de los usuarios más pequeños y de defender los valores americanos pese a que no había programado por defecto el “modo seguro” en su navegador.
3. La casa de miedo que sí da miedo
Cleanthi Peters acudió en el año 2000 en la noche de Halloween a los Estudios Universal, se metió en su Casa Encantada y, frente a todo pronóstico, se acojonó. Pero muchísimo. Obviamente esto le produjo un terrible daño psicológico, y a fin de cuentas, si la gente muere en las salas de cine viendo La Pasión de Cristo o Crepúsculo… ¿por qué no iba a haberle pasado a ella en aquella atracción? Se libró de la muerte por los pelos en un claro ejemplo de mala praxis por parte de Universal, que debió haber cuidado más el grado de temerosidad de la experiencia.
Desgraciadamente, no ganó los 15.000 dólares que pedía en compensación.
4. Valen más dos tetas que dos sacos de cemento
Unas tetas generosas pueden provocar dolor de muchas formas, pero hay cosas que hemos de transigir y otras que no. Un fisioterapéuta de Florida demandó a un club de strip tease porque por culpa de la voluptuosidad de los senos de una de las bailarinas, que le estaba realizando un baile privado, él sufrió un latigazo cervical. “Es como si dos bolas de demolición me hubiesen golpeado”. La justicia no creyó pertinente compensarle con los 15.000 dólares que pedía el profesional sanitario.
5. Choque frontal contra el animalismo
Esta es la historia que le encantará que le cuentes a todos esos amigos alérgicos a los movimientos pro animales. Dos miembros de PETA de Nueva Jersey estaban de vuelta a la sede de su organización tras una protesta en unos cotos contra la temporada de caza, que iba a arrancar en los próximos meses. Pero entonces chocaron en una autopista con su Honda contra un ciervo que les asaltó de improvisto desde las inmediaciones.
El ciervo murió, y de ahí que estos activistas denunciaran a la División de Pesca y Vida Salvaje porque los daños provocados por el ciervo en su coche, de 6000 dólares, fueron clara consecuencia de la política de sobrepoblación de este animal para la posterior actividad cinegética. Que ese era sólo un pobre mamífero huyendo del fatal destino a manos del hombre. Un poco de gracia sí que tiene.
6. Quiero mi bocadillo
Aunque sí que hay publicidad engañosa que incita al vandalismo de ciertas cadenas de comida rápida, no todos somos capaces de llevar ese odio tan lejos… ni en un caso tan cuestionable. El nuevo bocadillo del Subway se anunciaba como un preparado de gran longitud. Un pie de largo, nada menos, lo que debieran ser al menos 12 pulgadas. Nuestros héroes son dos ciudadanos de Nueva Jersey, que denunciaron a la compañía con la foto de su bocadillo de “sólo” 11 pulgadas. “Sólo quieren que les den lo que les prometieron”, dijo el abogado de los demandantes en sus declaraciones al New York Post.
7. Oreo vs el justiciero de las grasas trans
“¡Basta ya de darle comida tóxica a nuestros hijos!” es lo que debía rondarle por la cabeza a Stephen Joseph, de San Francisco, en 2003, cuando puso una demanda contra Kraft por incluir grasas trans en la receta de sus galletas Oreo, accesibles por cualquier menor sin que eso pareciera suponerle ningún problema moral a la compañía. Cuando la noticia de esta aventura judicial llegó a los medios (y con ello la consecuente mofa pública) Joseph no pudo soportar la presión y retiró la demanda.
8. El sentido común vs Google Maps
¿Si te mandan tirarte por un puente lo haces? Cambia tirarte por meterte y puente por autopista y ahí tienes a Lauren Rosenberg y su demanda de 100.000 dólares a Google, ya que la mujer siguió las instrucciones de Google Maps que decían que el camino propicio para llegar a su destino era cruzando una vía con coches circulando a cientos de kilómetros por hora. Tampoco es tan gracioso. La demandante sufrió un accidente después de que un coche la golpeara sin remedio.
9. ¿Cómo que el alcohol no es un arma de seducción?
10.000 dólares tal vez no sean mucho para una denuncia, pero están bien logrados si la reclamación es por publicidad engañosa… a una marca de cervezas por no irradiar los efectos de magnetismo sexual con las tías que demuestran los protagonistas de sus anuncios. Dio lo mismo toda la cerveza que se tomara, el estrés emocional de sentir que las chicas no se acercan le bastó a Richard Harris en 1991 para llevar a juicio a la marca Anheuser-Busch.
10. Paralítica por culpa de Oliver Stone (o más o menos)
Aunque el mundo del cine también se ha llevado bastantes demandas por lo que ha emitido en pantalla, una de las historias más populares (y salvajes al mismo tiempo) es la de Patsy Ann Byers contra Oliver Stone y Warner Brothers, cuando acusó a la distribuidora y realizador de la película de Asesinos Natos de haber hecho apología de la violencia en su película, una obra que había claramente inspirado a los atracadores de un banco en el que la demandante se encontraba y que la habían dejado paralítica por un disparo proferido durante el asalto. La demanda de Byers contra sus atacantes siguió adelante, pero no la que implicaba a los creadores de la película.
11. Incapacidad laboral extrema
Pedofobia. Miedo a los niños. Eso es lo que descubrió que padecía un buen día Maria C. Waltherr-Willard, una profesora de 61 años de español y francés cuando el estrés, la ansiedad, la alta presión arterial y los vómitos incontrolados la arrasaban cada vez que entraba a una clase con chavales, como había venido haciendo durante décadas sin problemas. La maestra pidió que la reubicaran a una clase de bachillerato en lugar de primaria, pero la escuela se lo denegó. De ahí la demanda a la institución educativa… y el rechazo de la justicia de aceptar su queja.
12. Atracos en pos de la no-discriminación
El Departamento de Asistencia Pública de Illinois se vio envuelto en un caso de discriminación sexual y por su discapacidad hacia uno de sus empleados. Más de cinco millones le pidió como compensación Richard Shick a la Administración en 2003, y el jurado tuvo a bien concederle más de 300.000, pero eso no le libró de ir a la cárcel por atraco a mano armada, acto que él precisamente justificaba ser la única solución que había encontrado para terminar con el estrés de la discriminación que estaba sufriendo.
13. La otra violencia de género
Concierto de Billy Joel/Elton John en el 95. Baños mixtos. El caldo de cultivo que le provocó un trauma irreversible a Robert Glaser, que cuando entró a los servicios se encontró a varias mujeres meando en los urinarios en vez de en los aseos. 5.4 millones le reclamaba a los organizadores por este motivo, y aunque no ganase el juicio, sí tendría después mucho que decirle a todo el que quisiera escucharle sobre ese suceso.
14. La encarnación de la maldad absoluta del conductor
Hasta los cochistas tienen sus límites, y probablemente ninguno de ellos fuera capaz de llegar tan lejos como lo hizo Tomas Delgado, quien iba conduciendo a una velocidad mayor de la permitida cuando atropelló a un niño montando en bici, que murió en el acto. El caso es que, por un agujero legal, se libró de la condena por homicidio, pero luego fue y demandó a la familia del chico por los desperfectos que el cuerpo del muchacho había provocado en su vehículo. Algo cruzó por su mente en el último momento que le llevó a retirar la demanda. ¿Un pepito grillo con un grave problema de reflejos?
15. El Robin Hood con problemas de análisis de la realidad
“Mi familia es totalmente pobre, y a mi padre no le importa. Me siento repudiado y abandonado”, dijo Bernard Brey, un indigente de 32 años que, en vista de su situación, creyó conveniente denunciar a sus padres reclamando 200.000 dólares por todos los años de indiferencia sobre el estatus social que se ha visto obligado a llevar. Con ese dinero Brey podría abrir al fin dos franquicias de Domino’s Pizza que le diesen la suficiente estabilidad económica, pero para ello sus padres tendrían que ser un poquito considerados e hipotecar su casa, en verdad una vivienda social (!), y darle una octava parte de los beneficios (!!).
16. La culpa la tengo yo. Págueme, señor Estado
Si Mahoma no va a la montaña, me denunciaré a mí mismo. Eso hizo en 1995 el convicto Robert Lee Brock de una prisión de Virginia. La jugada es maestra: como sus demandas contra el sistema penitenciario estaban cayendo en saco roto, clamó que él mismo estaba violando sus propias creencias y derechos civiles con sus comportamientos en estado etílico, cosa que le había llevado inicialmente a la cárcel. Una compensación de 5 millones por daños y perjuicios. Pero como Brock era insolvente, la responsabilidad económica recaería directamente en las arcas públicas. No hubo final feliz.
17. El truco final
¿Cuál es la mejor forma de hacer saber al mundo que eres un mago? Exacto, denunciar a David Copperfield y a David Blaine por haberte robado tus poderes. 52 millones reclamó en sus demandas judiciales contra los populares showman David Roller porque le habían extraído la fuente de su poder divino. Esta misma persona habría hecho también en su página web la predicción de que en 2008 la nación estadounidense vería en la carrera final a Presidente de Estados Unidos luchar a Bill Gates contra él mismo. Aramis Fuster era más realista.
18. El monstruo de las galletas o el alto precio de la generosidad vecinal
A Wanita Renea Young se la conoce desde 2005 en la red como el monstruo de las galletas. ¿La razón? Esta mujer de Colorado dijo haberse asustado cuando a las 22.30 de la noche aparecieron en la puerta de su casa dos colegialas de 15 años ofreciéndoles galletas a sus vecinos. No tenían una pinta extraña de ningún tipo, pero eso no quitó que esta mujer denunciase a las chicas por haberla llevado n a un estado de shock que derivó en un ataque de ansiedad.
Las jóvenes tuvieron que pagar 930 dólares por los gastos del transporte de la ambulancia hasta el hospital, pero se libraron de pagar todos los costes por “daños y perjuicios” que esta mujer les reclamaba. Luego que por qué la gente ha dejado de relacionarse con sus vecinos.
19. Amor de tía
Como grinch también se nos presenta esta mujer a la que no te gustaría tener en tu familia. Demandó a su sobrino por 120.000 dólares. ¿Había quemado su casa? ¿Tal vez le había robado todo su dinero? No, le dio un abrazo. Un abrazo efusivo, eso sí, saltando hacia su regado clamando “Te quiero, tía Jen” en la fiesta de cumpleaños en honor al niño. “Me era totalmente imposible sujetar mi plato de aperitivos”, dijo la mujer en la vista previa en la que apeló que, al caer al suelo por la mala medición de la fuerza del pequeño, eso había causado una lesión en la muñeca que sólo iba a más. El sobrino atendió “con aspecto confundido” la citación, que tuvo lugar justo un año después de que muriese su madre. Tía Jen no ganó el juicio, por supuesto.
20. Cuando te duele ser tan buena persona
Cuando un hospital es negligente, hay que protestar. O bueno, casi siempre. En 2002 Edward Brewer fue contra el Providence Hospital, pidiendo dos millones de dólares en compensación. La institución no había hecho lo suficiente por evitar la violación que él mismo había perpetrado sobre una paciente inconsciente. El juez sentenció que el daño producido por una acción ejecutada por el propio sujeto desde ser responsabilidad del mismo. Vamos, que si sufrió mucho dolor por violar a la gente, era cosa suya.
21. Rehenes desconsiderados con su asaltante
Un contrato verbal es un contrato verbal. Muchos de ellos tienen cabida como reclamaciones en ciertos juicios, pero no en el de Jesse Dimmick de 2010, que llevó a pleito a sus rehenes por incumplimiento de su palabra para que le ayudaran a escapar de la policía cuando su secuestro no salió todo lo bien que cabía esperar.
22. Ir a la raíz de los problemas: Dios
Si Dios es todopoderoso, ¿por qué permite que pasen cosas malas? Ese fue el punto de partida de Ernie Chambers (el único senador afroamericano de la historia de Nebraska hasta el momento del litigio) cuando el representante de los ciudadanos decidió atacar al Ser Supremo, que es claramente la personaresponsable de todos los desastres naturales. En palabras de Chambers: “El acusado ha provocado directa o indirectamente, entre otras cosas, inundaciones, terribles terremotos, mortíferos huracanes, tornados y plagas”. El juicio no prosperó. ¿Tal vez por la incapacidad de notificar al acusado?
23. ¡Hay un dedo en mi chili!
Este caso tiene twist. Allá por 2005 Anna Ayala se encontró un dedo en el chili que acababa de comprar en un franquiciado de Wendy’s, la popular cadena de comida rápida de Estados Unidos que, claro, en el momento en el que se dio a conocer la noticia se vio envuelta en una tormenta informativa que no quisiera para sí ningún responsable de Relaciones Públicas.
Cuando la demanda que puso la cliente prosperó, se descubrió que el dedo no era de ningún trabajador del restaurante. Tampoco de la cadena alimentaria de la compañía. Era el dedo de Brian Rossiter, un compañero de trabajo del marido de la demandante. Ayala recibió una bonita sentencia de 9 años de prisión por extorsión y los responsables de Wendy’s estimaron las pérdidas provocadas por la difamación en 2.5 millones de dólares, pero no quisieron abrir ningún proceso jurídico contra su responsable.
24. Stella Liebeck o por qué sí es lícito protestar por la temperatura del café
Y ahora, un caso de juicio frívolo a la inversa. Es conocida la demanda de un cliente a McDonalds quejándose de que su café estaba demasiado caliente. Lo que ha sido menos difundido al público es que las máquinas del gigante alimenticio suelen calentar el café a temperaturas de más de 80 grados, con lo que, a personas con la piel algo sensible, podrían causarle quemaduras de tercer grado en segundos en caso de entrar en contacto directo.
La cadena se ha enfrentado a más de 700 denuncias por lesiones derivadas de esta práctica antes de que se decidieran a añadir una alerta en el vaso. Ni siquiera después de que Stella Liebeck, de 79 años, tuviera unas quemaduras que la llevaron a estar 8 días en el hospital, donde se sometió a varias operaciones e injertos de piel. Esta anciana, que demandó a McDonalds pidiendo exclusivamente una compensación equivalente a los costos de su tratamiento médico, tampoco ganó el caso.